Capítulo 3: Las Desapariciones

1.4K 111 14
                                    


Alexander Pearson

Mellow University no ha cambiado ni un poco desde la última vez que vine, pues a pesar de que hayan pasado ya casi dos años, desde afuera sigue pareciendo la misma cárcel por la que me aventuré a entrar el primer día, cuando era un chico decidido a desperdiciar su dinero estudiando materias de tronco común mientras tomaba una decisión sobre lo que quería hacer el resto de su vida.

En ese entonces, obviamente luchar contra gente malvada y poderosa no estaba en mi mente. Y no hablo de la mafia o criminales, hablo de gente con poderes reales; magia, hechizos, maldiciones...En especial, jodidas maldiciones

Sin embargo ahora, me es reconfortante pasar por este estacionamiento, sin pensar que tengo que llegar a tiempo a la clase de Miss Clementine o el amargado profesor Dickerson.

—Sientan eso—digo, cerrando los ojos mientras inhalo—. Es el aroma de falta de sueño, desesperación y ganas de suicidarse.

—Así es como huele una universidad—dice Sarah pegándose a mi lado, aprovecho que mira las instalaciones para tomar su mano y entrelazar sus dedos con los míos. Le gusta que le tome de la mano desprevenida.

—Oye James, ¿Sabes si ya arreglaron la cafetería?, me gustaría probar uno de sus fabulosos guisados sorpresa—digo.

El Original camina por delante de nosotros dando grandes zancadas, pude notar como aumentó su ritmo al oír mis palabras. Molestar a James Black es como estar caminando en una cuerda floja en la que estar en equilibrio es sólo irritarlo, y caer es conseguir la peor de las muertes, una que incluso estando muerto recordarás.

Me río y recibo un codazo de parte de Sarah, que tampoco puede contener una sonrisa divertida. Bueno, James puede enojarse todo lo que quiera, pero nada evitará que quiera reírme como retrasado al saber que semanas atrás, Kenna provocó "accidentalmente" un incendio en la cafetería. Y nada evitará que quiera tirarme al suelo carcajeandome porque Kenna incendió la cafetería gracias a que estaba como ayudante de cocina ese día como castigo, ya que Dalia había causado un desastre en la biblioteca el día anterior y Kenna se había echado la culpa a sí misma.

—Dalia seguramente estaba leyendo, sus poderes se salen de control cuando no presta atención a su alrededor—dice Sarah.

—Pero creí que había mejorado—miro a James.

—¿Te parece que este desastre es una señal de mejoría?

—Fuiste tú el que tuvo la maravillosa idea de mandar a la universidad a una bruja de 300 años—le recuerda Sarah.

—Lo que sea que hayan hecho ahora, terminará expulsándolos de aquí si siguen siendo un caos, o peor aún, alguien descubrirá que no son normales—espeta James.

—Bueno, lo harán si sigues gritando así—dice Monique, trotando para llegar a la entrada, y abrir las puertas como si fuera la mandamás.

Apenas entramos, todos dejan de hacer sus cosas para mirarnos. Eso es lo único que hacen aquí, mirarnos, cotillear sobre la rara familia mezclada que vive en la mansión a las afueras de la ciudad. Hablar de como Sarah Cooper consiguió clavarme las garras, o de cómo nos unimos a la secta de los Darkers.

Acerca de la muerte de Elízabeth, bueno, la noticia que todos los estudiantes de Mellow creen es que se mudó a Francia a mitad de semestre, antes de que la tragedia ocurriera. Tragedia de la cual sólo las criaturas tenemos conocimiento.

—Actuar natural, claro—murmura James al pasar a un lado de Monique, y avanzar con sus impecables converse negros y su sweater del mismo color.

Caminamos por el pasillo fingiendo no prestar atención a la variedad de ojos que nos comen en este momento, y digo comer porque nos están viendo como si tuvieran una pistola apuntando a su cabeza y no tuvieran otra opción.

Dark Souls |TC3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora