𝐓𝐇𝐎𝐑𝐍 |𝐍𝐞𝐯𝐢𝐥𝐥𝐞 𝐋𝐨𝐧𝐠𝐛𝐨𝐭𝐭𝐨𝐦| ✓

EPÍLOGO

Briar salió del dormitorio y concentró lo último de su energía en cerrar la puerta suavemente. Entró en la cocina tenuemente iluminada con los párpados caídos. Acababa de hacer que Teddy se volviera a dormir, y eso se sintió como un milagro. Ella y Neville no tenían idea de lo que estaban haciendo últimamente, y trataron de aprender sobre esto.

Se acomodó en una silla en la mesa de la cocina y hundió la cara entre las manos. No tenía idea de qué hora era, pero a juzgar por la oscuridad que todo lo consumía fuera de la ventana de la cocina, supuso que probablemente serían alrededor de las 2 o 3 de la mañana.

Cuando una mano le rozó suavemente el hombro, se estremeció un poco y levantó la cabeza para ver quién había entrado en la habitación, pero sonrió adormilada cuando vio que era Neville. Murmuró –Lo siento, Nev. Traté de calmarlo antes de que te despertara, pero supongo que no funcionó.

Él le acarició el cabello detrás de la oreja y susurró –Está bien, amor.

Ella le dió una sonrisa cansada antes de mirar afuera al cielo estrellado de la noche. La luna era solo una astilla esa noche, pero aun así hizo que el corazón de Briar doliera por Remus Lupin. Incluso si no lo conocía desde hace mucho tiempo, su sabiduría y amabilidad habían dejado una marca en ella, por lo que sus ojos se llenaban de lágrimas cada vez que pensaba en su ausencia.

Con la voz quebrada, susurró –No creo que esté haciendo nada de esto bien. No sé cómo cuidar a un niño... yo apenas llegué a ser un niño.

Neville tomó sus manos y la sacó del asiento. Él la acurrucó contra su pecho y murmuró –Lo estás haciendo fantástico. Teddy tiene suerte de tener una madrina tan cariñosa y feroz como tú.

Briar murmuró en su pecho –Ojalá Sirius todavía estuviera aquí. Siempre es más fácil cuando se queda con nosotros.

–Lo sé– la tranquilizó Neville. Pasó sus dedos por su cabello y comenzó a cantar suavemente la canción que siempre había tarareado cuando ella estaba estresada durante sus días escolares.

De alguna manera, esto hizo que Briar pensara en los bailes que nunca tuvieron en el Baile de Navidad, por lo que dijo –¿Crees que alguna vez podríamos... bailar? ¿Como lo haríamos en el baile?

Neville asintió vigorosamente con los ojos redondos. Confesó –Practiqué mucho para ese baile, y cuando cerré los ojos y di vueltas en mi dormitorio... Siempre me imaginé que era a ti a quien me estaba aferrando.

–Nunca había estado más furiosa de que le hubieras preguntado a Ginny Weasley– se rió Briar.

Suspiró en su cabello –Bueno, al final te elegí a ti, ¿No?

Briar colocó sus manos sobre su rostro y se rió –Por supuesto que lo hiciste. De lo contrario, habría sido un gran error.

–Mhm– tarareó Neville mientras ponía una mano en la cadera de Briar y entrelazaba su otra mano con la de ella. Con una sonrisa brillante y ojos somnolientos dirigidos hacia ella, le prometió –Y te elegiré todos los días por el resto de mi vida.

–Tú eres mi vida, Neville Longbottom, y Merlín, no lo querría de otra manera– susurró Briar mientras los dos adoptaban un ritmo perfecto en su baile por la cocina.

Briar sonrió a su valiente Gryffindor y supo que, sin duda, creía en el amor y las almas gemelas cuando lo miraba a los ojos. Nadie hizo que su corazón se hinchara de alegría, sus hombros se relajaran con paz y su piel se iluminara con electricidad como él lo hizo.

Pero Briar tenía razón al no creer todo lo que les decía el ministerio, porque Neville era su alma gemela, pero no era su "otra mitad". Eran dos totalidades cuyas almas estaban inextricablemente entrelazadas y hechas para encontrarse la una a la otra. Todos sus seres se sintieron atraídos el uno por el otro en una hermosa exhibición diferente a todo lo que Briar había creído posible.

A pesar de todo lo que había llegado a creer en su infancia, su alma había encontrado su hogar al lado de Neville, y no creía que eso pudiera cambiar.

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