Parte 06

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Despierto al escuchar las puertas del dormitorio abrirse y cerrarse al incorporarme en la cama y encender la lamparita de mesa le veo; al pie de la cama, llevando solamente unos pantalones de chándal oscuros.

-Lo lamento. - dice - Últimamente no he estado muy bien. Me siento inestable, mortificado, ansioso e irritado. Estoy acostumbrado al control y eso contigo, desaparece. - me sorprendo - Nunca antes he tenido que velar por nadie y entonces te atacan, te accidentas, te enfermas y yo me encuentro a solas sin nadie con quien contar. - hace una pausa y contengo el aliento - No importa, puedo manejarlo, solo... me molesta que pese a que me esfuerzo por ser agradable y me preocupo por tu seguridad, tú ni siquiera te detienes a pensarlo y te arrojas a cualquier cosa que se te enfrente y eso. - ríe tristemente - Eso me enciende.
Le miro fijamente, petrificada, con la mente en blanco, he perdido temporalmente la capacidad de pensar. Las palabras de él me han tomado por sorpresa.
-Pero tienes toda la razón, no soy nadie para gritarte, cuestionarte o enfadarme contigo. Lo lamento.

Me levanto más temprano de lo habitual, lo sé porque aún no ha amanecido. Las pocas luces encendidas en la habitación iluminan todo el lugar que, para variar, es enorme.
Giro sobre mí misma intentado volver a dormir, pero tanto las sábanas, las almohadas y la cama me parecen tan frías e incómodas. El silencio a mi alrededor taladra mis oídos. Es muy molesto. Además, tengo hambre. Así no puedo dormir.
Retiro la ropa de cama que me cubre y decido levantarme.
En la elegante cocina encuentro al Vampiro moviéndose de un lugar a otro.
Me sorprendo al verle llevar pantalones de vestir blancos y un polo gris, con su media melena suelta, descalzo. La informalidad le asienta. Busco apoyo en la puerta para verle hacer.
-Buenos días Evangeline. - saluda sin mirarme -
-Buenos días Colette.
-¿Dormiste bien? - pregunta volteándose, con una cafetera en la mano -
-No tanto.
Me siento a la isla de la cocina colocando los codos en esta. Mirando toda la comida que hay sobre esta. Torturándome con los olores.
-¿Hambrienta verdad? - le miro avergonzada - ¿Desayuno?
-Por favor.
-Sabía que ibas a estar hambrienta en la mañana. - me sonríe - Por lo que estuve pensando toda la noche qué podría prepararte para el desayuno. Pensé y pensé. Me dije: si va a ser una Princesa debe desayunar como una.
-Ni tanto. - le detengo - Me conformo con...
-¿Un lácteo, cereales y café? - le interrumpo -
Le miro sorprendida. Él solo abre las puertecitas de uno de los armarios, en su interior hay cajas de cereales y café instantáneo y en granos.
-Ethan come bien poco y nunca desayuna. - me informa - Detesta el café. - una sonrisa maliciosa se apodera de sus labios - Me hubiese gustado mucho haberlo visto escogiendo café para comprar.
-Quizás fue Jasper. - susurro -
-Lo dudo. - dice echando un vistazo - Todo está organizados por colores y valor calórico. - me mira - No tengo nada en contra de tus gustos, pero considero que debes tener un desayuno más fuerte. Anoche apenas cenaste y estás agripada.
-Ya no tengo fiebre.
-Insisto.
Desayuno pan de pasas, tortilla condimentada, tarta de manzana y café con leche.
Colette tararea una muy animada melodía mientras mastica.
Sip, la informalidad le queda muy, pero que muy bien. Es el Vampiro más confiado que he conocido en mi vida. Ruedo los ojos regañándome mentalmente, nunca antes he conocido un Vampiro, me he enfrentado a pocos y casi nunca cruzamos más de tres insultos.
-¿Estás bien siendo vegetariano? - pregunto de la nada -
-Perfecto. - responde sonriendo -
-¿No la extrañas?
-¿La sangre? - pregunta sorprendido - No, nunca la he probado. La comida humana está bien, me encanta, me apasiona, por ella me volví chef profesional; puedo tardar hasta... - se detiene a pensar - Siete meses sin cazar. En mis ochocientos treinta y cuatro años nunca he tenido un incidente con humanos.
-¡Ochocientos treinta y cuatro años! - me atraganto -
Él solo sonríe ante mi reacción.
-Luces muy joven.
-Como de veintiséis. - me apoya - Bueno pues, Ethan tiene quinientos treinta y tres. - me informa - ¿Qué es un simple numerito? - bromea -
-¡No es un simple numerito! - río - ¿Desde cuándo se conocen?
-Una semana después de su nacimiento. Nuestras familias son muy unidas. - me sorprendo - No me mires así. - ríe - No todos los Demonios y los Vampiros están en guerra. Nuestras familias son un ejemplo. - me concede -
Asiento con la cabeza. Él continúa hablando.
-En cuanto Ethan tuvo personalidad nos hicimos grandes amigos sin importar la edad. - hace una pausa, dándole vueltas a un pensamiento - Si realmente quieres hacer esto, debes ser paciente. - resoplo llevando el café con leche a mis labios - No me malentiendas, no te conozco apropiadamente, paro ya cuentas con mi apoyo por el simple hecho de estar aquí en esta enorme casa a solas con él. - le miro agradecida - Se necesita ser muy valiente y tener una fuerza de voluntad monumental. - agrega - Pero también una paciencia sin límites. Él tiene una personalidad un tanto difícil, le tomará un poco de tiempo hacerse a la idea acerca de este compromiso. - frunzo el entrecejo - No me estoy poniendo de su lado, no le doy la razón ni justifico sus actos. Anoche él se pasó, pero...
Colette enmudece de golpe y mira rápidamente hacia la derecha hacia ninguna parte. Entrecierra los ojos. Luego me mira.
-Ethan, Invernadero. - dice y corre desapareciendo de la cocina en un parpadeo -
Invernadero. Pienso mientras corro por toda la estancia.
Invernadero. Me repito dejando habitación tras habitación. Invernadero. Corro hasta el interior de una sala de color rosa y abro unas puertas gemelas que dan paso a un camino empedrado bordeado de arbustos bien podados.
Invernadero. Mis ballerinas resbalan mientras corro sobre las piedras lisas de color gris oscuro.
¡El Invernadero!
Al llegar encuentro a Ethan sentado en el suelo violín en mano, tierra, fragmentos de cerámica y cristal a su alrededor.
Colette está despatarrado unos metros a mi derecha con los ojos cerrados.
-¿Qué ocurrió? - grito desde la entrada -
Los dos me miran a un tiempo.
Lo sé, me debo ver ridícula con ambas manos apoyadas en los marcos de la puerta, las mejillas sonrosadas, los cabellos despeinados y mi respiración sumamente agitada por la carrera. Mientras espero la respuesta a mi pregunta mis ojos se mueven por toda la escena, intentando comprender. Ninguno articula palabra, pero Colette levanta un dedo para señalarle, por lo que decido acercármele.
-¿Qué fue?
Vuelvo a preguntar observándole completamente, para encontrar una de sus manos ensangrentada.
-Estaba tocando el violín. - expresa melancólicamente - Al menos lo intentaba. Una cuerda se quebró, me enfadé y arrojé una maceta contra una estantería, intenté recoger los vidrios del suelo, me corté, me dolió y grité.
Parpadeo. ¿Así de simple?
-Aún continúa sangrando. - noto tomando su mano entre las mías - Debería haber cicatrizado ya.
-Sí, debería. - susurrar él -
-¿Te encuentras bien?
-Sí...
-¡No! ¡No lo está! - explota el Vampiro - He visto zombis más animados y él está...
-Colette. - le interrumpo al percibir su creciente ira - Me acaba de asaltar una terrible necesidad de dulce. - hiperbolizo - ¿Me preparas un postre por favor?
El Vampiro pestañea en exceso ante mi pedido salido de la nada. Pero al instante su creciente iré cambia por una sonrisa.
-Claro. - cede - ¿Qué tipo de postre te gustaría?
Me sigue la corriente. Lo cual me reconforta, porque necesito que nos deje a solas.
-No lo sé. - me encojo de hombros - Sorpréndeme.
Él asiente con la cabeza y desaparece del cobertizo.
Extraigo un pañuelo del interior de uno de los bolsillos y con él envuelvo la mano cortada de Ethan deteniendo el sangrado. Al levantar la vista y encontrar sus ojos le sonrío, él aparta la mirada.
-¿Cuándo fue la última vez que te exorcizaron?
-Nunca lo han hecho. - me sorprendo - No soy de los que se dedican a buscar problemas con la Orden, los Cazadores vienen con el nombre, es casi reglamentario.
-Lo lamento, intentando ayudarte creé un desbalance en tu organismo.
-Voy a estar bien. - dice restándole importancia - Solo necesito un poco de tiempo para acostumbrarme.
Le resta importancia.
-Ocurrió algo similar una vez que intenté abstenerme, tardé unos cinco días en limpiar mi cuerpo y me mantuve siete meses así.
-¿Qué sucedió para que recayeras?
-Alguien intento poner fin a mi vida y me defendí.
-Me parece justo. - sonrío y él me mira con atención - ¿Qué?
-Nada, es la primera vez que te veo sonreír...bueno, está su sobredosis de poder, pero eso no cuenta, y además, era una sonrisa muy estúpida. Esta es divertida y sincera.
-¿Por qué tengo la sensación de que no te estás creyendo tus palabras?
-No es eso. Es que nunca antes he visto a alguien sonreír así y es...refrescante.
-¿Refrescante?
-Sí. Mi padre no sonríe, se burla, y es muy molesto; mi madre es demasiado dulce, amable y complaciente...su sonrisa es de algún modo, bastante sumisa y Ellie, mi hermana está loca y sonríe como tal. Entonces te veo sonreír y es refrescante.
Tomo uno de los brazos de él y le pellizco levemente.
-¿Por qué hiciste eso? - protesta -
-¿Dolió?
-Por supuesto. - alega mortificado -
-Tu organismo está actualmente funcionando como el de un humano normal, lo cual provoca variaciones en tu mentalidad; la vuelve más lenta, pero continúa siendo exacta. Por ello eres capaz de apreciar detalles mínimos que te parecían insignificantes y ahora encuentras refrescantes.
-No estoy de acuerdo. - niega - El hecho de que sonrías no me parece un detalle insignificante. Al contrario. Existe un reducido grupo de personas que suelen sonreír conmigo, una más no me molesta. ¿Por qué llevas mi ropa de correr? - pregunta mirándome -
-Sí, la tomé prestada de tu armario.
-¿Qué tienes en contra de la bata que te ofrecí?
-Tenía dudas sobre su lugar de procedencia y no soy una chica de rosa. - respondo recordando la pieza ofensiva - ¿Qué tienes en contra de mi ropa de dormir?
-¿Tu ropa de dormir? - pregunta incrédulo - En contra de toda tu ropa. ¡Es toda blanca! No tengo nada en contra del color blanco, pero existen otras opciones que puedes probar. - le miro confundida - Solo piénsalo.
-Está bien. - acepto -
-¿De verdad? - duda -
-Pero todo mi equipaje es blanco.
-Ya veremos qué hacer respecto a ello.
Volvemos al interior de la estancia a pasos lentos. El silencio que nos envuelve es interrumpido por el sonido de un móvil.
Me mira unos segundos y después extrae el iPhone de color negro del bolsillo interior de su americana, une el entrecejo y se desmaterializa en el lugar. Vuelvo mis ojos al cielo y pido paciencia mientras regreso al interior de la casa.
Llego a una de las salas de estar y encuentro a Colette recostado a una columna mirando a un punto fijo en la lejanía. Al acercármele más, descubro que está observando a Ethan hablar al móvil.
-¿Qué haces? - susurro junto a su oído -
- Estoy preocupado por Ethan. - responde sin mirarme - Esa llamada le está molestando. ¿Ves cómo tiene arrugado el entrecejo, los labios tensos mientras escucha y se halla sentado en busca de apoyo? - no lo había notado - Significa que se encuentra incómodo ante la llamada, y eso me incomoda a mí. El no saber me incomoda.
-¿No puedes escuchar la conversación?
-Poder sí puedo. - responde molesto - Pero no lo hago. Es un acuerdo. Yo no escucho sus conversaciones y él no se "aparece" en medio de mis asuntos.
-Terminó de hablar. - informo al verle colgar -
Al mirar a mi lado el Vampiro ha desaparecido dejándome completamente a solas con él acercándoseme con una mirada interrogativa.
-¿Qué haces ahí de pie?
-¿Sucedió algo? - respondo con otra pregunta - Se te veía preocupado al teléfono.
-Mañana es el cumpleaños de Josephine. - responde sinceramente - Nunca me envía una tarjeta de invitación, siempre he asistido ignorando las formalidades de la clase. Últimamente no nos hemos visto, así que tenía dudas sobre mi asistencia, por lo que llamo para comprobar.
-¿Te preocupa asistir al cumpleaños de tu amante? - pregunto con toda la calma que soy capaz de demostrar -
-Mi amiga. - corrige puntualmente - Y sí, me preocupa tu reacción ante la noticia.
No puedo creer que esté tan preocupado cuando me informa de dicha actividad con semejante criatura, como si de un pelo se tratase.
-Tú quieres ir. - digo en voz baja -
-¿Lo preguntas? - duda él -
-Pues ve. - alego desenfadadamente abandonando la habitación -
-Ella me necesita allí. - explica siguiéndome - No te estoy dejando sola a la suerte.
-¿Sola? - repito deteniendo mis pasos y girando para mirarle - No te necesito aquí, tengo a Colette. - agrego decidida -
-¿Colette? - repite - ¿Prefieres su compañía a la mía? - pregunta visiblemente dolido - Si mal no recuerdo, te desfalleciste intentando atacarle.
-Ve a esa fiesta. - le incito enfadada - Estaré perfectamente bien sin ti, Ethan Daeminium. - le vuelvo a dar la espalda, pero giro sobre mis talones inmediatamente - No me sigas.

Luz [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora