XLIV

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28 de agosto. Leo:

Me tomé el tiempo de elegir un atuendo para la ocasión, ¿Y por qué no? También un buen vino.

Era un día de celebración.

Me encontraba en la sala de juegos de la mansión. Hay una barra y por ahí una mesa de pool. Tengo una copa en una mano, esperando a llenarse.

La puerta se abrió y apareció a quien esperaba.

Escorpio.

Se sentó directamente a mi lado en la barra y tomó una copa.

—Buenas noches —dije, sonriendo.

—Vé al grano. Tengo cosas mejores en qué perder el tiempo —dijo sin saludarme y llenó su copa del vino.

Sonreí y llevé mi mano al bolsillo de mi pantalón. Saqué un reloj de bolsillo y se lo enseñé. Me miró confundido. Cerré mi puño con el reloj dentro y cuando volví a abrirlo solo habían cenizas.

Las dejé sobre la barra y lo miré —Esa es la descripción gráfica de lo que puedo hacer en cualquier momento contigo. —Tomé la botella de vino y llené mi copa.

Empezó a reírse y le dió un sorbo a la copa.

—Hablas demasiado —dejó la copa en la barra —Eres débil, Leo. Y creo que está de más decir que no te funciona el cerebro.

Ahora era yo quien se reía.

—¿Recuerdas lo que te dije?

—¿De qué toda mi mierda iba a salir a la luz? —alzó la ceja y asentí —¿Cómo olvidarlo? Ha sido divertidísimo.

Empecé a reírme y volví a mi postura.

—Escorpio —lo llamé. —Lo sé.

Me miró confundido, pero aún así parecía estar divirtiéndose.

—¿Qué sabes? ¿En cuántos cementerios enterré a tu novia mutilada? —sonrió con maldad.

Mi sangre hervía. Levanté el brazo para pegarle una cachetada, pero me sostuvo.

—Dime lo que me tengas que decir, parece ser interesante. Luego tratas de golpearme —dijo y me soltó el brazo.

Estaba apretando los dientes con fuerza y le dí un sorbo al vino.

—Tengo fechas, nombres e información —dije dejando la copa en la barra otra vez. —Te daré la opción de que te arrepientas de lo que hiciste. De lo contrario, lo último que haré será callarme.

—Como si lo hicieras. Eres una cotorra, nunca te callas...

—2017, casi 2018 —empecé con una sonrisa en mi cara.

Me miró fijamente. —¿Qué averiguaste? ¿La fecha del mundial de Rusia?

—Géminis —continué.

Esta vez se quedó callado y pude notar como se tensaba su mandíbula. Tomó otro sorbo y volvió a dejar la copa.

—Puedo continuar —informé —Y también puedes empezar a arrepentirte de todo.

—¡Ja! —rió con sarcasmo. —¿Y de qué se supone que me tengo que arrepentir? Salvé a tu mejor amiga de la idiota que trajiste a casa. Mínimo unas gracias.

—Bien, quieres que continúe entonces. —hice una pausa —Géminis y tú, con una cama de por medio.

—Eres tú el de las malas decisiones amorosas. Tú hiciste entrar a una pelirroja con cleptomanía.

—Eres tú el que terminó llorando porque Géminis no lo quería. Tú fuiste el ingenuo juguetito sexual.

Juraría que lo escuché gruñir.

Experimento 12-ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora