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El conocido timbre sonó antes de que las puertas se abran y yo pueda salir del bus que me dejaba a tres cuadras de mi casa

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El conocido timbre sonó antes de que las puertas se abran y yo pueda salir del bus que me dejaba a tres cuadras de mi casa.

Eran las 4 de la tarde, y estaba volviendo de haber entregado algunos documentos para mi ingreso a la universidad, ya solo me faltaba un pequeño paso más y lo lograría, pero estaba agotada, estar parada haciendo fila en pleno sol era terrible.

Caminé a paso apresurado entrando a mi calle. Quería llegar a comer algo, tal vez algún video de terror y ramen picante sería una excelente combinación.

—¡Ahgdgyf...!

Mis orejas se crisparon ante el ruido como un gato asustado. Detuve mis pasos y me quedé en silencio para saber si tal vez no fue mi imaginación.

—¡A-ayuda!...¡Ayhsgdbew!

Vale, eso no fue mi imaginación en lo absoluto. Alguien estaba intentando gritar.

Me fijé a los lados en mi posición, el ruido provenía de un callejón, que dada la hora, no estaba oscuro pero casi nadie pasaba por ahí. Volví a mirar adelante; podía ver mi casa. Yo tampoco pasaba por ese callejón, era muy vacío y me daba intranquilidad aunque fuera un atajo para llegar más rápido a la siguiente calle.

No vivía en un lugar solitario ni alejado, tampoco de mala muerte, era un barrio muy tranquilo, con gente metida en sus asuntos y viviendo con normalidad. Pero recién ahora notaba la falta de personas, era de día y no rondaba nadie.

Sollozos me trajeron a la realidad.

Joder, había alguien en peligro y solo estaba yo cerca.

Podría haber llamado a la policía, pero hasta que lleguen iban a pasar dos días. Odiaba el sistema de seguridad.

Inflé mi pecho y decidí hacerme a la valiente.

Agarré una piedra mediana. No encontraba nada más a la vista, a menos que agarrara la botella sucia de plástico con restos de gaseosa, que no era de ayuda tampoco.

Bien, éramos yo y mi piedra.

El burro por delante, me hubiera dicho mi madre.

Me acerqué a pasos rápidos y silenciosos, y estiré mi cuello para ver por el callejón.

Mierda.

Había una chica en el suelo, su cabello estaba muy despeinado, con una polera que supongo en algún momento fue blanca, ahora llena de sangre, se arrastraba con dificultad, intentando levantarse.

Parado frente a ella estaba un chico, tenía la respiración acelerada, sus manos con sangre, y miraba impasible como la chica se arrastraba lejos de él.

No había armas a la vista, ¿con qué la había lastimado tanto? ¿Podría haberla golpeado tan brutalmente para dejarla así?

La chica lloraba y rogaba en balbuceos que la deje. Solo se arrastró un poco más, ni medio metro, cuando el chico se agachó y jaló sus piernas con una facilidad increíble, como si agarrara una hoja de papel, le dio la vuelta para que esté boca arriba y se puso encima de ella de cuclillas.

—Me estás aburriendo— escuché su voz profunda desde mi posición, y mis manos empezaron a temblar.

Se supone que debía ayudar pero no podía moverme, era demasiada sangre.

Abrió su boca acercando más su cara, intenté ver qué planeaba hacer achicando mis ojos, esperando que mi vista no me falle ahora. Y sus dos caninos empezaron a crecer de repente.

Sentí como me puse pálida ante la vista por sus malditos dientes que habían crecido. Solté la piedra que tenía, lo que provocó un pequeño ruido, y delató mi escondite que no tenía nada de escondido en realidad.

Los dos me miraron, el chico con su boca entreabierta y los colmillos sobresaliendo, y la chica con lágrimas bajando y mezclándose con la sangre de su cara. Ella negó levemente, y como si fuera un último esfuerzo, habló:

—C-corre...

Eso era para mi. Reaccioné al instante, y empecé a correr lejos de ahí.

Escuché como si algo se hubiera roto con fuerza en un ¡plap! contundente, y solté un grito ahogado.

Debía llegar rápido a mi casa, estaba muy cerca. Solo debía meterme, llamar a la policía, mudarme a otro continente, cambiar de nombre y vivir en el anonimato hasta cerrar mis ojos de anciana.

Estaba a tres casas de entrar a la mía.

No debía tropezarme y todo saldría bien, estaría traumada, pero viva.

Estaba a dos casas de la mía, me faltaba tan poco. Saqué con torpeza mis llaves, preparada para entrar, sintiendo terror cuando apreté la llave en mi mano con fuerza.

Y caí.

No, no fue mi culpa, sentí un peso en mi espalda y mis piernas ya débiles cedieron.

Grité con fuerza esperando alertar a la gente, y miré sobre mi espalda. Ese chico estaba encima de mí, había sangre chorreando de su boca, que bajaba por su mandíbula y manchaba su ropa.

—No, no, no— balbuceé y pateé al aire arrastrándome, logrando darle en la cara, la giró por la fuerza que utilicé pero no había signo de dolor. Le pateé otra vez con éxito, y aproveché para levantarme y volver a correr, tenía lágrimas en mis mejillas y me dolía la pierna por la patada, creo que me había jalado un nervio.

Un fuerte dolor en mi cabeza me mareó de un segundo a otro, caí de rodillas, sin poder aguantar mi pierna con el nervio estirado, y unos pasos se escucharon más cerca.

Miré atrás con dificultad, encontrando la piedra que agarré hace poco.

La misma piedra que yo iba a utilizar de arma y protección, ese hombre la lanzó y llegó exactamente a mi cabeza.

Caminó tranquilo hacia mí, con su mirada fija en mi cuerpo tembloroso.

Mis ojos se voltearon al no poder aguantar el dolor en mi cabeza y perdí el conocimiento.

N/A

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N/A

¿que si estoy emocionada? sí, demasiado. Esto lo escribo desde hace meses, pero nunca tuve planeado publicarlo. Es más, fue la última cosa que podría tener en mente, pero me dio ganas de compartir esto con ustedes, a ver si he mejorado en el tema de escribir luego del larguísimo hiatus que tuve.

El anterior capítulo fue como una sinopsis, y esta fue una introducción(?. Lol, ni yo entendí.

Pero el libro empieza realmente desde el siguiente capítulo, esto fue para que sepan más o menos por dónde va la historia.

va, gracias por leer <3

FAVORITE | Jung Jaehyun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora