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CUANDO TERMINARON LAS MIRADAS entre todos, Levesque suspiró dándole la razón a Piper

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CUANDO TERMINARON LAS MIRADAS entre todos, Levesque suspiró dándole la razón a Piper.

—¿Cómo puedes estar segura? —preguntó Annabeth.
—Porque me he topado con otros eidolon —dijo Hazel—. En el inframundo, cuando estaba... y a sabes. « Muerta» .

—Entonces... —Frank se pasó la mano por su pelo cortado al rape, como si unos fantasmas hubieran invadido su cuero cabelludo—. ¿Crees que esas cosas merodean por el barco o...?

—Es posible que merodeen dentro de algunos de nosotros —dijo Piper—. No lo sabemos.

Jason cerró los puños.
—Si eso es cierto...

—Tenemos que tomar medidas —dijo Piper—. Creo que yo puedo ocuparme.

—¿Ocuparte? —preguntó Percy.

—Escuchen todos. Eidolon, levantad las manos —dijo, empleando su poder para embrujahablar.

Se hizo un tenso silencio.
Leo se echó a reír nerviosamente.
—¿De veras creías que eso iba a...?
Su voz se apagó. Su cara se descompuso. Levantó la mano.
Jason y Percy hicieron lo mismo. Sus ojos se habían vuelto vidriosos y dorados. Hazel contuvo la respiración y Ginevra murmuraba "Anulo cualquier maldición". Al lado de Leo, Frank se levantó atropelladamente y pegó la espalda a la pared.

—Oh, dioses —Annabeth miró a Piper de forma suplicante—. ¿Puedes curarlos?

—¿Hay más de los suyos en el barco? —preguntó a "Leo".
—No —dijo Leo con voz cavernosa—. La Madre Tierra ha enviado a tres. Los más fuertes, los mejores. Volveremos a vivir.

—Aquí no —gruñó Piper—. Escuchen atentamente, los tres.
Jason y Percy se volvieron hacia ella. Aquellos ojos dorados eran inquietantes, pero ver a los tres chicos en ese estado avivó la ira de Piper. —Van a abandonar esos cuerpos —ordenó.

—No —repuso Percy.
Leo dejó escapar un susurro. —Debemos vivir.

Frank se puso a buscar su arco con las manos.
—¡Marte Todopoderoso, qué repelús! ¡Largaos, espíritus! ¡Dejen en paz  a nuestros amigos!

Leo se volvió hacia él.
—No puedes darnos órdenes, hijo de la guerra. Tu vida es frágil. Tu alma podría arder en cualquier momento.

Ginevra decidida aunque temblorosa se posicionó con la mano en su espada. Frente a ella, Jason desenvainó su espada.

—¡Basta! —ordenó Piper, pero le temblaba la voz.

—Escuchen a Piper— Hazel señaló con el dedo la espada de Jason. La hoja de oro pareció volverse más pesada en su mano. Cayó sobre la mesa tintineando, y Percy se desplomó de nuevo en su silla.

Percy gruñó de un modo muy impropio en él.

—Hija de Plutón, puedes controlar las piedras preciosas y los metales, pero no controlas a los muertos.

PRESSURE - leo valdezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora