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Sentía el agua caer por mi espalda hasta llegar al fondo de la tina, en lo que utilizaban esponjas suaves para lavar mis brazos

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Sentía el agua caer por mi espalda hasta llegar al fondo de la tina, en lo que utilizaban esponjas suaves para lavar mis brazos.

Las mujeres no me habían hablado en ningún momento, ni siquiera hacían algún sonido simulando ser de plástico. Una me frotó la cabeza con suavidad.

Gemí de dolor cuando tocó mi herida, y sentí como se paralizó detrás mío, alejando sus manos rápidamente como si yo tuviera alguna enfermedad viral.

La otra mujer levantó su cabeza al instante, dejando de aplicar shampoo en la esponja.

Yo no volví a quejarme, y ellas después de unos segundos volvieron a su trabajo.

Había sido extraño.

Me estaba dejando hacer todo, como que me desnuden y me metan a la tina con mi vista perdida en el agua y el vapor que salía.

Pero me sentía jodidamente asustada, y tenía un nudo en la garganta que no había dejado salir y seguía creciendo.

No entendía por qué estaba aquí, ni por qué estas mujeres actuaban con normalidad, cuando era obvio que yo había sido secuestrada.

Tampoco entendía cómo ese hombre, Jaehyun, supo mi nombre.

¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? ¿Dónde estaba? ¿Quién es el hombre que me secuestró? ¿De verdad asesinó a esa mujer?

Solo podía recordar que quería estar en mi cuarto viendo youtube, contándole a mis padres cómo me fue, y que ya estaba a un paso de entrar a la universidad que deseaba y por la que tanto me esforcé.

Las mujeres terminaron de lavarme dejando un olor a vainilla en mi piel, y me sacaron con cuidado, vistiéndome sin ninguna queja de mi parte. Me pusieron unas pantuflas negras alcolchadas, y me guiaron a otro cuarto.

Me fijé en lo que había. Era un dormitorio, con una cama queen size, un pequeño librero lleno, muebles para guardar la ropa y el piso alfombrado.

Se me fue el aliento al atar los cabos.

No había nada que demostrará que Jaehyun dormía aquí, pero sí había cosas para que alguien más lo haga. Un cuarto totalmente equipado.

Una de las mujeres abrió el ropero doble de madera, donde había con bastante ropa, doblada. Vestidos, poleras, pantalones, etc.

Algo que estaba segura, Jaehyun no utilizaría.

Mirar eso provocó que el nudo de mi garganta se rompa, negué torpemente con la cabeza, mis labios se fruncieron y mi cara se contrajo. Mis piernas fallaron por sexta vez, y caí de rodillas en frente del ropero, llorando.

Mi cabello seguía goteando por la reciente ducha y mojaba el piso alfombrado debajo de mí, igual que la parte de tela que cubría mis hombros.

—Señorita... —finalmente una de ellas habló —Párese, por favor.

FAVORITE | Jung Jaehyun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora