—Así que lo único que tenía que hacer para veros era permitir que esa dichosa lluvia me calara, obligándome a guardar cama —comentó lady Amerea con tono jocoso, observándome con aire perspicaz desde su lecho de cómodas almohadas.
Mis mejillas enrojecieron levemente. Aunque la mujer no lo hubiera dicho como un reproche, no pude evitar sentirlo como tal; atrás había quedado su papel como institutriz de la joven Dama de Invierno y ahora disfrutaba de su tiempo libre como el resto de la corte.
Alisé una arruga inexistente en la manta y traté de esbozar una sonrisa. Había sido gracias a mi grupo de damas de compañía por lo que había podido hacerme eco de la noticia sobre el estado de mi antigua institutriz; lady Amerea, al no encontrarse ya al servicio de la reina de Invierno para encargarse de mí y debido a su avanzada edad, apenas podía abandonar sus dormitorios y solía gastar las pocas energías que le quedaban para visitar los jardines en compañía de alguna de sus doncellas. Además, después de convertirme en la heredera de la Corte de Invierno, me vi apartada de su lado y puesta a disposición de un generoso número de maestros como el propio maestro Aen.
Ahora la vergüenza reptaba por mi rostro en forma de ardiente sonrojo por no haber sacado un minuto de mi tiempo para venir a visitarla, a pesar de lo mucho que solía añorarla cuando mi vida resultaba ser mucho más sencilla y todavía estaba bajo su tutela.
—Disculpadme por no haber venido antes —dije a media voz.
Nada más oír que lady Amerea se había visto obligada a guardar cama, me había apresurado a advertir a mis damas de compañía sobre mi deseo de ir a visitarla. Nicéfora todavía seguía encerrada en sus propios aposentos, rumiando su vergüenza por su debilidad, y mi humor no era el más idóneo para fingir entre Mirvelle, Nyandra y Geleisth el querer estar al tanto de todos y cada uno de los nuevos rumores que corrían dentro de la corte. Ninguna de ellas se ofreció a hacerme compañía, sabiendo que se trataba de un encuentro privado.
La arrugada mano de lady Amerea me dio un par de golpecitos en el dorso de la mía y yo alcé la mirada hacia su familiar rostro, consciente de cómo el tiempo había dejado su huella en las facciones de la anciana. Sus ojos ya no resplandecían como antaño y parecían haberse cubierto de una leve pátina acuosa, recordándome a la Reina Madre y su mirada apagada.
—No os sintáis culpable —respondió y su cuerpo se sacudió con un ataque de tos—. Soy consciente de vuestras responsabilidades.
El calor volvió a azotar mi rostro cuando la escuché mencionar mis responsabilidades. La prueba final que demostraría si estaba capacitada o no frente a mis maestros y, en especial, frente a mi padre cada vez se encontraba más cerca; la visita del emisario de la Corte de Otoño y su correspondiente séquito sería mi primera oportunidad para hacerle saber al rey que estaba progresando, que era capaz de hacer frente a las responsabilidades que conllevaba ser la heredera de la Corte de Invierno.
—Un pequeño pajarillo de las nieves me ha susurrado al oído que vuestro padre ha decidido relegar en vos parte de su confianza —insinuó con una sonrisa.
Mordí el interior de la mejilla.
—Estoy aterrada.
Las palabras brotaron en un susurro atropellado. Me había esforzado durante aquellas pocas semanas, permitiendo que el maestro Aen me sobrecargara de tareas con la excusa de prepararme para lo que estaba por venir, para cumplir con las expectativas que habían recaído sobre mis hombros; lejos había quedado mi actitud rebelde y exasperante que tantas discusiones me habían granjeado con el rey... y especialmente con mis tutores. Había procurado tener un comportamiento ejemplar con el único propósito de hacer sentir a mi padre que había tomado la decisión correcta al permitirme estar a su lado.
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DAMA DE INVIERNO | LAS DOS CORONAS ❄ 1 |
FantasySu destino fue escrito como una tragedia. Mab nunca tuvo una vida fácil, en especial cuando su padre la nombró heredera y futura reina de la Corte de Invierno. Siempre bajo la inquisitiva mirada de aquéllos que no creían que fuera una opción apta pa...