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ANTES QUE LOS CHICOS se fueran, Ginevra tomó el hombro de Frank, concentrándose en los pliegues que se le formaban en los brazos de la camiseta con una sonrisa fraternal en su rostro

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ANTES QUE LOS CHICOS se fueran, Ginevra tomó el hombro de Frank, concentrándose en los pliegues que se le formaban en los brazos de la camiseta con una sonrisa fraternal en su rostro.

—Frank, sólo... Confía en tu instinto, ¿si? Yo confío en ti.

—Gracias Ginn.

—¡Oh!— aprovechó ella el momento en que Jackson se acercaba—. Y trata de cuidar de Percy... Probablemente tratará de hacer algo tonto, pero no puede evitarlo.

—¡Hey!— reclamó él tirándole de una de las coletas rubias—. Ya debemos irnos, Frank. Ginny, no puedo creer que vaya a decir esto, pero mantente alejada del griego. Sabes de quién hablo.

—Suenas como Octavian, escualo— lo despidió Ginevra.

Después de verlo partir, ambas rubias intentaban animar a Hazel, aunque Paris comenzó a aburrirse luego que Annabeth comenzara a relatar la tercera historia de los mejores momentos de Sesos de Alga para entretenerla, justo entonces, Frank recorrió dando traspiés el pasillo e irrumpió en su camarote.

—¿Dónde está Leo? —dijo con voz entrecortada—. ¡Despegue! ¡Despegue!

Las chicas se levantaron rápidamente.
—¿Dónde está Percy ? —preguntó Annabeth—. ¿Y la cabra?
Frank apoyó las manos en las rodillas, tratando de respirar. Tenía la ropa tiesa y mojada, como si la hubiera lavado en almidón puro.

—En la cubierta. Están bien. ¡Nos están siguiendo!

Annabeth pasó por su lado dándole un empujón y subió los escalones de tres en tres, seguida de cerca por los romanos. Percy y Hedge estaban tumbados en la cubierta, con cara de agotamiento. A Hedge le faltaban las zapatillas. Sonreía al cielo murmurando:

—Increíble. Increíble.

Percy estaba cubierto de cortes y arañazos, como si hubiera saltado a través de una ventana. No pronunció palabra, pero agarró débilmente la mano de Annabeth como diciendo: « Enseguida estoy contigo, en cuanto todo deje de dar vueltas» .

Leo, Piper y Jason, que habían estado comiendo en el comedor, subieron corriendo por la escalera.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué?! —gritó Leo, sosteniendo un sándwich de queso caliente a medio comer—. ¿Es que uno no puede ni hacer un descanso para almorzar? ¿Qué pasa?

—¡Nos siguen! —gritó Frank de nuevo.

—¿Quién nos sigue? —preguntó Jason.

—¡No lo sé! —contestó Frank, jadeando—. ¿Ballenas? ¿Monstruos marinos? ¡A lo mejor Kate y Porky!

—Eso no tiene ningún sentido. Leo, será mejor que nos saques de aquí— exclamó Annabeth.

Leo se metió el sándwich entre los dientes, al estilo pirata, y corrió hacia el timón.
Pronto el Argo II se elevaba en el cielo. Annabeth se situó tras la ballesta de popa. No habían señales de que los siguieran ballenas ni otras criaturas, pero Percy, Frank y Hedge no empezaron a recuperarse hasta que el horizonte de Atlanta se convirtió en una mancha borrosa a lo lejos.

PRESSURE - leo valdezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora