Capítulo 71

203 29 6
                                    

El palacio de la princesa había sido un caos, no porque hubiera desorden o algo así, el sitio siempre estaba limpio. Se trataba más bien de la cantidad de personas que iban de un lado a otro. Desde temprano, la niña había estado siendo preparada y por sus órdenes, dos más aparte de ella debían estar listas.

Camille se sentía avergonzada de estar en su habitación siendo obligada a tomar un baño con dulces esencias, cremas y aromatizantes para su cuerpo. Sus compañeras sonreían por ella, felices de ver como la mujer que las dirigía pudiera vivir una noche como aquella sin tener que verse como una más de la servidumbre. Camille no tenía amigas, pues así lo prefería ella. Era seria y algo estricta con todas, pero nunca dejó su amabilidad de lado. Fue por su forma de ser, que las demás chicas de la servidumbre se esforzaron por hacerla deslumbrar.

La trataron con tanta delicadeza, que no podía recordar un día en el que hubiera pasado por algo similar. Ella había estado para ayudar a alguien más en el proceso, pues le era extraño estarlo pasando.

En otro lado del palacio, Arabella se encontraba nerviosa con cada movimiento de las mujeres que caminaban a su alrededor. Le ponían tantas cosas en el baño, que comenzó a marearse por el olor, a pesar de eso, no se quejó. Dejó que hicieran y deshicieran como querían. Recordó que su prima le quería regalar un vestido, pero ya había recibido muchos recientemente, tantos atuendos que aún no había usado y que sin duda, eran adecuados para la ocasión. Sin embargo, cuando la llevaron frente a un espejo e iniciaron a arreglar su cabello, una inseguridad se hizo presente, tenía miedo de actuar de forma no adecuada, además... ¿sí hacía algo mal? ¿Algo que hiciera quedar en ridículo a su prima? Ella la había invitado, así que no podía equivocarse y actuar como una tonta. Suspiró y observó su reflejo con firmeza, no importaba que, haría lo mejor para dar una buena imagen.

Ya casi al llegar la noche, las tres se reunieron en el salón de entrada. Cada una con un look diferente, pero igual de hermosas.

El asombro en los rostros de las dos niñas causo vergüenza en la mujer. Se había mirado en el espejo una última vez antes de ir con la princesa. Incluso ella misma no había imaginado que terminaría viéndose así de bien. Su cabello estaba semirecogido, los mechones sueltos caían como una larga cascada dejando delicados rizos en las puntas, mientras que en la parte superior, el recogido era decorado por un hermoso adorno con forma de varias mariposas de un tono anaranjado. El peinado era bastante simple, pero realzaba la belleza de Camille de forma asombrosa. Sus ojos se notaban encantadores con el leve tono rosado cubriendo sus párpados al igual que las mejillas, las pestañas largas y arqueadas le dieron un toque coqueto, y sus labios, sobresalían con un color vino. El vestido abrazaba las curvas de su cintura de forma natural. La tela de seda era suave, casi como tocar una nube. El diseño era llano, solo con una mariposa del mismo color que las de su cabello se encontraba al lado izquierdo del pecho, el tono lila claro predominaba en cada rincón. La falda estaba cubierta por varias capas transparentes que le daban mucho más volumen. Los zapatos de tacon alto eran blancos y brillantes, tanto como las perlas que colgaban de su cuello y orejas.

Jamás pensaron en ver a Camille con un vestido de tan alta costura, y aún así, era deslumbrante. Lo que la hacía lucir terriblemente hermosa, eran sus ojos, que transmitían una timidez impropia de ella y esa sonrisa, que a pesar de ser nerviosa, era muy bonita.

Un inmenso orgullo invadió a Fiama, su imaginación se había quedado corta al pensar en como se vería su doncella. Arabella estaba tan emocionada, que no podía dejar de pensar en lo  hipnótica que se veía Camille.

— ¿Nos vamos? — preguntó Fiama guiando a sus dos hermosas acompañantes a la salida — El tío Ryu nos está esperando.

Comenzaron a caminar y fue entonces que Fiama se dió el tiempo de analizar a Arabella. La pequeña rubia llevaba un precioso vestido verde pastel con varias cintas que recordaban mucho al color de sus ojos. Tenía varias decoraciones en la falda que daban forma a unas flores debido al bordado. Su cabello estaba bien recogido en un peinado con muchos rulos y adornado con piedras esmeraldas unidas por hilos de oro. Estaba usando un collar simple con un dije en forma de estrella. Su sonrisa sobresalía debido al bálsamo brillante aplicado en sus labios.

El destino de una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora