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GINEVRA SE ENCONTRABA practicando con el arco en los campos del Campamento Júpiter

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GINEVRA SE ENCONTRABA practicando con el arco en los campos del Campamento Júpiter. Después de todas las aventuras que había vivido, ahora estar sin hacer nada en casa le parecía un poco aburrido. Por otra parte sentía que siempre debía estar alerta.

Observó el hermoso diseño del arco que Leo le había obsequiado y comenzó a farfullar.

—Leo Valdez, eres un gran idiota —murmuró—. ¿Cómo pudiste hacerme eso? Mentiroso, bobo, imbécil.

—Parece que alguien guarda rencor —dijo Kyle llegando a su lado.

—Claro que no... Sólo...

—Hey, está bien sentirse horrible.

La rubia recogió una flecha tratando de ocultar las lágrimas que querían escapar. Era la primera vez que alguien le permitía estar triste y sentir dolor.

—Gracias.

El silencio reinó hasta el siguiente tiro.

—¿Piensas en qué hubiera pasado en otras circunstancias?

—Cada día antes de dormir —reconoció ella—. Pero no sirve de nada... Pienso en ello y me entra la cólera de querer tomar sus hombros y zamarrearlo y gritarle: "¡¿Qué pensabas, cabeza hueca?!"

—No quisiera ser él... —dijo a lo bajo Kyle para luego reír—. En fin, hace poco me informaron que llegaron nuevos campistas y que hay algunos que traen carta de recomendación para unirse a nuestra cohorte.

—Esos pequeños... Gracias a los dioses no llegaron antes de todo este problema con Gaia, sino, Octavian los habría llevado a luchar contra los griegos —suspiró la ojiverde—. ¿Convocaron una reunión?

—Sí. Frank dijo que ahora fuéramos al Gran Salón para oficiarlo.

—Bien, nos vemos ahí entonces. Gracias Kyle, por todo.

Él sonrió. —Para eso son los amigos.

Cuando el hijo de Vulcano se retiró, Ginevra inspiró con los ojos cerrados. Sentía tristeza y furia por lo que había sucedido, aún no le cabía en la cabeza cómo Valdez había sido lo estúpidamente valiente como para sacrificarse, pero más enfado sentía al recordar que alguna vez le explicaron las etapas del duelo y reconocía que estaba llegando a la resignación y aceptación.

"Vamos, dame una señal, idiota"  pensaba mientras caminaba por los campos del campamento. "Dame una razón para seguir teniendo fe".

Dejó su carcaj y arco en su cabaña, arregló cabello y su ropa para dirigirse a la reunión extraordinaria programada por los pretores.

—Hola chicos —saludó a Hazel con un abrazo y lo mismo hizo con Frank.

—¿Cómo estás, Ginny?

PRESSURE - leo valdezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora