Capítulo 20

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Maya Walker

Una vez fuera del estudio de tatuajes suspiro un poco mirando lo oscuro que está ya el cielo, dejando ver lo tarde que se nos ha hecho.

—Siento que hayamos tardado tanto—Me comenta y me mira algo apenado.

—Oh, no, no te preocupes, me ha gustado acompañarte—Respondo y me sonríe levemente por lo que le sonrío de vuelta. —Nunca había visto a nadie hacerse un tatuaje.

—¿Nunca?—Me mira divertido.

—Noah tenía alguno-Murmuro. -Pero siempre llegaba a casa con ellos hechos sin avisar—Comento y Michael me sonríe levemente. —Y bueno, ¿crees que Lucy o Bianca son del tipo de chicas que se harían un tatuaje?—Me río levemente.

—La verdad es que no—Se ríe un poco y luego me mira curioso. —¿Y tú?

—¿Quieres saber si me haría un tatuaje?—Pregunto y él asiente. —La verdad es que alguna vez lo he pensado, pero creo que debería ser algo que me guste mucho porque si no siento que me cansaría de llevarlo y no es como que me lo pudiese quitar como si nada.

—Tiene sentido—Asiente conforme y le sonrío levemente.

Miro el teléfono pues lo noto vibrar en mi bolsillo, veo que mis amigos han hablado bastante por el grupo e incluso han intentado contactar conmigo, decido ignorar lo pues ahora no me apetece tener que dar explicaciones.

—¿Te apetece ir a cenar?—Me pregunta Michael, repentinamente, a lo que yo levanto la mirada algo sorprendida. —Es tarde y tengo hambre—Añade.

—La verdad es que yo también tengo—Comento pensativa. —Está bien, vayamos a cenar—Añado y me sonríe levemente.

—Genial, ¿qué comida te apetece?

—Puedo llevarte a un sitio que me gusta mucho, pero la comida es básicamente pasta y pizza—Comento.

—¿Y qué problema hay?—Alza una de sus cejas, curioso.

—Que el otro día cuando comimos juntos también fuimos a un sitio de esos—Me río.

—Para mí eso no es un problema—Comenta. —Ya te lo dije, siempre hay sitio en mi estómago para la pizza.

—Para mí tampoco es un problema—Niego.

—Pues vamos entonces—Me pide y asiento.

Como nos hemos alejado un poco del centro de la ciudad, vamos hacia allí ya que el restaurante está por allí cerca.

Mientras caminamos hacía el local, puedo ver una sonrisita divertida en la cara de Michael.

—¿A qué se debe esa cara?—Pregunto.

—No sé-Niega. -Es solo que la situación es graciosa, ¿no crees?

—¿Qué situación?—Pregunto de nuevo.

—Tu y yo—Responde y por alguna razón el calor sube a mis mejillas. —Quiero decir, si hace unos meses me hubiesen dicho que hoy estaría yendo a cenar contigo, me habría reído.

—Sí, digamos que esto de que nos llevemos bien no es algo que alguien se imaginase—Me río levemente y él asiente. —Pero me gusta.

—A mí también—Asiente conforme y le sonrío.

—Es por aquí—Le indico cuando veo que se va hacía la otra calle, él asiente y vuelve a mi lado.

Andamos durante unos minutos más y entonces puedo ver el letrero del restaurante.

—Llegamos—Anuncio.

—Genial, tengo mucha hambre—Responde y abre la puerta para que entremos.

Poco después ya estamos sentados en la mesa y Michael me sonríe un poco antes de coger la carta para leer que se puede pedir.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora