XLIX

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23 de octubre. Libra:

Hoy es el cumpleaños de Escorpio... ¿Se supone que debería importarme?

Le dije feliz cumpleaños, ¿Ya es suficiente, no?

Me levanté únicamente a desayunar porque Sagitario insistió, sino no lo haría.

Ni siquiera me satisface comer. Hoy habrá una fiesta a la cual no me voy a unir.

Simplemente no tengo ganas, ni aunque me arregle me veo bien, pero tampoco me veo mal. No me veo.

Tenía mi café en la mano cuando pasaron Tauro y Piscis frente a mí.

Se ven tan felices.

Fueron a la cocina y se pusieron a hacerse su desayuno, jugando con la comida.

—¡Libra! —Piscis me llamó —¡Dile algo! ¿O no que cocino bien? ¡Yo debo cocinar!

Me limité a alzar los hombros como forma de respuesta.

—Déjala, cariño —le dijo Tauro bajito, creyendo que no lo oía —Ambos sabemos que yo cocino mejor, además, apenas debe despertar, déjala tranquila.

Le dí un sorbo a mi café, fingiendo que no los oía.

Escuché más pasos acompañados de risas. Virgo y Sagitario aparecieron también.

“nunca vamos a separarnos”

“¡Mejores amigas para siempre!”

Ah, sí. Me recuerdan a Géminis y a mí cuando teníamos 11.

Parece que todos se levantaron alegres hoy. Y yo solo me levanté.

—¿Le escribiste? —Sagitario preguntó, supongo que a Virgo.

—Si, me respondió hace unos minutos. Acaba de despertar, supongo —le respondió.

Suspiré y seguí con mi café, que se estaba haciendo eterno.

Sentí que me tocaron el hombro y ví a Virgo mirándome mal.

—Esa es mi taza, por si no lo notaste —dijo frunciendo las cejas.

No dije nada y me levanté. Tiré lo poco que quedaba del café en el fregadero y la limpié. La dejé enfrente de ella y empecé a caminar a las escaleras para volver a encerrarme en mi cuarto.

¿Cuál será la actividad de hoy? Ni idea, me aburre todo.

Cerré la puerta y fuí a buscar una libreta dónde escribía películas pendientes, en el orden en que debería mirarlas.

Mi indecisión me llevó a completar esa libreta y no estar una hora eligiendo película.

Cerré bien todas las ventanas para que no pase la luz y empecé a ver la película.

No miré el tiempo de la película, pero estoy segura de que pasaron unos 20 minutos de tranquilidad, hasta que alguien tocó la puerta a golpecitos.

Me levanté de la cama y abrí.

Ví a Leo con dos bandejas en cada mano y un plato en la cabeza, como si fuera un mesero caricaturesco.

—Supuse que ibas a encerrarte aquí a ver películas, ¿Me puedo unir? —dijo sonriendo.

—Como desees —dije y terminé de abrir la puerta para que pueda pasar.

—¿Y puedes sostener el plato? No sé cómo no se me cayó aún.

Me puse de puntillas de pie y alcé los brazos para tratar de alcanzarlo. Leo se agachó un poco y recogí el plato con éxito.

—A veces olvido que eres un hobbit, lo siento.

Experimento 12-ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora