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GINEVRA Y PERCY LUCHABAN lado a lado contra los cientos de muertos romanos que se recomponían una y otra vez

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GINEVRA Y PERCY LUCHABAN lado a lado contra los cientos de muertos romanos que se recomponían una y otra vez. No tenían tiempo de ver a Frank, pero esperaban que se apurara.

—¿Me respondes algo?— exclamó Ginny golpeando a dos de sus enemigos con su arco de oro imperial—. ¿Crees que es raro que me haya sentido dejada de lado cuando este idiota gigante les hablaba a ustedes?

—¡Ginevra, cállate y lucha!

—¡Eres aburrido, escualo! ¡Venga fantasmitas, están agotados, ¿no sería mejor que se fueran al inframundo a dormir unos cuantos miles de años?— después de eso, unos cuantos se evaporaron. Ginny nunca sospechó que le hicieran caso, pero ahí estaban.

Percy luchaba como un huracán. De hecho... era un huracán. Un huracán de agua en miniatura y vapor de hielo giraba a su alrededor mientras atacaba al enemigo, golpeando fantasmas romanos, esquivando flechas y lanzas. ¿Desde cuándo tenía ese poder?
Se movió entre las filas enemigas, y aunque pareciera dejar a Frank sólo con Ginevra lanzando flechas por doquier, el enemigo está completamente fijado en Percy. Ginna no estaba segura de por qué, pero entonces vio el motivo de Percy. Uno de los fantasmas de vapor oscuro vestía una capa de piel de león y sujetaba un poste con un águila dorada con carámbanos congelados en sus alas. El estandarte de la legión.

Percy barrió una columna de legionarios, resquebrajando sus escudos con su ciclón personal. Dejó fuera de conocimiento al de la capa de león y agarró el águila.
—¿La quieren de vuelta? —les gritó a los fantasmas—. ¡Vengan a por ella!

La apartó de su alcance y lo vieron correr alejándolos de Frank. Aunque aquellas sombras quisieran mantener a Tánatos encadenado, eran espíritus romanos, se suponía que debían proteger el águila, y más de un griego.
Aún así, Percy no podía luchar contra enemigos para siempre. Mantener una tormenta como aquella debía de ser difícil. A pesar del frío, su cara estaba sudorosa.

Los fantasmas que Ginevra había mandado a dormir habían vuelto y parecían enojados. Ella se unió a un enfrentamiento cercano con su cuchilla.
Cada vez que les pegaba un corte con su arma, los fantasmas se volvían a materializar de inmediato.

—¡Chicos! —gritó Frank—. ¡Ahora pueden morir!

Ambos llenos de cansancio asintieron con una sonrisa. El huracán de Percy comenzaba a desvanecerse. Los movimientos de Ginevra comenzaban a ser más lentos. El ejército fantasma al completo les había rodeado, obligándole a ir hacia el borde del glaciar.

Ocupando sus últimas flechas, Ginny miró el borde con temor. Observó a Percy quién no se rendiría fácilmente.
Entonces, a través del campamento, Hazel gritó de dolor. No sabían lo que sucedía, pero el sentido de alarma de la rubia se activó sintiendo la necesidad de protegerle, aunque había dicho que era su lucha. Movió frenéticamente su cabeza para concentrarse en respaldar a Jackson. Ocupó esas fuerzas que salían de su interior para pelear.

PRESSURE - leo valdezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora