— Retrocede, el capi nuevo es el 46 —
No se me pasó por alto la extraña palidez que mostraba la tez de Nicéfora aquella tarde, horas después de que Oberón y yo nos hubiésemos despedido con la promesa de reencontrarnos pasada la medianoche para continuar con mis recientes progresos. Mi dama de compañía estaba inusualmente callada mientras dejaba vagar su mirada más allá de los ventanales, hacia donde alcanzaba ver el acantilado que bordeaba aquella zona de los terrenos de palacio.
Recordaba la promesa que nos hicimos años atrás la una a la otra, jurando ser sinceras y jamás ocultarnos nada. Desde mi conversación con Berinde, donde mi doncella me pidió que fuera cautelosa con Nif, había empezado a ver a la que era mi mejor amiga desde un prisma diferente. Quizá por ello había decidido guardarme para mí mis encuentros con el Caballero de Verano, cómo mi miedo hacia mi propio poder estaba empezando a desaparecer gracias a los consejos y la ayuda del príncipe.
Apenas quedaban un par de días para la tan esperada unión de Voro con Muirne y todo el palacio bullía de ansia ante ese momento. Los festejos con los que nuestros anfitriones nos habían estado agasajando desde nuestra llegada, casi una semana atrás, habían incrementado; en aquel instante tanto Nif como yo estábamos esperando al resto de mi camarilla de damas de compañía. La reina Vanora había aclimatado uno de los salones interiores de palacio para la presentación formal de Muirne ante todas las cortes como la futura princesa de Verano, un paso previo que quedaría finalmente consumado cuando ella y Voro estuvieran casados.
Centré de nuevo mi atención en Nicéfora, en su silenciosa silueta situada a unos pocos metros. Apenas habíamos tenido tiempo de encontrar un momento para nosotras en aquella vorágine festiva, pero sabía que algo grave debía haberle sucedido para que se hubiera recluido en sí misma de ese modo.
Di un paso hacia ella, preocupada.
—Nif... —a pesar de las dudas que habían germinado en mi interior, no me gustaba ver a mi amiga tan apagada. Ella había estado a mi lado durante mis peores momentos y no iba a fingir que no era consciente de que algo no estaba bien.
Mi dama de compañía tardó unos segundos en reaccionar a mi llamada. La línea inferior de sus ojos azules estaba levemente enrojecida, casi imposible de ver gracias al cuidado que Nicéfora había debido poner para que pasara desapercibido; incluso su tez estaba más pálida que de costumbre, dándole un aspecto cadavérico. ¿Qué había podido cambiar en aquel pequeño lapso de tiempo?
—Nif —repetí con suavidad, dedicándole una pequeña sonrisa.
No movió un músculo cuando terminé de eliminar los pocos pasos que me separaban de ella. Tampoco lo hice al rodear sus hombros con mi brazo, una silenciosa invitación para que buscara apoyo en mi cuerpo; para hacerle saber que estaba a su lado, pasara lo que pasase.
Tras unos segundos de vacilación por su parte, Nicéfora dejó caer parte de su peso contra mi costado, soltando un suspiro cargado de derrota. Ambas observamos el paisaje de más allá de los ventanales, el trasiego de sirvientes que trataban de organizar el próximo festejo que tendría lugar al atardecer.
—He discutido con mi padre —me confesó Nicéfora en un susurro.
Empecé a intuir el motivo que había debido propiciar la pelea entre el conde Ferroth y su única hija. La conversación que mantuvimos en el carruaje durante el viaje hacia la Corte de Verano se repitió en mi mente: el hombre había llegado a la conclusión de que era el momento idóneo para que Nif se comprometiera; había alcanzado los dieciocho apenas un par de meses atrás, lo que había incentivado aún más los planes del lord para buscar un candidato idóneo para su heredera. Contra todo pronóstico, Nif no había estado feliz con la noticia; había sido testigo de sus inocentes corredurías, de cómo disfrutaba de la atención que le prodigaban durante los encuentros a los que habíamos acudido en la Corte de Invierno.
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DAMA DE INVIERNO | LAS DOS CORONAS ❄ 1 |
FantasySu destino fue escrito como una tragedia. Mab nunca tuvo una vida fácil, en especial cuando su padre la nombró heredera y futura reina de la Corte de Invierno. Siempre bajo la inquisitiva mirada de aquéllos que no creían que fuera una opción apta pa...