Capítulo 47

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Sakura:

Cuando recibí el citatorio para la conciliación me imaginé muchos escenarios cuando lo volviera a ver, pero no pensé que lo vería la noche anterior en el hotel que pertenece a su familia.

Me quedé de piedra y sin saber qué hacer cuando lo vi parado a una distancia de mí y de Rem, estoy segura que vio el momento cuando me puso su saco, quise rechazarlo pero estaba con un pico de frío, y por salir tan rápido de casa es que no lleve un chal.

Cuando reaccione él se dio la vuelta y se fue sin ni siquiera verme nuevamente, no entiendo qué pasó. Además¿Qué hacía ahí?¿Habrá estado con su prometida?

Ya no debe importarme lo que haga o deje de hacer, él decidió sacarme de su vida y de su corazón y yo también debo hacerlo de una buena vez.

Pero una cosa es decirlo y otra muy distinta hacerlo, estoy dándole la espalda y no me siento capaz de voltear y enfrentarlo, siento su respiración tras de mí y mis piernas comienzan a querer flaquear. Su carraspeo me obliga a darme la vuelta y al fin poder verlo frente a frente después de un año.

Un maldito año donde sufrí, lloré y me tuve que hacer a la idea que él ya no volvería a mi lado, que a pesar del tiempo y de todo lo que pasó la última vez lo sigo amando con cada célula de mi cuerpo. Sus ojos ámbar ahora están más brillantes, supongo que es por qué al fin se podrá librar de mí y se casará lo más rápido posible con esa mujer que me ha hecho daño, no olvidó el incidente del baño, ese donde empezaron nuestros problemas por culpa suya.

—Esta dizque conciliación es una pérdida de tiempo, lo mejor será que firmemos los papeles y terminemos con esto de una buena vez—no sé de dónde saqué las fuerzas y la frialdad para hablar así, pero ya está hecho, me mira sin atisbo de responder y eso me está molestando un poco—. Por favor señor Li, soy una mujer ocupada y necesito regresar a trabajar.

—¿A trabajar, o ver al tipo ese con el que estuviste anoche?—paso saliva y lo miro con molestia—. O me vas a negar que estás desesperada por ser libre y correr a sus brazos.

—No tiene ningún derecho a meterse en mi vida privada, puede pensar lo que quiera, usted está a punto de volver a casarse, felicidades por ello. Por eso firmemos esto y hagamos de cuenta que no nos conocemos más.

Su rostro está molesto, está contando mentalmente para no gritar, mientras yo estoy temblando como una hoja en otoño. Se acerca a mí de manera que por reflejo me alejo, un destello de tristeza pasó por sus ojos pero luego se desvaneció para seguir con esa mirada ámbar tan dura y fría que me duele tanto.

—Acabo de cambiar de opinión—eso me deja aturdida—. No voy a firmar ningún documento.

—¿Cómo dice?—pregunto atónita—¿Qué pretende con eso?

—Eres mi mujer, no voy a permitir que te largues con cualquier mequetrefe que se te acerque—estoy enojada, como se atreve a hacerme esto—. Seguirás siendo mi esposa hasta que yo lo decida.

Desesperada voy hacia la puerta para llamar al abogado pero es más rápido que yo y me toma entre sus brazos, intento empujarlo con todas mis fuerzas pero es inútil es una muralla tan poderosa que mi fuerza es tan pequeña.

—¡Suéltame, que es lo que crees que haces, firmar de una buena vez y déjame en paz!—estoy con los ojos cristalizados no quiero llorar delante de él, no quiero que me vea débil y vulnerable, sigo en mi lucha de empujarlo pero es inútil, me tiene tan inmovilizada que nuestros alientos están tan cerca el uno del otro—. Déjame ir.

Susurre tan bajito que sentí que tembló ante eso, ahora que está cerca puedo verlo mejor, sus ojos que tanto amo estan muy tristes y apagados, su semblante roto, una de sus manos toca mi rostro con suavidad y solo cierro los ojos dejándome llevar por esa caricia. Sus manos siguen siendo tan suaves como todavía lo recuerdo, quiero tocar su cabello y sentir la textura de su piel, pero ya no puedo hacerlo porque ya no me pertenece.

𝔼𝕝 𝕊𝕥𝕣𝕚𝕡𝕡𝕖𝕣 𝕕𝕖 𝕞𝕚 ℂ𝕠𝕣𝕒𝕫𝕠𝕟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora