"Uno de mis deseos más grandes fuiste tú, y ahora que te tengo, no pienso dejarte ir."
Fue interesante la manera en la que nos conocimos, no voy a negarlo, ¿quién se lo imaginaría?. Único y especial, como todo lo que tenía que ver con él.
Y el tie...
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"Oh, pobre de Leia. La dulce e inocente Leia que siguió a Jaehyun con los ojos vendados, cometiendo error tras error"
—Sigues viéndote hermosa— me dijo él con simpleza, mirando mi cuerpo.
—No tengo nada de hermosa, incluso bajé muchísimo de peso— dije en un tono pesado —soy un cadáver andante.
—Eres mi cadáver andante, entonces.
Rodé los ojos y él sonrió. Ugh, odiaba como se veía mi cuerpo, no era nada bonita visualmente a este punto, estaba tan lastimada que podía pasar por una vagabunda.
O una secuestrada.
—Como sea— busqué cambiar de tema, pero inicié uno algo similar —¿Por qué te fijaste en mí, Jae?
Él enarcó una ceja sin mirarme, sus ojos estaban puestos en la copa de sangre que tenía. En cambio, yo estaba con chocolate y leche en una taza de porcelana.
—Sí— dije con sinceridad, él me miró, llevando la copa a su boca.
—Los papeles cambiaron— dijo antes de tomar un trago.
—Solo yo cambié— dije con un pesar en mi voz —Tú nunca fuiste inseguro.
Y sus ojos temblaron por un segundo, casi pasando desapercibido.
Casi.
—Eso es cierto— me dio la razón, antes de volver la vista a su copa —Ya te dije por qué te elegí, muñeca.
Fruncí el ceño.
—No lo hiciste, solo dijiste que te atraje desde el primer momento.
—He ahí tu respuesta— ladeó la cabeza.
—No es suficiente razón para que decidas volverme tu muñeca, tú pasas por un proceso antes de traer a alguien— sus ojos brillaron con orgullo.
—Es bueno saber que ya sabes mis métodos— sonrió de costado y un hoyuelo se marcó.
—Estás cambiando el tema.
Antes me hubiera ignorado o tratado con sequedad si le hablaba así, pero ahora solo se acomodó en la silla, interesado en la conversación.
—No siempre tengo las respuestas a todo, cariño— dijo relamiendo su labio inferior, titubeando un poco —¿Crees en el destino?
Destino.
Creía que era eso lo que me había traído a sufrir aquí, y que por eso estaba perdiendo la cabeza. Para mi, el destino era un hijo de puta que solo quería verme caer, me ponía obstáculo tras obstáculo, riéndose a carcajadas de mis golpes. El destino me odiaba probablemente, y yo a él.
