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Abrí mis ojos respirando con cuidado y siendo capaz de escuchar movimiento alrededor

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Abrí mis ojos respirando con cuidado y siendo capaz de escuchar movimiento alrededor.

Había tenido pesadillas todo el tiempo que dormí, me hicieron sudar y dar vueltas en la cama una y otra vez como si estuviera enferma.

Podía sentir cómo me movía a lo largo de mi "siesta", pero mi cuerpo se negaba a despertarse completamente. Fue bastante parecido a una parálisis del sueño.

Levanté mi cabeza. Una de las mujeres, a la que apodé como Mujer 1, estaba acomodando una bandeja sobre un carrito de metal, poniendo los cubiertos a los lados.

Fruncí el ceño cuando se acercó.

—Le traje algo para que coma— puso la bandeja a un lado mío y lo abrió, mostrando una comida que me prepararía mi madre cuando estaba enferma o desganada.

Pastel de arroz con huevo semi-frito. Demasiado especial e íntimo entre las dos.

Solté un suspiro con incredulidad.

¿Cómo diablos sabían lo que me daba?

—Esto es de locos— murmuré. Me senté apoyando mi espalda en el respaldar, y bostecé tapándome la boca. Mi espalda seguía resentida por haber estado en vela toda la noche y sin apoyo, dándome pequeñas punzadas en los músculos.

—Tengo que asegurarme de que coma —dijo Mujer 1.

Puso el plato en mi regazo, pasándome los cubiertos.

—¿...Cómo sé que no tiene nada que me vaya a matar?

Según mi lógica desvariada, podrían haber puesto veneno para que sufra una muerte lenta.

—Su comida está en perfecto estado— la miré desconfiada, pero mi estómago rugiendo delató el hambre que tenía.

Bueno, si iba a morir comiendo esto, que así sea, se veía delicioso y el hambre podía más que mi resistencia.

Parecía mejor destino que seguir aquí, si lo pensaba bien. Morir por comer, ¡Qué mejor que eso!.

Tomé los cubiertos y empecé a devorar la comida, sintiendo el alivio extenderse por mis papilas gustativas y mis músculos relajarse.

Bien, esto sabía increíble.

Nos quedamos en silencio mientras yo comía y ella miraba un punto fijo en la pared de enfrente.

Carraspeé con suavidad.

—Tú uhm... — dirigió su vista a mí —eh, eres igual-... uhm... ¿Vampiro?

Se sentía extraño pronunciar esa palabra.

—No, señorita Kang, no soy vampiro. — sentí alivio al escuchar eso, pero más preguntas llenaron mi cabeza.

—¿Entonces por qué...?— miró a la puerta que se mantenía cerrada, y volvió a mirarme a mí.

—¿Puedo recomendarle algo?— ignoró mi pregunta e hizo otra bajando el tono de su voz. Asentí lentamente. —Trate de ser lo más sumisa posible, de esa manera el amo Jung se aburrirá de usted y podrá ser libre más rápido.

FAVORITE | Jung Jaehyun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora