XXXIX

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11 de julio: Leo

—No me gusta tu actitud —dije entrando a su cuarto y cierro la puerta por detrás.

—¿Que actitud? —pregunta sin verme.

—La que tienes con Diana, ni siquiera bajaste a despedirla.

—Claro que no, me cae mal —dice y me mira —Eres mucho para esa chica, y no me importa alimentar tu ego, porque es la verdad.

—No te esfuerzas en darle la mínima oportunidad.

—Ya ví como es, se la pasa hablando de ella y su vida, hace demasiadas preguntas y a veces se queda divagando por la mansión como si fuera su casa. Esto no es un hotel ni nada por el estilo.

—Virgo, ¿Tú crees que yo soy idiota? —dije por fin.

—La verdad es que sí.

Fruncí el entrecejo y cerré mis puños. Guardé mis manos en los bolsillos de la sudadera y nos miramos unos segundos.

—Puedes irte de aquí si así lo deseas —dice para luego encogerse de hombros.

—No, porque así no se solucionan las cosas. No me iré hasta que entiendas que estás equivocada.

Ví como se asomaba una pequeña sonrisita en su rostro.

—¿De qué te ríes? —dije un poco enfadado —Lo digo de verdad, yo también necesito algo de amor, y no; el tuyo no es lo mismo. Te dejé con el otro imbécil que no es para tí, a mi déjame hacer lo que quiera, al fin y al cabo tenemos los mismos derechos en esta casa.

—Esos derechos cambian cuando hablamos de tu idiotez.

—¿Cómo dices? ¿Quieres dejar de tratarme como idiota?

—Cuando dejes de serlo lo haré, pero ahora demuestras todo lo contrario de ser una persona inteligente. Piensa un poco.

—¡Lo pensé mucho! ¡Qué tú estés celosa es algo muy distinto!

Se llevó una mano al pecho —Dime que fue una broma lo que acabas de decir.

—Claro que no es una broma, es la verdad. Diana no te ha hecho absolutamente nada, te trata como una reina y tú solo dices estupideces. ¡Te defendí todo el tiempo cuando ella preguntaba qué te pasaba!

—Entonces dile la verdad, ¿Por qué le mientes a tu amada? Dile que a tu mejor amiga le cae mal.

—No le diré eso.

—Está bien. Solo diré una cosa, cuando veas que tengo la razón ni se te ocurra aparecer.

—No la tienes. Tú no sabes nada, solo piensas mal de la gente. Sé que tipo de personas traigo aquí.

—Leo, no sabes nada, no te das cuenta. Pero bueno, tú puedes creer lo que quieras, al fin y al cabo no vale la pena discutir contigo. Eres un cabezota igual que Tauro, no se puede discutir con ustedes como una persona normal. Son dos niños ingenuos.

—¿Cabezota yo? Eso lo dices porque no quieres que te dé la razón que no tienes, no tienes argumentos para defender lo que dices, solamente porque "viste como es" no significa que la conoces porque ni siquiera te esforzarte en hablarle o dedicarle una sonrisa.

Ví como se llevó la mano al bolsillo y sacó su celular, ignorándome.

—¡Ah! ¡Vas a ignorarme! —digo levantando las manos —Claro, como acabo de cerrarte la boca me vas a ignorar porque tengo la razón y tú no, ni siquiera un "perdón", "me equivoqué" o "tienes razón"

Volví a ignorarme por completo.

Solté una respiración brusca y me fuí de su habitación.

¿Por qué tiene que ponerse así?

Experimento 12-ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora