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GINEVRA YA NO PODÍA CREER lo que estaban diciendo

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GINEVRA YA NO PODÍA CREER lo que estaban diciendo. Leo había llegado a su lado y le sobaba el brazo luego que ella explicara que su padre sería castigado por Zeus y se había vuelto polvo. Para colmo, seguido de ello, los dioses habían confirmado lo que ella temía.

—Es correcto —afirmó Zeus—. La Sangre del Olimpo fue derramada. Está completamente consciente.

—¡Oh, vamos! —se quejó Percy—. ¿Me sangra un poco la nariz y despierto a la tierra entera? ¡No es justo!

Atenea puso a aegis en su hombro. —Quejarse de injusticias es como asignar culpa, Percy Jackson.  Ahora deben moverse rápido. Gaia amenaza con destruir su campamento.

Poseidón se apoyó en su tridente. —Por una vez, Atenea está en lo cierto.


—¿Por una vez? —protestó Atenea.


—¿Por qué volvería Gaia al campamento? —preguntó Leo—. El sangrado de nariz de Percy fue aquí.

—Hombre —dijo Jackson—. Primero, ya oíste a Atenea. No culpes a mi nariz. Segundo, Gaia es la tierra. Puede aparecerse donde quiera. Además, nos dijo que iba a hacerlo. Dijo que la primera cosa que haría era destruir nuestro campamento. La pregunta es: ¿cómo la detenemos?

Frank miró a Zeus. —Eh, señor, Su Majestad, ¿no pueden los dioses aparecerse ahí con nosotros? Tienen los carros y los poderes mágicos y lo demás.

—¡Sí! —dijo Hazel—. Vencimos juntos a los gigantes en dos segundos. Vamos todos...

—No —dijo Zeus llanamente.

—¿No? —preguntó Jason—. Pero padre...

Los ojos de Zeus brillaron con poder, y Jason se dio cuenta que había presionado a su papá tanto como era posible por hoy... y tal vez por los próximos siglos.

—Ese es el problema con las profecías —gruñó Zeus—. Cuando Apolo permitió que la profecía de los Ocho fuera contada, y cuando Hera se encargó ella misma de interpretar las palabras, las Moiras acomodaron el futuro de forma que tuviera tantos finales como soluciones. Ustedes siete, los semidioses, están destinados a vencer a Gaia. Nosotros, los dioses, no podemos.

—No lo entiendo —dijo Piper—. ¿Cuál es el punto de ser dioses si tienen que depender de enclenques mortales para mantener el orden?

Todos los dioses intercambiaron miradas sombrías. Afrodita, por su parte, se rió gentilmente y besó a su hija. —Mi querida Piper, ¿no crees que nos hemos hecho esa pregunta por miles de años? Pero es lo que nos mantiene juntos, nos mantiene eternos. Los necesitamos tanto como ustedes nos necesitan. Tan molesto como pueda ser, es la verdad.

Frank se revolvió incómodamente, como si extrañara ser un elefante. —Entonces, ¿cómo llegamos al Campamento Mestizo a tiempo para salvarlo? Nos llevó meses llegar hasta Grecia.

PRESSURE - leo valdezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora