Parte 28

95 12 31
                                    

El Restaurant que recién hemos abandonado no ha estado tan mal. La comida...estupenda. A Evangeline realmente le gusta el vino, entre los dos hemos degustado de toda una botella de ; nos saltamos la ensalada y pedimos Chuletillas de Cordero con Salsa de Menta y Carne de Res Empanada con Queso, su cordero se lo termino en tiempo record y comió parte de mi porción, sí que tenía hambre. 

Para aumentar la contrariedad del mozo que nos atendiera volvimos a romper las costumbres, esta vez impidiendo que nos sirvieran la selección de y el acostumbrado café, que le pedí (no quería que abusara del alcohol). Ella pidió como postre un éclair de chocolate...para llevar.

Eso termino de crispar los nervios del mozo.

Al final si tuve que emplear el apellido Daeminium para que sus deseos fuesen cumplidos. Pero me importó bien poco, está siendo una velada fenomenal.

¿Quizás es la compañía?

Dejando atrás la avenida de Friedland, nos adentramos en el bulevar Haussmann. A nuestro paso todos nos miran. Corrección, todos le miran a ella. Algo que me pone sumamente ansioso, ya que vamos mostrando una proximidad distinguible, pero que puede crear dudas sobre qué clase de relación mantenemos y...

Abandono mis pensamientos al verle quedarse detrás. Se ha detenido frente a una tienda de flores y me miraba suplicante. Le dedico una media sonrisa y camino en su dirección. 

No necesita ponerme esa cara. Solo tiene que hablar para que haga realidad cualquier deseo que tenga.

Entramos.

Evangeline adora las plantas. Si antes no lo había notado, recién se hace latente al verle caminar entre tantos estantes cubiertos de macetas con saludables plantas ornamentales sembradas en ellas. Y cuando llegamos a la sección de flores...Verle tan indecisa respecto a algo me desconcierta. Se me antoja comprar todas las flores del lugar y pedirle a Jasper venir por ellas.

- A Nora le gustan las orquídeas. – dice ella al azar – Pero aún así solo insiste en colocar rosas en los jarrones porque son tus favoritas. No lo sabía.

- No lo son. – niego – Son las flores preferidas de mi madre. El resto de la servidumbre simplemente asume que a mi padre y a mí también nos gustan también.

- ¿Cuáles te gustan a ti? – me encojo de hombros – Alguna tiene que macar la diferencia.

La diferencia. Sí, definitivamente...

Le contemplo durante unos segundos y camino en su dirección.

- Prefiero que sean de color rojo brillante. – digo mientras contemplo los cabellos de ella – De pétalos suaves al tacto. – agrego acariciando distraídamente la mano de ella y acercándome a su oído – Y de olor fuerte, fresco e inolvidable.

- Rosas rojas entonces. – sonríe ella – Acabas de describir una a la perfección.

- Da igual. – alego fastidiado al ella no percibir mis intenciones –

- Compraré unas orquídeas para Nora. – decide – Le van a encantar.

- Se va a infartar. – sonrío maliciosamente – La servidumbre de mi especie no está acostumbrada a ti.

- ¿Qué se supone que signifique eso? – pregunta algo ofendida –

- Que están en un aprieto, muy, pero que muy grande. – continúo sonriendo – Tienen mucho que asimilar contigo. Ya que estoy absolutamente seguro de que tú no vas a cambiar.

- Ahora voy a cambiar. – anuncia ella – Vamos a cambiar de dirección en esta tienda.

Dice para alejarse en dirección contraria a mí, donde las orquídeas se hallan.

Luz [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora