Maya Walker
—No creo que pueda calmarme—Niego. —No puedo estar aquí atrapada, tengo que salir, lo digo enserio—Añado.
—No puedes salir ahora mismo, estamos atrapados, tienes que esperar a que el ascensor vuelva a ponerse en marcha—Me responde él con total tranquilidad.
—¿Cómo es que no estás nervioso? Oh dios mío, estamos atrapados—Me quejo.
—No me agobia demasiado estar encerrado en un sitio pequeño, me es bastante indiferente, aunque creo que a tí sí—Me mira. —¿Tienes claustrofobia?—Me pregunta y juraría que puedo notar cierta preocupación en su voz, pero lo debo estar interpretando mal, al fin y al cabo, ¿por qué Michael Crawford se iba a preocupar por mí?, eso es estupido.
—No, claro que no tengo claustrofobia, es decir, no, no creo, no sé—Respondo algo nerviosa. —Es solo que no me gusta estar atrapada—Añado y después respiro hondo, en un intento de calmarme. —Oh vamos, ¿por qué nadie hace nada?—Me quejo antes de volver a pulsar el botón de emergencia, que igual que las veces anteriores, emite un pitido y después no hace nada más. —¡Estamos atrapados!—Grito sin ningún éxito.
Me muevo de un lado al otro del ascensor algo nerviosa y escucho como Michael suspira, me detengo para mirarlo y entonces veo cómo se descuelga la mochila del hombro, para luego sentarse en el suelo.
—¿Por qué estás tan calmado?—Me quejo. —Es muy molesto que no te esté importando esto.
—No sirve de nada que te agobies, no es para tanto, en cualquier momento nos abrirán—Me responde.
—¡Pues que lo hagan ya!—Me quejo desesperada y veo cómo él se encoge ligeramente de hombros. —Joder—Vuelvo a quejarme para volver a moverme, nerviosa. —¿No tienes calor? ¡Hace mucho calor!—Añado para después quitarme la chaqueta y suspirar antes de pasar la mano por mi pelo, apartándolo de mi cara.
—No, no tengo calor—Niega. —Tu lo tienes porque no paras de dar vueltas de un lado al otro, me estás empezando a marear—Me mira.
—Cuando estoy nerviosa, no puedo parar de moverme—Le explico.
—No hace falta que me lo jures—Se ríe levemente. —Deja de ser una peonza y siéntate.
—Yo...—Empiezo a quejarme, pero Michael me interrumpe.
—Lo digo de verdad Maya, siéntate—Me pide.
—Está bien—Asiento un poco para después suspirar y sentarme, algo avergonzada, pues no me hace especial ilusión que me tenga que ver mientras pierdo los nervios.
—Ves, mucho mejor—Me dice y me dedica una leve sonrisa, incluso algo amable.
—Será para tí—Murmuro. —A mí el corazón aún me va a mil.
—Ven—Me pide y lo miro confusa. —De verdad, ven antes de que me arrepienta—Añade.
Lo miro algo dudosa y entonces me muevo más cerca suyo.
—Toma—Me comenta pasándome un auricular, antes de él ponerse el otro.
Lo miro algo dudosa pero decido asentir y entonces lo acepto para después ponermelo.
—Oh, me encanta esta canción—Murmuro cuando las primeras notas empiezan a sonar y sonrío levemente.
—A mí también me gusta mucho—Asiente y veo como echa la cabeza hacía atrás, para apoyarla en la pared y después cerrar los ojos. —La música siempre me ayuda a calmarme cuando estoy nervioso, así que pensé que eso tal vez podría servirte también.
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Perfectamente imperfectos
Roman d'amourTodos tenemos nuestros secretos, pero ¿qué pasa cuando tu secreto mejor guardado es descubierto por alguien con quien ni siquiera hablas? ¿Qué pasa si quien menos te lo esperas, es quien mejor te comprende? Maya siempre ha sido de las chicas popular...