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GINNY CAMINABA MIRANDO hacia atrás de una manera muy paranoica

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GINNY CAMINABA MIRANDO hacia atrás de una manera muy paranoica. Llevaba su espada empuñada y sus nudillos se veían blancos por la fuerza con la que era apretada.
No sabía cuánto tiempo había estado caminando, pero sus piernas dolían cómo si su músculo se cortara de la nada.

Observó sus manos, que tenían una mezcla de las 3 S: Sudor, Sangre y Suciedad. Dentro de su mano izquierda tenía una ficha con grabados en ambas caras. Por un lado tenía un cepillo y por el otro una corona de laurel. Confundida la guardó en su bolsillo.

Y sin más, despertó. Por una parte estaba agradecida, esta noche no había sido tan mala ya que no había visto tantas cosas. Observó su habitación con una sonrisa, debía admitir que Valdez había superado sus expectativas. El camarote era muy acogedor. Leo había programado las habitaciones para que se ajustaran automáticamente a la temperatura preferida de su ocupante, por lo que nunca hacía demasiado frío ni demasiado calor. El colchón y las almohadas estaban rellenas de plumas de pegaso (Leo le había asegurado que ningún pegaso había sufrido daño en la fabricación de los productos), de modo que eran comodísimos.

Se levantó y escabulló como era de costumbre hacer en el campamento Jupiter. Al llegar a la cocina buscó el café, aunque su búsqueda terminó sin éxito.

—¿Buscas esto?— interrumpió el entrenador Hedge a su lado, acababa de beber algo de su taza y sonreía de una manera rara. Él sostenía en sus manos el envase metálico de café.

—Sí, gracias— sonrió, pensando que se lo iba a acercar.

—Lástima— balbuceó el hombre cabra con la boca llena. Acababa de comerse el envase de una mordida—. No queda más. ¡Valdez! ¡Chaval, debes pasar a la tienda!

Leo entró a la cocina con una gran mueca ante el grito del barbudo. Le preguntó a Hedge qué era tan necesario y se vio alarmado al saber que no quedaba café. Luego de esto, observó a Ginevra.

—¿Tienes tiempo? Aún queda un rato antes de aterrizar. ¿Crees que tu madre esté despierta para hablar con ella?

Ginevra lo observó casi soltando el agua de su boca. Asintió fervientemente para que los dos caminaran al camarote de la rubia.
—¿Cómo lo hacemos? Solamente he visto a una persona hacerlo y no entendí nada de lo que hizo...— decía mientras se estrujaba las manos de nerviosismo— Sí. Recuerdo bien que vimos a Reyna en el baño, fue bastante metepatas de nuestra parte... Lo siento, estoy nerviosa.

—Está bien. Casualmente yo soy el que habla sin parar— rió. El chico procedió a sacar un rociador con agua y miró a la rubia—. Bien, Rapunzel. Ahora si fueras tan amable de hacer un poco de luz...

La de ojos verdes un tanto sorprendida extendió su mano y de ella salió un rayo dorado parpadeante. Frunció el ceño con confusión para luego palparse y volver a intentar, ahora había salido una luz esclarecedora.

PRESSURE - leo valdezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora