Capítulo 84: El sacrificio

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Sarah Cooper

Todo está... Vibrando. Un sonido sumamente agudo no deja de entumecerme los oídos, y al igual que las voces de las personas a mi alrededor, todo ruido es suprimido, como si yo me encontrara debajo del agua. Distorsionado y opacado.

El sonido mantiene un ritmo constante junto a la vibración y mi cuerpo tiembla tanto que pareciera que es el suelo el que se mueve.

Pero no puedo prestarle atención a otra cosa, no puedo mirar otra cosa. Solo mis manos extendidas en el suelo.

Mis manos vacías.

—Adelí—dije en un sollozo, buscando en mis manos algo que ya no estaba.

Los sonidos regresan poco a poco, y la piel se me enchina al oír el llanto de los demás mientras guío mis ojos hacia donde antes yacía Adelí. Pero ahora en su lugar, lo único que pude ver fue el anillo de paladio cubierto de cenizas.

Guié mi mano hacia él, pero esta se quedó a medio camino. De alguna forma, me aterró tomarlo, porque si lo hacía, significaba que ese anillo realmente era la única prueba que quedaba de la existencia de Adelí Mathews.

—No—titubee—. No puede ser así.

Me giré entonces hacia la chica de cabello negro arrodillada frente a mí. Supe que había estado leyendo mi mente, que conocía perfectamente mi estado emocional.

—Elízabeth, por favor...—dije, mirandola suplicante—. Déjame traerla de vuelta.

Una mano envolvió la mía con fuerza, obligandome a mirar a la persona a mi lado.

Alex tiene grabado en todo su rostro que no lo permitirá, sus ojos tornándose en aquel peligroso naranja. A él le importará una mierda que tenga que sacarme de aquí como una muñeca sin vida obedeciendo sus ordenes con tal de que no haga una locura.

Pero a mi tampoco me importa.

—Tengo que traerla de vuelta—digo entre dientes, desafiandolo—. No puedo dejarla morir.

—No dejaré que mueras—espeta—. No voy a perderte.

—Oigan...miren—escuché otro sollozo.

Fue Rihanna, que miraba a Zack anonadada, las lágrimas en sus ojos empeoraron y luego se lanzó en los brazos de su hermano menor.

Yo bajé la mirada hacia la muñeca de Zack, dandome cuenta de que su piel estaba intacta.

El tatuaje de condenado ya no está, por lo tanto, Zack... Ya no es un condenado.

Eso significa que...

—Adelí se sacrificó... por mí—murmuró Zack, incrédulo.

Monique tomó su mano, pero no tuvo la fuerza para ponerse de pie y su llanto continuó.

—Si no traemos de vuelta a Adelí ahora mismo, La Tierra de los Condenados desaparecerá para siempre—digo hacia Alex—. ¡Entonces será imposible volver a verla!

—Esto no es lo que Adelí quiere.

—¡Ella está muerta, Alex!—grito.

Alex se queda estático, mirandome.

—No vas a sacrificarte por ella, no puedes suicidarte y nadie aquí va a matarte ni aunque lo hipnotices—continuó diciendo, sacando a la luz las ideas que se habían cruzado por mi mente.

—¡Pero...!

—¡Suficiente, Sarah!

Ambos dejamos de hablar de golpe al oír la voz de James a nuestras espaldas.

Dark Souls |TC3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora