XLVI

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17 de septiembre. Cáncer:

Me gustaría decir que todo está tranquilo en la mansión porque ya han pasado dos semanas de eso. Pero no es así.

Solamente Aries sabe de la paliza que le dí a Leo hace unos días. Y es que él es quien trata de “tranquilizarme”

El estado de la mansión me hace acordar a los primeros días que estuvimos aquí: como 12 desconocidos conviviendo juntos.

Pero claro, al principio estaban los científicos, ahora estamos solos.

“Hora de crecer, se supone que pueden cuidarse solos”

Flashback 2014:

Estoy algo perdida aún, la señorita Kerstin me dijo que baje a comer... Pero todavía no sé llegar al comedor.

Voy caminando por un pasillo alto y totalmente negro. Ví pasar a una persona... Pero no sé quién es.

Hay otros 11 niños aquí, eso sí lo sé. Pero no conozco a ninguno...

Sigo por el pasillo, tratando de no pisar las líneas y me choqué a alguien.

—¡Ten más cuidado por dónde caminas! ¡Me puedes lastimar! —dice el niño rubio que choqué.

—¡Perdón! —digo inmediatamente —No te ví... —trato de recordar su nombre, pero es imposible.

—Soy Leo —dice y me pone mala cara —¿Tú quién eres? Además de la niña que no mira por dónde va.

—¡Te dije que lo sentía! Y soy Cáncer.

—Bien, Cáncer. Ten más cuidado la próxima, ¿Sí?

Asentí —Juro que miraré por dónde camino, así no choco a nadie más...

Iba a apoyar mis manos en el piso para levantarme, pero salió agua y me resbalé.

—Agh, maldita magia —maldigo desde el piso.

—No es magia —dice una voz a mis espaldas y algo me jala del brazo, poniéndome de pie —Es un experimento, y ya es hora de comer, Cáncer —dice el señor Jacob.

—Pero, ¿Por qué no puedo controlarlo?

—Ya lo harás.

—Yo sí puedo, mira —dice el niño... Leo y lanza una bola de fuego en la cabeza del señor Jacob.

El señor Jacob se dió unos golpecitos en el cabello, para no incendiarse.

—Leo, no debes atacarnos —lo regañó —Y Cáncer aún está aprendiendo a controlar sus poderes.

El niño solo se rió a carcajadas.

Iba detrás del señor Jacob y Leo, hasta que llegamos a la cocina.

Hay más niños y niñas sentados, pero el único que habla es un niño de ojos chiquitos. Al otro lado están los adultos, haciendo la comida.

Me senté al lado del niño con ojos chiquitos.

—Hola... —digo en voz baja.

—¡Hola! —me saluda, amistoso —¿Tú quién eres?

—Es Cáncer, y no sabe caminar —contesta el niño rubio por mí.

Que malo es.

—Leo, no deberías decir eso, puedes lastimarla, ¿Cómo estás, Cáncer?.

Estaba a punto de responder, pero llegó la señorita Kerstin.

—Basta de tanta charla, hagan un poco de silencio y coman —pone una bandeja enfrente —Necesitan energía para entrenar sus poderes, no quiero escuchar ni pío

Experimento 12-ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora