CAPÍTULO 43: De regreso al trabajo II.

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-¿Cuenta un tablazo en las bolas? Jod*r creo que quedé estéril. —dijo Jasón, mientras yo tosía quitándome el pasamontaña y lo dejé sentado cerca de unos árboles. —dame unos minutos y estaré listo.

-Eres id*ota, te estoy preguntando en serio. —el grito de Marcus me hizo girar. —maldita sea, no te muevas de aquí. —corrí hasta él al ver que sostenía a papá. —mi*rda su pierna. —lo ayudé a llevar hasta dejarlo a lado de Jasón. —dame tu cinturón, Marcus. —se lo quitó y se lo coloqué a mi papá en la pierna para detener la sangre. —debemos llevarlo al hospital de inmediato.

-Jasón ayúdame a llevarlo y tú no te separes. —lo sujetaron entre los dos y tomé el arma que tenía en mi pierna. —creo que me lastime una costilla. —dijo Marcus en un quejido.

-Esperen aquí, revisaré la camioneta, no quiero otra maldita explosión. —se quedaron detrás de unos arbustos y caminé con cuidado, al llevar a la camioneta revisé la parte de abajo. — ¿Carmen? ¿Bryan? —murmuré al levantarme y abrir la puerta de atrás. —jod*r Carmen. —entré acercándome a revisarla y suspiré aliviada al sentir que respiraba. —despierta, ¿en dónde está Bryan? —la moví un poco y se despertó poco a poco. — ¿Carmen qué pasó? —me separé de ella para revisar que no hubiera otra bomba dentro.

-Se lo llevaron casi al llegar aquí, él los distrajo para que pudiera resguardarme, pero me desmayé porque me dispararon un jodido dardo, malditos idiot*s los mataré. —se levantó sujetándose del asiento. — ¿Y los otros?

-Papá está herido, debemos llevarlo al hospital. —bajé de la camioneta y fruncí mi ceño mirando entre los árboles. — ¿Oye puedes pasarme el botiquín? —me giré hacia ella y subí a la camioneta. —en cuanto encienda la camioneta tienes que sujetarte, hay unos hombres escondidos entre los árboles.

-Tenemos que ir por los demás. —asentí pasándome al asiento del piloto y encendí la camioneta conduciendo de revesara. Los disparos no tardaron en aparecer y fruncí mi ceño girando el volante para subir un poco la parte trasera a los arbustos. — ¡Vamos, no tenemos su tiempo!

-Maldita sea Carmen, sujeta el volante. —me levanté cargando mi arma y al bajar de la camioneta disparando hacia los tipos para así cubrir a los chicos mientras subían a papá. —tendremos que buscar a los chicos después. —subí cerrando las puertas y Carmen condujo a toda velocidad.

-Enana, estás sangrando. —Marcus apunto a mi brazo y al ver la sangre escurrir fruncí mi ceño haciendo una mueca. —tenemos que encontrar a los chicos, Carmen te quedarás con Richard en el hospital mientras nosotros investigamos.

-No puedes estar a cargo mientras Richard está inconsciente, yo voy a ir y no necesito tu permiso. —le gritó Carmen mientras conducía. Empezaron a pelear y negué despacio mientras agarraba el trapo que Jasón me dio para presionarlo en mi herida.

-Ya cállense los dos, no estén jodi*ndo con eso ahora, te quedarás con él y fin de la discusión. —al llegar al hospital se llevaron a mi papá en la camilla y Carmen de mala gana se quedó.

-Deberías ir para que suturen la herida. —negué al escuchar a Jasón y cerré las puertas de la camioneta.

-No, solo fue un rasguño, debemos de irnos. —me senté y dejé que él curara mi herida ya que no dejaba de insistir. —necesito que llames a JJ para que lleve a Matt, a Mateo y a la familia de Karen a una casa de seguridad. —cuando terminó de curarme sacó su celular e hizo la llamada. —tengo un plan para encontrar más rápido a los chicos. —le dije a Marcus al pasarme al asiento del copiloto.

Mi plan quizás fue tonto pero simple, ahora me dirijo hacia ese lugar, en cuanto llegué bajé del taxi, acomodando el arma en mi espalda mientras la otra la llevaba en la mano, caminé entre los árboles hasta llegar a la cabaña y revisé el lugar, pero estaba igual que antes...vacío, saqué el celular que me dio Marcus para llamarlo.

-Está despejado, te dije que ellos no se quedarían aquí. —caminé por el pasillo hasta llegar a uno de los baños, al entrar cerré la puerta y la cortina de la ventana. — ¿cómo sigue papá?

-Él está bien, está estable, solo le pusieron cuatro puntos en la pierna izquierda, tres en el brazo derecho y cuatro en la espalda. —golpeé con mi codo el espejo del baño y tomé algunos pedazos de vidrio dejándolos en algunos lugares como la bañera, cerca del inodoro, etc, por si los necesitaba.

-Entiendo, dile que se mejore, regresaré en un rato. —colgué dejando el celular encima del mueble escondido y me estiré un poco antes de salir, por lo que dijo Marcus once hombres vienen hacia acá, cuatro por el lado izquierdo de la cabaña, tres por el lado derecho y otros cuatro por detrás. No se imaginan cuanto se tardó en pensar cómo darme una señal para saber cuántos hombres vendrían en caso de que estuvieran escuchando, se nota que papá se encarga de eso. —pero querías regresar a trabajar...babosa. —me reproché abriendo la puerta del baño y en cuanto lo hice fui embestida por un hombre, forcejamos hasta que ambos caímos dentro de la bañera. Estiré mi mano para alcanzar el vidrio, lo enterré en su cuello una y otra vez. —espero esto no afecte mi rehabilitación. —empujé el cuerpo hacia un lado para levantarme y respiré hondo al ver a dos hombres correr hacia mí. —esto va a doler. —sonreí dando unos pasos hacia atrás hasta topar con la pared y levanté mis manos cuando entraron.

-¿Qué te parece disfrutas con dos hombres? Podemos jugar un rato. —dijo uno de ellos dejando su arma sobre el lavamanos y sonreí mordiendo mi labio.

-Claro que sí, me encantaría, pero me avisan cuando lleguen. —la sonrisa de ambos se borró y me miraron serios, el que dejo el arma se desabrochó el pantalón. —oh...hablaban de ustedes, lo siento, pero me gustan los que se bañan y no huelen a perro muerto. —sujeté la toalla que estaba detrás de mí y le enredé el brazo en el que sujetaba el arma mientras que al otro lo pateé aventándolo contra el lavamanos, al tipo que tenía con la tolla le doble su mano hacia atrás haciendo que soltará el arma y lo empujé contra el otro haciendo que chocaran. —y no me gustan los juegos, que pena. —les disparé en la entrepierna y los dejé unos segundos así para después dispararles en la cabeza. Caminé por el pasillo y casi al dar la vuelta un hombre me sujetó del chaleco aventándome al suelo, solté un quejido llevando mi mano a mi espalda.

-Señorita hagamos esto por las buenas, no oponga resistencia. —dijo el hombre y al verlo levanté una ceja, está demasiado alto. —no querrá hacer esto por las malas, será mejor que coopere.

-Otra cosa que no me gusta es que me digan lo que tengo que hacer. —golpeé su pierna y me levanté empujándolo contra la pared, aunque siendo sincera casi no lo moví. —maldito poste. —gruñí al recibir un golpe en mi espalda y le di un puñetazo en la entrepierna haciendo que cayera al suelo de rodillas. Rápidamente me coloqué detrás de él sujetando su cuello y apretándolo con fuerza mientras enredaba mis piernas en sus caderas cuando comenzó a levantarse.

-No debo matarte, pero lo haré si no cooperas. —afirmé mi agarre en su cuello y caminó hacia atrás para golpearme contra la pared una y otra vez. —mejor coopera conmigo y no te mataré. —respiré agitada estirando mi mano para tomar un pez raro de vidrio y comencé a golpearlo en el rostro. —te lo advertí, poste de mi*rda. —mi espalda y mis caderas comenzaban a doler demasiado pero no pare de golpearlo hasta que se detuvo y ambos caímos al suelo. —te lo advertí. —me puse de pie e hice una mueca al ver al resto de hombres entrar y apuntarme con las armas. — ¿alguien tiene una bolsa con hielos y una de esas cosas para sacar la leche de los pechos? El dolor me está matando. —pregunté dejando caer el pez y uno de los tipos se acercó a mi golpeando mi rostro con la cacha del arma, lo que hizo que me desmayara.

Atado a ti por siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora