Parte 30

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Hacemos todo el camino en absoluto silencio. Solo cuando estamos a unos minutos de llegar, Ethan clava sus ojos en los míos.

- Estás bien informada. – dice en un tono que nunca le había escuchado –

- ¿Piensas que Rebecca y yo pasamos horas hablando no más que de ropa?

Le respondo con una pregunta.

Él pestañea sorprendido.

- No. – responde finalmente – Pensaba que...

- Estaban hablando falsamente sobre mi familia. – le interrumpo – No se los iba a permitir. Discúlpame si al hablar sin ser convocada rompí algún protocolo absurdo que los Demonios han creado, pero no voy a pedir perdón por defender algo o a alguien en quien creo.

Sus ojos se encienden y el frío del aire acondicionado del auto es sofocado por el calor que Ethan desprende.

- ¿Estás molesto conmigo?

El auto se detiene y Jasper abre la puerta del mismo.

No me muevo del lugar, Ethan tampoco lo hace.

Nos mantenemos inmóvil y en silencio con la mirada de uno sobre el otro.

- ¿Cómo crees que me molestaría contigo por algo como eso? – respiro fuertemente –

Abandona el auto y me ofrece una mano para ayudarme a bajar.

Al salir descubro a los doce capitanes de la Guardia Real apostados a ambos lados del camino que conduce hasta la puerta de la casa. Me yergo sobre mí misma y camino de la mano de Ethan. Solo cuando estamos a los pies de la escalera vuelve a hablarme.

- Otra cosa. – dice y me tenso – No necesitas el permiso de nadie para hacer nada, puedes romper todas las reglas y protocolos que desees. – ríe – Eres poderosa, fuerte, audaz, altanera, líder...eres la Princesa de los Demonios. – mi corazón late a toda prisa – Y estoy profundamente orgulloso de ti. – creo que voy a llorar – Nunca pidas disculpas por ser tú.

Asiento con la cabeza y él me dedica una sonrisa de aprobación mientras comienza a andar hacia el ala derecha de la casa, todavía llevándome de la mano. Me sorprendo cuando llegamos al salón de baile. Le miro.

- Te debo al menos un baile.

- No tenemos música. – susurro –

Él extrae su móvil del bolsillo interior de su chaqueta y mueve sus dedos sobre la pantalla táctil. Camina hasta uno de los extremos de la sala y al dejar el móvil sobre el suelo de lozas blancas perfectamente pulido, el sonido de un vals inunda el lugar.

Vuelve a mí y me ofrece una mano, que acepto. El me estrecha contra su cuerpo y comienzo a seguir el ritmo de un vals de pasos rápidos y figuras variadas. Me encanta. Río divertida. Mi padre es un bailarín excelente, pero es estable y tradicional; Ethan, por otro lado es demasiado intenso, difícil y revolucionario...pero es tan buen líder que a pesar de que mi columna duele, me estoy divirtiendo muchísimo.

Nueve piezas después estoy sudorosa y jadeante.

Él detiene sus pasos con la última nota de música y yo recuesto mi mejilla sobre su pecho, el que su corazón lata tan aprisa como el mío me encanta.

- ¿Quién te enseñó a bailar? – pregunto jadeando –

- El padre de Etienne me enseñó los pasos básicos. – responde – Le fui agregando cosas sobre la marcha. – ahora sonríe divertido – Pudiste seguirme el ritmo. – su mirada intensa recorre mi rostro – Nadie nunca había aguantado más de cuatro bailes conmigo.

Luz [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora