𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑𝟑

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Alessandra. Eso pasó.

Estaba allí riéndose. Se me pasó por la mente si estaba haciendo algo mal o si había dicho algo mal.

Tantos comentarios se me cruzaron por la mente que comenzaba a marearme. En cuanto acabó la canción a pesar de que iba a cantar otra de Britney dije gracias porque hubieran venido y salí casi corriendo del escenario.

Había mucha gente en el backstage. Felicitándome. Abrazándome. Tocándome. El aire me falaba. Solo quería llegar a algún sitio tranquilo.

Trataba de salir de ese circulo de gente y acabé consiguiéndolo. Corrí hasta mi camerino. No había nadie. Cerré la puerta con pestillo y me apoyé en ella tratando de respirar.

Seguía pensando en lo que había pasado y pensando precisamente en eso todo tuvo sentido desde un principio.

Justo cuando Alessandra estaba trabajando en muchas revistas se la empieza a ver con Damiano mucho más que a mi con él y me llega a la menta la frase "era ella la que me invitaba y no podía decir que no a mi amiga" que me había dicho Damiano en Rotterdam.

Para ese entonces todos los ojos de los italianos estaban en ese cotilleo. Fue ahí cuando rompimos, se hizo público, haciendo todo más jugoso. Mi equipo sabiendo que seguía mal me ofreció hacer un disco solo para ser más popular y no paraba de buscar películas y series. Maneskin justo se presenta a San Remo.

Y ahora es cuando me preguntaba si toda nuestra ruptura había sido marketing ahora que yo había lanzado un disco y Maneskin ganado Eurovisión. 

¿Damiano lo sabía?

¿Me había pedido salir también por marketing?

El aire que casi había vuelto a mis pulmones volvía a faltar. El pecho me dolía mucho. La manos me temblaban y tenía las mejillas manchadas de lágrimas.

-¿Coraline? Coraline abre.- dijo la voz de Damiano al otro lado de la puerta.

Gateé hasta una esquina para no escuchar tanto su voz y me abracé a mis propias piernas.

-¡Coraline! ¡CORALINE! ¡Abre por Dios!

Sus portazos eran como martillazos en mi cabeza que hacía que no pudiera pensar en otra cosa. Me tapé los oídos con fuerza aún con las manos temblando y llorando cada vez con más fuerza.

Hasta que escuché el sonido de la puerta chocando con la pared y levanté la vista para ver a Victoria venir hacía mi.

-Shhh, ya, estás en un lugar seguro.- me susurró.- Cierra los ojos, imagina un lago tranquilo.- escuchaba su respiración, sabía que lo hacía aposta para que pudiera imitarla pero el simple gesto de inhalar hacía que el pecho me doliera mucho.- Escuchas el agua, los pájaros, miras os árboles, las hojas.

Victoria me estaba dejando un espacio pero me agarraba las manos.

-¿Qué sientes?- me preguntó.

Me costó hablar pero lo intenté.

-Me duele el pecho y la cabeza.- dije tartamudeando y me di cuenta que mis labios también temblaban.

-¿Quieres hielo?- asentí.- Estoy aquí, ¿si? Respira hondo 4 segundos , aguanta 4 segundos, suéltalo. Respira conmigo.

Comencé a relajarme y sentí un frío en mi frente que supuse que era el hielo. Seguía pensando en el lago y no había abierto los ojos.

¿Y si estaban todos allí y solo estaba haciendo el ridículo?

Las manos volvieron a temblar y vi que volvía al principió.

-Lo estabas haciendo muy bien, respira. 

-Hazla caso.- escuché su voz, firme, enfadado.

Me sentía débil ante sus palabras y ante al mundo. Victoria apoyó una mano en mi cara y la acarició suavemente.

-¿Quieres estar sola?

Negué levemente sabiendo que sola podía aumentar el ataque e ir a peor.

-¿Me quedó contigo?

Asentí. Seguidamente escuché al puerta cerrarse.

-Respira hondo, estás conmigo, protegida, yo estaré contigo siempre, no te preocupes.

Escuché su respiración tranquila y poco a poco la fui copiando, sintiendo cada vez más calma. Abrí poco a poco los ojos y vi a la chica ahí esperando a que estuviera mejor.

-¿Mejor?

-Sí.

Me quité el hielo y Victoria me ayudó a levantarme.

-¿Qué necesitas ahora?

-Quiero volver a casa. Por favor. Y ver a mi padre.

-Claro ahora vuelvo.

Me senté en el tocador mientras ella salía y cerraba la puerta. Escuchaba sus voces pero mi mente las distorsionaba y no podía entender lo que decían.

-Hola cariño.- dijo mi padre al entrar.

-Hola papá.

-¿Como te sientes?

-Mejor ahora.

-¿Quieres contarme qué ha pasado?

Algo que me gustaba de mi padre es que no le costaba contagiar su tranquilidad y que nunca iba a obligarte a decir o hacer algo.

Creo que mi silencio le dio una respuesta y se puso a mi lado en otra silla.

-Damiano está muy preocupado, él no quiere verte así.

-Lo sé.- dije evitando la conversación.

Miraba mis manos, aún un poco nerviosas, y retorcía mis dedos en ellas para distraerme.

-Ya estoy mejor, quiero ir a casa.

-Te entiendo. Pues vamos.

Me levanté junto a él y cuando salí vi a los chicos en una piña al final del pasillo.

Victoria fue la primera en acercarse a mi y agarrar mis manos con las que aún seguía jugando.

-¿Mejor?

-Sí.

-Te llevaré a casa, y podrás descansar.

-Bien.

Damiano no intentó abrazarme o tocarme, sabía que si algún contacto físico me agobiaba podía volver a ocurrir.

-Mañana iré a tu casa.

Coraline ✔️ ꜰᴀᴍᴇ #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora