Capítulo 79: Lo que ella una vez dijo

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Sarah Cooper

Todos lo sentimos, como una ráfaja de aire golpeándonos, haciendome incluso tambalear. En el momento en que James dejó de gruñir por la rabia mientras trataba de abrirse paso en la dimensión de Emmily y la nada frente a él se quebró, sus manos echas garra se detuvieron también.

Parpadeé y ante mí pude ver como la realidad se rompía, o más bien, como una pared invisible que estaba allí sin ser notada, se iba cuarteando. Las líneas viajando, deslizándose hacia todas direcciones hasta que la pared estalló. Pero los restos no cayeron ni se dispararon hacia nosotros, pues estos se desvanecieron antes de poder tocar cualquier otra cosa.

Sin embargo, aunque creí que mi piel solo sentiría la ceniza del cielo, resultó que estaba completamente equivocada. Pues en cuanto la barrera se abrió y cayó, un agujero entre el mundo real y la dimensión de Emmily se abrió. Cualquier criatura aliada cerca estaba lista para atacar, pero no hubo ninguna presencia peligrosa a la cual temer.

De hecho, del otro lado de la pared se pudo sentir una única vibra ya conocida.

La presencia de Elízabeth.

Pero eso fue justo lo hizo que James no se lanzara hacia la dimensión como todos creímos que haría. No se debía a que Emmily no estaba allí, tampoco a que no pudiera hacerlo.

James se quedó estático, sus manos lentamente volviendo a sus costados. Ninguno de nosotros se atreve a moverse tampoco, sin embargo, comprendo que no es necesario hacerlo cuando Elízabeth voltea a mirarlo.

Y por un instante, creí que habían lágrimas en sus ojos.

Mi mente se vio pronto absorta en distintas imágenes de la expresión en su rostro, cada una preocupándome más que la otra. Sus ojos muy abiertos, como si acabara de ver un fantasma... O puede que haya visto algo peor.

—James...

Nunca había visto a Elízabeth de esta manera, y sobre todo... Nunca creí hacerlo. Había dicho el nombre de James como si le estuviese pidiendo auxilio, pero a la vez... Como si no mereciera nombrarlo en voz alta.

Siento como el alma se separa de mi cuerpo al notar que lleva algo brillante en sus manos, las cuales no aleja de su pecho, como si sostuviese algo demasiado valioso.

—Lo siento mucho—un sollozo sale de sus labios, su voz entre cortada y su respiración agitada—. ¡Lo siento mucho, James!

Después de repetirlo un par de veces más, pareció no aguantar otro segundo y bajó la mirada, abrazando con fuerza aquello en sus manos.

James no se movió de su lugar.

—¿Elízabeth?—escuché decir a Monique.

Su voz temblorosa, al igual que los pasos que dio hasta colocarse a mi lado, lo más cerca que podía estar de James. Ya que inevitablemente, su aura se sentía inalcanzable.

—¿En donde?... ¿En donde está Dalia?—volvió a hablar, pero bastaba con escucharla... Ella en realidad no quería preguntarlo, porque una parte de ella sabía la respuesta, al igual que todos.

En realidad, lo preguntaba porque quería que alguien le negara lo evidente.

Sí, al igual que todos.

Los hombros de Elízabeth se tensaron, y los sollozos se detuvieron. Entonces volvió a levantar la mirada, aún manteniendo las manos en su pecho, mis ojos se fijaron en su muñeca derecha.

Algo faltaba ahí. O más bien, algo había desaparecido.

—Ella...—aprieta los labios, incapaz de seguir hablando.

Dark Souls |TC3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora