Capítulo 42: Zeidan, el Torturador

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Alexander Pearson

En aquel momento, descubrí una sonrisa que me causaba un conflicto que me ponía bastante inquieto. Tal era su efecto, que dejó de afectarme sólo mentalmente, hasta que de repente senti que la piel de mis brazos me picaba, y tenía que mirar para asegurarme de que no se tratara de ninguna clase de insecto. Sonaba ridículo, pero asi como se que sentía al principio siempre que la veías sonreír, antes de que sintieras el verdadero impacto, pues una vez que la sonrisa se acentuaba, te era imposible apartar la mirada, temiendo por lo que pudiese pasar despues.

Nada me hacía sentir tanta desconfianza, como verla solamente ahí de pie, sonriendo con satisfacción mientras la multitud celebraba a lo grande dos victorias más en el Coliseo de la Prisión que ella había construído.

Pego un respingo al a oir un zapataso. Voodo había subido un pie al podio, pisando fuertemente con su bota mientras sostiene el micrófono cerca de su boca.

—¡Con esto, Drew Carusso obtiene su primera victoria en el coliseo, lamentablemente ya no veremos más a Jack competir en la arena!—hace un puchero fingido, soltando risas que no parecen tener calma.

Es entonces que escucho un sollozo de la única otra persona conciente abajo conmigo. Miro a Drew, aún demasiado lejos de mi alcance, de rodillas en el suelo con las manos levantadas, su cabello desordenado y lleno de arena, mientras se sacude violentamente por el llanto evidente que lucha por contener. Con ambas manos cubre su rostro dejándose caer desconsolado.

Pero tuve que dejar de mirarlo cuando una nueva presencia invadió nuestro espacio. Me incorporo lentamente, acomodando a Rihanna en mis brazos con cuidado para sentarme, mientras la persona que ha saltado desde el podio, sostiene animadamente una paleta roja, dando saltitos hacia el chico encorvado.

—Eso fue fantástico, Drew. Me diverti mucho—le dice sonriente.

Incluso desde mi lugar, pude notar como Drew se quedaba tieso al oír esa voz.

—Estuviste increible—dice ladeando la cabeza e inclinándose un poco al ver que este no le contesta—. ¿Qué sucede, estás triste acaso?

Ella se agacha lentamente.

—Atria...—susurra él, apartando lentamente las manos.

—Bueno, eso es lo que pasa cuando te contienes, todos tenemos un límite, Drew—hace un puchero—. Y tú decidiste cruzarlo, para protegerlos a ellos, ¿Cierto?—nos señala, con los ojos muy abiertos aún enfocados en su hermano—. ¿Qué es lo que significan exactamente para ti?

—¿Qué es...?—le oigo decir, con voz débil y quebrada, ajena al Drew que conozco, como si de pronto le hubiesen arrebatado esa parte de él—. ¿Qué fue lo que hice?

—Hmmm—frunce el ceño—. No me gusta esto, no me gusta ver a mi hermano mayor tan triste...Pero eso te pasa por no obedecer a tu hermanita—con sus dedos debajo de la barbilla de él, levanta su cabeza, obligándolo a mirarla—. ¿Cuántas veces tengo que decirtelo, Drew? Tú único propósito es traerme de vuelta—sonríe ampliamente—. Tu vida me pertenece ahora, y no puedes hacer nada al respecto...Y esos Black a los que llamas amigos tampoco.

Atria suelta un suspiro, y se aparta de su hermano sin dejar de mirarlo, mientras este, continúa sumido en su tortura.

—De acuerdo, llévenselos a sus celdas de nuevo, es hora de que pasen los siguientes participantes.

Dark Souls |TC3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora