- ¡Ah! ¡Señorita Alide!
El llamado de una voz la hizo girar. En su campo de visión entró la imagen de la pelirroja que conoció un par de años atrás, ya era un poco más alta y su hablar ya no era tan infantil, aunque seguía siendo terriblemente adorable. Por supuesto que sonrió nada más verla, el encanto de la niña se notaba a kilómetros de distancia.
De inmediato se arrodilló y bajó la mirada con expresión solemne- Su alteza, me alegro de verla.
Fiama se vió sorprendida por el acto de la mujer y un sonrojo cubrió sus mejillas, sentía que nunca iba a poder acostumbrarse a ese tipo de cosas, al menos no cuando eran tan de repente.
- No tiene que ser tan formal, Lady Alide. Levántese, por favor - pidió con suavidad.
La peliceleste volvió a estar de pie y no pudo evitar admirar la presencia que imponía Fiama, una muy parecida a la de Kay, pero mucho más cálida y agradable de la que el podía proyectar.
- Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que la vi.
Fiama estaba bastante contenta, fue bastante inesperado encontrarse a Alide. De hecho, nunca tuvo certeza de si la volvería a ver, aunque esperaba que si, pues era de esas pocas personas que le habían dado una buena impresión desde el primer vistazo que le dió. Por supuesto que no estaba en su mejor momento, de hecho, sospechaba que si todo lo que estaba ocurriendo no hubiese sucedido, lo más probable es que no se podría ni ver la sombra de Alide. Expresó que desearía haberla visto en una situación mucho más cómoda, pero ya todo había pasado, así que al menos era agradable ver su rostro.
- ¿Qué pasó con su cabello? - le fue imposible no preguntar recordando lo largo que lo tenía la primera ver que la conoció.
Alide miró el par de hebras celestes a los lados de su rostro y sonrió - Tuve un pequeño problema con el recientemente, así que no tuve más opción que cortarlo - explicó acariciando un mechón, no había arrepentimiento por haberse desecho de él.
Fiama no podía creer que aunque parecía bastante diferente, seguía siendo increíblemente hermosa, no entendía la genética de quienes la rodeaban, pues todos eran personas realmente atractivas.
- ¿Y qué esta haciendo por aquí?
- Ah si, salí un momento al tocador, aunque fue más bien una excusa para poder dejar a solas un rato a Mikhe y su doncella Camille. - explicó de forma sincera, no tenía intenciones de ocultarlo.
Una sonrisita adornó su rostro, no esperaba escuchar aquello, pero le alegraba, incluso Alide sabía que había algo entre esos dos. Ya había pasado un tiempo desde que la peliceleste los dejó solos, así que era momento de volver.
Ambas caminaron de regreso a la sala donde se suponía que estaban Mikhe y Camille. Aunque estaban curiosas por lo que podía estar sucediendo dentro, esperaron por unos cuantos minutos más, fue entonces que el movimiento de las puertas llamó la atención de ambas.
Camille caminaba con un poco más de rapidez de la común, casi parecía como si estuviera huyendo, tan pronto como notó que Fiama estaba allí se disculpó por no poderla acompañar, y continuó a paso apresurado además de un fuerte color rojizo adornando sus mejillas y la expresión avergonzada que acompañaba su rostro.
El mismo pensamiento pareció cruzar el pensamiento de ambas, así que se apresuraron en llegar al salón. Mikhe se encontraba tan quieto como una estatua, miraba a la nada y su expresión era confusa, ya que no revelaba nada, no podían asumir si lo que sea que hubiera pasado entre los dos era bueno o malo.
- Mikhe - Alide lo llamó con suavidad.
El mencionado giró el rostro hacía ella, aunque aún parecía perdido, de inmediato puso un rostro mucho más sereno al notar que la princesa estaba junto a su amiga. De pronto pareció recordar la razón principal por la que estaba allí. Aunque ciertamente había deseado ver a Camille y poder aclarar sus asuntos, sus pensamientos volvieron a centrarse en explicarle a Fiama lo que sucedería con el hombre que la atacó y que aunque estarían mucho más pendientes a su seguridad, aún no tenían idea de cómo resolver el problema.
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El destino de una princesa
Viễn tưởngEleonor vivía una vida común hasta que un accidente de tránsito cambiaría todo. Cuando despierta ya nada es lo mismo, ella ha reencarnado como una princesa del libro que leyó minutos antes de morir. Está destinada a ser asesinada, pero se prometió a...