Mordí el interior de mi mejilla cuando atravesamos los portones que conducían a un lujoso vestíbulo. Los umbrales estaban cubiertos por frondosas enredaderas que desbordaban flores cuyos pétalos abiertos mostraban una variopinta gama de colores, como los vestidos que llevaban algunos de los invitados que nos acompañaban.
Mientras mi padre y el rey de Verano se habían adelantado un par de pasos y conversaban animadamente, poniéndose al día sobre el tiempo que llevaban sin verse mientras Vanora y mi madre, conmigo a la zaga, les seguíamos de cerca.
Nuestro séquito se encargaba de cerrar la marcha, todos en silencio o compartiendo discretos susurros.
A pesar de mis esfuerzos por mantenerme imperturbable, el fastuoso interior del castillo llamaba mi atención, provocando que mis ojos saltaran de un rincón a otro, asombrada por aquel territorio desconocido para mí... hasta ahora.
Cruzamos el vestíbulo, saliendo por unas enormes puertas acristaladas que daban a los jardines traseros y a los acantilados. La sorpresa y el asombro crecieron en mi interior al contemplar por primera vez la visión del mar, que lanzaba destellos bajo los rayos del sol; varias carpas nos esperaban, llenas de mesas con fruta y bandejas de copas de cristal con refrescantes bebidas para contrarrestar el aire cálido que llenaba el ambiente, tornándolo algo pesado.
Mis zapatos se hundieron en el césped cuando atravesamos las puertas. La reina de Verano y mi madre se habían sumido en una apasionante conversación sobre los preparativos de la ceremonia. Los primeros invitados empezaron a dispersarse hacia las carpas, deseando llevarse algo fresco a la boca; mi padre y el rey de Verano pronto se vieron rodeados por un nutrido grupo de hombres, haciendo que fuera prácticamente imposible acceder a ninguno de ellos.
Vanora y mi madre, por el contrario, se refugiaron bajo la sombra de una de las carpas. Mis dedos se cerraron de manera inconsciente alrededor de una de las frías copas servidas; el contenido tenía aspecto de ser vino, a excepción de las diminutas motas de purpurina que flotaban en su interior.
Agité la copa, contemplando cómo se movían las partículas en el líquido, pero sin atreverme a dar un sorbo. Las bebidas que servían en casa no me resultaban desconocidas, aunque mis padres siempre me habían restringido a una sola copa, el sabor del vino nunca había sido mi favorito.
—Oh, Dama de Invierno, no os preocupéis —la voz de la reina de Verano me sobresaltó cuando comprendí que estaba hablándome a mí... Que había estado atenta a mis movimientos—: este vino apenas tiene alcohol.
Alcé la mirada de mi copa, descubriendo a mi madre y a Vanora mirándome. La reina de Verano me contemplaba con una expresión amable y una media sonrisa curvando sus labios; sus inquietantes ojos de color ámbar me hicieron sentir extrañamente reconfortada, haciendo que la tensión que me había acompañado desde que hubiera bajado de nuestro carruaje pareció desvanecerse de mi cuerpo.
—Mab es demasiado joven para probar el alcohol —intervino mi madre.
Vanora entreabrió los labios, delatando su confusión.
—Oh, Méabh, pensé... ¿Qué edad tenéis, Dama de Invierno?
Mis ojos se dirigieron de manera inconsciente hacia mi madre, casi esperando que fuera la reina quien fuera la encargada de dar una respuesta a la pregunta de la reina de Verano, pero ella no dijo una sola palabra, dándome la oportunidad a mí responder.
—Doce años, Majestad.
Vanora pestañeó con evidente sorpresa y sus ojos volvieron a recorrerme de pies a cabeza, como si quisiera cerciorarse de mi respuesta.
—Parecéis mucho mayor —comentó, llevándose una mano al pecho—. Casi de la misma edad que Oberón...
La reina de Invierno dejó escapar una carcajada que aligeró el ambiente tras el pequeño error de la mujer al dar por supuesto que era mucho mayor de lo que realmente era. Los dedos de mi madre acariciaron algunos de mis mechones de manera distraída mientras yo aún sostenía la copa, sin saber muy bien qué hacer con ella.
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DAMA DE INVIERNO | LAS DOS CORONAS ❄ 1 |
FantasySu destino fue escrito como una tragedia. Mab nunca tuvo una vida fácil, en especial cuando su padre la nombró heredera y futura reina de la Corte de Invierno. Siempre bajo la inquisitiva mirada de aquéllos que no creían que fuera una opción apta pa...