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UNA JOVEN DE RUBIOS cabellos como el maíz observaba con sus penetrantes ojos verdes su objetivo

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UNA JOVEN DE RUBIOS cabellos como el maíz observaba con sus penetrantes ojos verdes su objetivo. Mantenía la cuerda de su arco tensa mientras respiraba con tranquilidad. Estaba a punto de terminar con su misión, cuando una voz la interrumpió.

—Ginevra Paris, ya hablamos sobre tratar de matar a Octavian— había dicho la muchacha morena de nombre Reyna.

Justo en ese momento, se desconcentró, por lo que su flecha cayó en el oso de peluche que el chico a lo lejos tenía en sus manos.
—¡No puede ser, Reyna! Sabes perfectamente que una flecha de madera no le hará nada. Acabas de arruinar un tiro perfecto, será mejor que tengas una buena excusa.

—¿No es suficiente decir que estoy a cargo y te puedo sacar de Centurión si tienes ese comportamiento con el augur del campamento?

—Supongo que es un motivo razonable... Pero, por otro lado, realmente dudo que Octavian no piense en herir a cualquier otro ser vivo en todo momento. Entonces, técnicamente me estoy defendiendo.

—Hablaremos después de esto... Ahora acompáñame a—— se escuchó un estruendo de agua, por lo que las chicas siguieron el sonido con gran velocidad, en un estado de alerta por lo que podía suceder.

Al llegar, habían visto cómo un chico de cabello negro azabache y ropa desaliñada se encargaba de derrotar a unas gorgonas que amenazaban con matarlos a todos. Él era el estruendo de agua. Controlaba el agua con sus manos, que se movían en el aire, como si el río en el que estaba parado, fuese una extensión de su cuerpo.

Ginevra bajó lentamente su arco, sin dejar su preocupación de lado, pero debía admitir que estaba impresionada. Para cuando terminó, el chico había aplastado las monstruos quienes se habían deshecho entre el río.

—Bueno, ha sido un viaje encantador— dijo una anciana al lado, hasta ese momento, la rubia no le había prestado mayor atención—. Gracias, Percy Jackson, por traerme al Campamento Júpiter.

Reyna Ramirez-Arellano hizo un sonido asfixiante.
—¿Percy... Jackson?

Sonó como si reconociera su nombre. El tal Percy se centró en ella, como si esperara ver una cara familiar. Parecía que examinara a la morena con un poco de timidez, pero claro, a primera vista Reyna provocaba una imagen imponente. Vestía una capa majestuosa morada por encima de su armadura. Su pecho estaba decorado con medallas. Con unos ojos oscuros y penetrantes y un largo pelo negro.

La chica le miró como si le hubiera visto en sus pesadillas.
La anciana que estaba a un lado, rió deleitándose.

—Oh, sí. Se lo pasarán muy bien juntos.

Entonces, sólo para acabar de hacer el día completamente extraño, la mujer comenzó a brillar y a cambiar de forma. Creció hasta que era una brillante diosa de dos metros vistiendo un vestido azul, con una capa que parecía la piel de una cabra por encima de sus hombros. Su cara era severa y majestuosa. En su mano había algo coronado con una flor de loto.
Si era posible que los campistas parecieran más estupefactos, fue entonces. Juntas, Reyna y Ginevra se arrodillaron, en ese momento, todos les imitaron.

PRESSURE - leo valdezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora