XIII

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En Australia ; Escorpio

— ¿Te duele mucho la garganta? — me acerqué y me senté en la punta de la camilla.

Virgo ayer ya había podido decir unos pocas palabras,es un avance, supongo.

— Un poco.

Alcé la ceja. Una respuesta demasiado rápida.

— La verdad — le dije

— ¿La verdad?,siento que me están clavando agujas con cada palabra que digo.

Asentí.

— ¿Tienes hambre?

— Quiero helado de chocolate con almendras.

Negué con la cabeza.

— No puedes comer eso y lo sabes,solo puré.

— Puré que además en horrible,parece agua y no tiene ni una pizca de sal.

Alcé los hombros.

— Que pena por tí,porque es lo único que te puedo dar — dije sin interés

Ella se quedó callada.

— Ahora si responde la primera pregunta,¿Tienes hambre? Porque yo ya quiero irme a dormir.

— Ni aunque me esté muriendo de hambre voy a volver a comer esa porqueria, así que vete a dormir,no voy a comer.

— Si tienes hambre despiértame — me levanté de la camilla y me acerqué al sillón — Cuando quieras despertarme,grita.

Virgo me ignoró y volteó su cabeza hacia el otro lado. Puta loca.

Me acosté y miré hacia el techo. Ahora que lo pienso,¿Ella tiene su celular? En estos días no le pregunté,aunque tiene sentido,no podía hablar.

— Ey, tú, indignada — le dije sin mirarla

Volvió a ignorarme

— ¿Tienes tu celular?

— No...

— Solo quería saber eso — me callé y busqué una cobija.

La habitación se quedó en un silencio incómodo por varios minutos hasta que se volvió a escuchar su voz.

— ¿Cuando nos iremos?

Suspiré cansado y le respondí

— No tengo idea. Ya tienes tu respuesta.

— Te obligaron a quedarte aquí,¿No?

¿Para que mentirle?,si es verdad.

— La idea era que parezca que fue a voluntad,pero no voy a mentirte,ya quiero irme.

— Me gusta tu sinceridad — dijo y esta vez si me miró.

— Me alegro por tí — dije y suspiré.

— ¿Tú no vas a comer?

— Cuando te duermas.

— ¿Eso que tiene que ver?

— Comer algo que tú no puedes comer en tu cara sería,no lo sé,¿Cómo lo dirías tú? — me destapé y la miré

— Sería algo normal, supongo,no voy a matarte porque comas algo que yo no puedo.

— Es una lastima que no puedas comer una hamburguesa — dije y me levanté hacía unas alacenas que habían en la habitación.

— Ya veo porque querías que me duerma.

Experimento 12-ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora