XLI

598 61 39
                                    

2 de agosto. Escorpio:

-No le llegan los mensajes hace más de una semana -dice Capricornio y se pasa la mano por el cabello.

-Tal vez se le rompió el celular.

-Si se le rompe el celular en una hora tiene uno nuevo. Claramente no es eso.

-Vé a su casa, tienes su dirección, ¿Qué te detiene?

-No sé si su madre está en casa, trato de ahorrarle lo...los problemas.

-¿Acabas de tartamudar? -dije con una sonrisa de lado

-Pues sí, idiota. No sé nada de ella.

-No le pasó nada, seguro está ocupada con la tarea. O perdió su celular, ¿Quien dice?

-Nada de lo que dices tiene puto sentido.

-¿Y tú qué crees que pasó?

-No se me cruza nada por la cabeza. Eso me pone nerviosa.

-Debe estar bien, de lo contrario aparecería en las noticias como desaparecida o muerta. Y no es así.

-No ayudas una mierda, Escorpio.

-La intención es lo que cuenta -alcé los hombros.

-Cuentan más las buenas ideas. Dios santo.

-Cálmate un poco. No creo que me haya pasado nada malo, de verdad.

-Si no te callas te echo de aquí.

No contesté y bufó.

-Vete -dijo frotándose la sien.

-¿Estás segura?

-Sí, afuera. Necesito pensar en frío.

Caminé hasta la puerta y me fuí de su cuarto. Suspiré y me puse las manos en los bolsillos.

Tengo hambre.

Caminaba por el pasillo cuando me crucé a Leo. Por reflejo sujeté sus dos brazos cuando ví que los levantaba.

-No, no. Quieto, León -dije sonriendo.

Antes de que diga algo, lo solté por lo caliente que se ponía su piel.

-Vaya literalmente te hierve la sangre, ¿No?

-Cállate -dijo y cruzó su brazos.

-Que miedo me das -agité mis manos poniendo los ojos en blanco.

-Eres un asco.

-Me lo dicen mucho.

-Toda tu mierda va a salir a la luz -amenazó.

-¿Ah, si? ¿Ese es tu...

Me callé por un puñetazo en la cara que hizo que caiga al suelo. Me llevé la mano a la boca y la ví con sangre.

-Primero advertencia -se acercó a mí, poniéndose de cuclillas enfrente y me sostuvo del cabello -No me provoques. Mi amabilidad tiene un límite, y sorprendentemente llegaste a él.

Me dió una patada que me chocar la espalda contra la pared y volvió a acercarse caminando.

-Cuídate mucho -dijo mirándome.

-¿De tí? -dije con una sonrisa burlona y me levanté, poniéndome frente a él -No me hagas reír.

No respondió nada, siguió mirándome fijamente, sin parpadear. No voy a negar que es algo incómodo.

Mis ojos empezaron a arder y a llorar. Me está quemando.

-Vamos, ríete ahora.

Me empecé a frotar los ojos.

Experimento 12-ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora