Capítulo 38

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Maya Walker

Mi fiesta de cumpleaños estuvo muy bien pero también ha significado tener que pasarme el resto del fin de semana encerrada en casa estudiando.

Cuando suena la alarma de nuevo, suspiro, los lunes siempre me cuesta demasiado levantarme pero el hecho de pensar en que posiblemente lo mío con Michael se ha extendido por toda la universidad y ahora la gente me va a mirar los pasillos, hace que no quiera salir de la cama, pero sé que debo hacerlo, los exámenes finales son esta semana y por nada del mundo puedo permitirme saltarmelos.

Me levanto de la cama para después empezar a prepararme, cuando tengo todo listo bajo a la cocina a desayunar.

Echo un vistazo por la casa con la esperanza de encontrar a mi padre aquí, pero para variar no está.

Veo la hora, es algo tarde así que se anula la opción de desayunar en casa, tendré que comer por el camino.

Recojo todo lo que necesito para clase y entonces salgo de casa.

Una vez fuera veo un coche que me resulta familiar y entonces el dueño sale de este.

—¿Michael?—Murmuro confusa y me sonríe. —¿Qué haces aquí? ¿Habíamos quedado?—Pregunto.

—No habíamos quedado—Niega y suspiro algo aliviada pues no quería haberme olvidado. —Pero como la mitad de veces llegas a clase ahogada porque vas corriendo por ir tarde... Pensé que era buena idea venir a buscarte, y más teniendo en cuenta que hay examen.

—Eso es mentira—Me quejo.

—¿Qué parte? ¿La de que llegas ahogada o la de que vas tarde?—Pregunta divertido y puedo ver como alza una de sus cejas.

—Las dos.

—¿Seguro Maya?—Pregunta y mira su reloj. —Creo que en veinte minutos no llegas a clase si vas andando—Me observa.

—Bueno, puede que tengas razón—Suspiro y entonces es cuando me doy cuenta de lo cerca suyo que estoy y eso me hace pensar en la noche del viernes.

—¿En qué has pensado?—Pregunta curioso.

—En nada—Niego. —¿Por qué?

—Porque te has puesto roja.

—No me he puesto roja—Niego pero en realidad puedo sentir el calor en mis mejillas.

—Ya te digo yo a ti que sí—Me mira divertido antes de acercar su cara a la mía. —¿Por casualidad no será que yo estaba en ese pensamiento?

—No—Miento. —No estás en todos mis pensamientos Michael.

—Así que en todos no, pero algunos sí—Me mira divertido.

—Eres imposible.

—Me lo dicen mucho—Comenta divertido y entonces siento como su mano se apoya en la parte baja de mi espalda para acercarme a él. —Creo que te gusto así, aunque sea imposible.

—No te voy a decir que no—Respondo y él se ríe antes de romper la distancia entre nosotros y juntar sus labios con los míos, lo que me hace sonreír poco después. —Me quedaría aquí contigo más tiempo, pero tenemos que irnos—Le digo.

—Tienes razón—Suspira levemente. —No tengo demasiadas esperanzas en este examen.

—Oh vamos Michael, eres inteligente, te irá bien.

—Más me vale—Suspira antes de apartarse de mí y entrar en el coche, por lo que yo hago lo mismo.

Una vez acomodados, Michael conduce hacía la universidad.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora