Capítulo 63

348 39 1
                                    

Fiama canceló la clase tan pronto como llegó su profesora, lo cierto es que no podía dejar de pensar en lo que había comentado Ryu.

No tardó en recordar que hacía tiempo que Valdovino había perdido esa vivacidad con la que lo conoció. ¿En qué momento fue que su familiar terminó así? O más bien ¿porqué ella no fue capaz de notarlo?
Solo lo había tomado como algo común, no se preocupo en ningún momento por preguntarle como se estaba sintiendo; era un total descuido de su parte y ciertamente eso creó un hoyo de culpabilidad en su corazón. A veces olvidaba que sus seres queridos también estaban allí, que también tenían una vida, pasaba tan preocupada por sí misma que no pensaba en otros.

Tan pronto llegó a su habitación lo encontró sobre una de las almohadas de la cama, si no fuera por la gran cantidad de preguntas que se formulaban en su cabeza, habría pensado de nuevo en lo tierno que se veía al dormir. Pero estaba allí exactamente por eso y debía descubrir que era lo que sucedía.

- Valdo - lo llamó con suavidad, tal vez esperando que fuese un sueño ligero, a veces los tenía y a veces no, terminó siendo lo segundo. Se acercó a la cama y lo sacudió un poco - Valdo - Esta vez su voz fue algo más firme, pero sin perder el cariño con el que siempre se había dirigido a él.

Luego de unos instantes, los ojos del duende se abrieron, por primera vez Fiama creyó reconocer el cansancio en ellos y eso solo aumento la reprimenda para su persona.

El duende no tardó en sonreír de oreja a oreja, le encantaba ver a su ama, aunque no había notado que había salido. Pasaba mucho tiempo en su cuarto, rodeado de las cosas de ella, lo que le hacía pensar en que era un ambiente de lo más agradable.

- Mi querida ama, me alegro que volvieras - restregó sus ojos y trató de dejar de lado el sueño que comenzaba a dominarlo, no quería ser irrespetuoso al quedarse dormido tan de repente.

Podía sentir como su conciencia era golpeada por la ternura de Valdo. Soltó un resoplido lleno de angustia, algo que hizo que su familiar se pusiera serio en un instante.

- ¿Sucedió algo malo, querida ama? - preguntó de inmediato levantándose y mirando directo a los ojos a su contratista - ¿Necesita ayuda con algo?

Fiama se sentó y en su expresión se podía ver claramente que sentía una gran y terrible aflicción. Valdo imitó su rostro, no sabía que estaba sucediendo, pero si algo causaba malestar en su señora, era obvio que le afectaría, ella era todo lo que le importaba, era el porqué de su existencia y si no podía ser útil, entonces no era nada.

- Por favor, digame si puedo ayudar - colocó sus manos sobre las de ella y aún cuando eran más pequeñas, una gran calidez la recorrió.

- Eso es lo que debo decir yo... - comentó Fiama con sus ojos perdidos en él, casi analizándolo y por un instante, haciéndole sentir algo de nerviosismo. Fiama acarició con suavidad las mejillas de Valdo, suaves y regordetas, casi como las de ella, pero las de él, habían perdido algo de color - ¿Qué es lo que estaba pasando? - preguntó dolida, pero no con él, sino con ella, solo podía definirse a ella misma como una tonta irresponsable.

Valdo no entendía para nada aquella pregunta, eso quería saber él. Escuchó un par de murmullos en la mañana provenientes de ella y pudo deducir que estaba feliz, como siempre, no había problemas y salió a hacer lo que debía con total normalidad, ¿entonces por qué regreso estando así? ¿Quien era el culpable de que su dueña estuviera a punto de llorar?

Ryu también había ingresado, aunque se mantuvo callado, analizaba el comportamiento de Valdo y entendió que realmente estando despierto, era el mismo duende de siempre, pero había algo mal, un extraño presentimiento atacaba su mente, y un mago como él, hacía caso siempre de lo que gritaba su instinto, porque este lo había sacado muchas veces de situaciones peligrosas. Se acercó a ambos, los observó con suavidad y firmeza a la vez

El destino de una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora