Capítulo 25: Condenados

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Sarah Cooper

No me sentía como yo misma después de que mi mejor amiga desapareció una vez más, dejándome llena de dudas y con más miedo que antes.

Mi hermana menor le había dado la orden de asesinarme, pero esto no era lo único que causaba el profundo temor que me dominaría a partir de ahora, sino también la preocupación de saber lo que le haría al haber fallado.

Porque...¿Cómo vería había pasado? Adelí había fallado al tratar de matarme, ¿O es que había desobedecido sus ordenes?

Me quedé inmóvil por unos segundos, tratando de recobrar el control de mi mente, pues parecía que cada célula había estallado, y las emociones ahora revoloteaban sin control. Y ahí estaba yo una vez más, derrotada, sin haber comenzado la batalla siquiera, rodeada de algo que nuevamente no tenía nada de sentido para mí; Fuego azúl.

La cafetería se había incendiado. Y las causantes habíamos sido Adelí y yo mientras trataba de evitar que matara a Monique.

Pero este fuego. Este fuego era azul.

Acercarse a él, era una idea que asustaba como el soplo de aire de un fantasma, pero a medida que las llamas bailaban ante mis ojos, brillando de un color imposible de ignorar, sólo ansiaba con sentir su luz entre mis dedos, una peligrosa que te dejaba con la garganta seca, y tú sólo querías satisfacer aquella necesidad.

—¿Sarah?—recibo la voz de mi prima como si me hubieran dado un empujón por detrás.

Fue entonces que me di cuenta, de que tenía mi mano levantada por encima de las llamas azules, y que había estado a nada de tocarlo.

—¿Sarah?—habló de nuevo, atrayendo mi mirada hacia ella—. ¿Qué sucedió?

Estaba preguntándose lo mismo que yo, mirando el fuego a nuestro alrededor.

—¿Tú...?—a pesar de que seguía hablándome a mí, sus ojos yacían ahora puestos sobre el fuego, y no sé por qué, los sentía incapaces de poder mirar otro lugar—. ¿Tú hiciste esto?—dijo apenas en un susurro, levantando su mano poco a poco.

Tuve el impulso de detenerla, pero apenas me moví, atraída por querer averiguar lo que pasaría si las llamas abrazaran algo más a parte del suelo.

Mientras ella se acercaba, pude sentir como le quemarían las palmas, y el dolor y la sensación de tener la llama hormigueando aumentaron hasta que sus dedos lo tocaron, y al instante, Monique soltó un grito desgarrador, dando un salto hacia atrás para alejarse totalmente del fuego. Y a pesar de eso, no pude acercarme a ella, al notar la capa de hielo que se había extendido por su mano.

—¡Pero qué mierda!—suelta, sujetándose su mano—. ¿Quien de las dos ha hecho esto?

Trago con fuerza, observando como el hielo desaparece, pero a pesar de que no había manera de que a mi me doliese, de alguna forma, estaba segura de lo que ella sentía después de haberlo tocado.

—Creo que fuimos ambas, en realidad—trago con fuerza.

—Pero...—habla con dificultad—. ¿Cómo?

—No lo sé—digo, pasmada—. Debió ser cuando nos atacamos al mismo tiempo, nunca había visto algo así.

—Esto es una locura—dice.

—Y luego se fue...de nuevo.

—Te habrá dicho por qué, supongo—resopla—. Pero ya lo he escuchado todo, así que...Creo que debemos volver a casa, parece que los demás tienen problemas, pero antes hay que averiguar como arreglar esto.

Dark Souls |TC3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora