XXXIV

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Virgo: 13 de mayo

- Si dejaras de alumbrarme con la linterna sería bastante útil - le dije a Leo y le dí un empujoncito - No me estás ayudando.

- Lo intento. Y si te da curiosidad por lo que se ve, tu ojo está más verde que miel, ah, y en el otro tienes algo rojo - dice tranquilamente y va a buscar su juguito arriba de mi escritorio.

¿Y cómo lo dice tan tranquilo?

- ¿Cómo dices? - dije algo alarmada y me levanté corriendo hacia mi escritorio. Lo empujé en el camino y me senté para encender mi laptop - ¿Qué tan rojo lo tengo?

- ¿Quieres dejar esa manía de sacarme de tu camino empujándome? - dice quejándose y vuelve a mirarme - Tan rojo como si le saliera sangre, pero no creo que sea demasiado grave.

Dejé de escucharlo y empecé a teclear.

- ¡Podría ser un derrame! - dije asustada y lo miré. Seguía con su puto juguito.

Se agachó un poco a mi lado para ver la laptop - Na. Estarás bien, sino ve a preguntarle a Escorpio, tenemos un médico en esta casa.

- Lo sé, pero...

La puerta se abrió y vimos como Piscis se asomaba.

- Chicos, Andrew está abajo.

- Lo que me faltaba. Ya vamos - dije en un tono irritado y esperé a que salga de la habitación.

- ¿Sabes que va a matarnos si no bajamos, no? - dice y deja su jugo.

- Tengo un ojo sangrando, ¿Lo ves normal? - dije más alterada.

- No exageres, solamente... - se quedó callado unos segundos mirándome y abrió la boca - ¡Ahora sí te está sangrando!

Quedé paralizada un momento y me pasé un dedo por el ojo y ví que tenía sangre.

Lo volví a mirar, notó que estaba por volverme loca y habló.

- Está bien, está bien. Todo perfecto, es un simple sangrado, todo está muy bien, no hay de que preocuparse, cariñito... ¡Mierda! ¿¡Y sí se te cae un ojo!? - se pasa una mano por el cabello - ¡Vas a quedar tuerta!

- ¡Leo! ¡Tenías que calmarme!

- ¡Perdón! ¡Pero deja de gritarme!

- ¡Se va a caer mi ojo, oh Dios!

Una puerta se abrió de repente y se golpeó contra la pared.

Levanté la mirada pero no ví nada más que una sombra.

- ¡Leo no puedo reconocer la silueta! - dije mirando hacia donde estaba él.

Antes de que diga algo, alguien lo tomó del cuello de la sudadera y se lo llevó afuera.

- Dile a Andrew que nos dé 15 minutos - dice Escorpio y cierra la puerta.

- ¡Los va a matar! - grita del otro lado.

Escorpio no lo escuchó y se acercó a mí.

- ¿Y a tí que te pasa? ¿De repente te volviste ciega? - dice mirándome con el ceño fruncido y me toma de la barbilla para verme mejor.

- ¿Y tú crees que lo sé? - digo molesta - Me está sangrando el ojo.

- Pues ya deja de llorar - dice y me suelta - Si te pones así ayudas menos - se levanta y sale de la habitación.

Me quedé mirando hacia arriba como cuando me maquillo hasta que volvió con algo en la mano.

- Espero que te quedes quieta - dice y vuelve a tenerme de la barbilla - abre bien el ojo.

Experimento 12-ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora