LII

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24 de noviembre. Tauro:

—Piscis, abre la puerta —dije en voz baja dando golpecitos a esta.

—¿Por qué debería abrirte la puerta? —respondió del otro lado.

—Oh, no lo sé. ¿Para hablar? Digo, parece un buen plan. —contesté en tono sarcástico.

—¿De qué exactamente? ¿Vienes a pedirme perdón?

—¿Perdón de qué? ¿No se supone que se te había pasado?

—¿No es obvio que no?

—Vine porque se te había pasado el enfado y ayer saliste corriendo a encerrarte. Mínimo una explicación, ¿No te parece?

La puerta se abrió, y pude tenerlo enfrente de mí rostro.

—¿Cómo dices?

No era momento para reírme, así que no lo hice, pero es que me causa gracia. Dos idiotas haciéndose preguntas sin llegar a nada. Tiene que ser un chiste.

—Que has salido corriendo de la nada, se suponía que estábamos bien, ¿Qué te sucedió?

—A ver, imagina que pudiste haber hecho —volteó los ojos.

—¿Yo? ¿Se supone que hice algo? —pregunté más para mí que para él mientras me reía, confundido.

—Vuelve sobre tus pasos.

Me dieron ganas de hacerlo de manera literal: volver al sofá para ver una película mientras comía zanahorias. Aún así decidí quedarme quieto en mi lugar y averiguar qué demonios le sucedía.

Todo por ver a ese estúpido niño correr en la televisión. Me llegó el recuerdo de Piscis ayer y bueno... Aquí estamos.

—Piscis, es evidente que no lo sé, ¿Tanto te cuesta decirme porqué saliste corriendo?

—Deberías empezar a darte cuenta de tus errores, yo no debería decírtelos.

—¿Eh?

Empecé a morder mi mejilla por dentro, me estaba poniendo los pelos de punta.

—¿De verdad no lo sabes?

—Mira, Piscis —dije eso con la última gota de paciencia que me quedaba. —No sé que hice, o si quiera si hice algo. Pero no me voy a disculpar por algo que no sé, ¿Entiendes?

Me estaban dando muchas ganas de salir corriendo, sinceramente no veo una salida positiva a todo esto. Pero acabo de llegar...

A la mierda todo. Él no me entiende nada de lo que le digo y me estoy frustrando.

Sentí como mi cabeza estaba por estallar.

Indicio para irme.

Y justo, en ese preciso instante apareció mi ángel salvador.

—¿Tauro, vas a hacer algo en un rato? —preguntó como si Piscis no estuviera allí.

Por eso eres mi mejor amigo.

—Hace literalmente, menos de 19 minutos, estaba viendo una película...

—¿Me puedo unir?

Piscis tosió.

—Sigo aquí —dijo mientras agitaba su mano enfrente de mis ojos para llamar mi atención.

—Sí, ya te ví. —contesté mirándolo un microsegundo y volví a mirar a Acuario. —Ahora voy a bajar otra vez, ¿Quieres ir?

—Voy a ir. —afirmó.

—¿Y yo? —Piscis volvió a interrumpirnos.

—Eh, Piscis —Acuario lo llamó. —Yo en 2 horas me iré, y no estaré un par de días en la mansión. Espero que no te moleste que quiera estar con mi mejor amigo antes de irme.

Experimento 12-ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora