|Día 266 de la Luna Itorian, año 557.
El peligro que eran aquellos magos había desaparecido, y ahora solo quedaba un imperio libre del mal.
Eso es lo que me repetía desde que el último de ellos cayó, necesitaba convencerme de que mis acciones fueron correctas, porque estas son las decisiones que un emperador debe tomar; si hay que borrar una minoría que rompe la paz de una nación, entonces así debe ser... pero mi conciencia, la detestaba. Aveces hay que deshacerse de los sentimientos y emociones humanas para gobernar. Yo tendría que llevar la carga de cientos de vidas cegadas antes de tiempo, debido a los dioses que decidieron no intervenir.
Una estupidez, esas malditas reglas...
Somos solo humanos, ¿por qué tenía que ser yo quien tomara la decisión? ¿no se supone que Darrash es el dios supremo? El gran ser que todo lo sabe, que todo lo puede... dicidio dejar esto a los humanos... ¿por qué?
Nos trata como si fuéramos las piezas de un enorme tablero de ajedrez, que tontería. Pequeños y tontos juguetes...Espero que el futuro sea diferente, espero que mi descendencia no tenga que pasar por nada de esto nunca.
Las pesadillas y la culpabilidad no se iran nunca, me acompañarán hasta la tumba y es muy posible que incluso después de mi muerte también.
Por las noches, mi tonta existencia se ha vuelto más difícil, aveces me parece oír los gritos y los ruegos de la gente que ya no está.No importa si fueron otros los que tomaron sus vidas, yo tomé la decisión, por lo tanto, en mis manos esta esa sangre.
Hay algo de lo que estoy seguro, muchos de ellos me odiaron tanto, que sus sentimientos permanecen, los puedo sentir al caminar por el palacio, no hay libertad para un asesino.
Me parecio que todo era normal, este es el tipo de pensamientos que las personas debemos sentir después de hacer cosas que no creemos correctas, pero supe que algo iba mal cuando las pesadillas comenzaron a ser tan vividas que el dolor ya no era solo emocional; los sueños se volvieron tan reales que marcas llenas de odio comenzaron a aparecer en mi cuerpo, todas parecían ser de diferentes tipos de magia, agua, aire, metal... cada una diferente a la otra.
Podía ver las caras de caballeros que no conocía, y también de aquellos que trabajaban cerca de mi, la mayoría de ellos parecían llenos de sadismo y satisfacción al deshacerse de la gente.
Los veía, y el horror que corría por mis venas era más claro que nunca.¡Ja! Más poderoso que el remordimiento; las visiones de todos los que fallecieron a causa mía eran el peor tormento.
Estaba seguro de que pronto enloqueceria, y si eso pasaba, no sería complicado controlarme, esa era la razón tras esa 'tortura' o al menos así lo pensé, hacerse con el poder de un emperador incapaz de gobernar era un plan fácil de llevar a cabo.
La muerte de ellos, la verdadera crueldad de los míos, todo eso tenía una razón. Lo pude confirmar cuando una de tantas noches de pesadilla, un descuido de aquello causó que en mi mente se filtrara la imagen de una hermosa mujer, no solo física, las emociones que rebotaron por mi cuerpo al verla fueron de las más amables e inocentes. La postura en la que estaba solo me permitía verla de espaldas, mostrando su rostro de perfil. Solo un ser celestial puede causar ese tipo de cosas y no puede tratarse de uno cualquiera, tiene que ser de los más poderosos creados.
Su cabello de tonalidades plateadas era tan largo que hasta se arrastraba por el suelo y la aparencia que daba era de gran suavidad, tanto o más que hilos de seda. Sus ojos parecían reflejar el universo mismo, diferentes colores cruzaban por ellos con brillos que casi se veían como estrellas fugaces. La perfecta forma de su cuerpo, rodeada por telas blancas con bordados dorados causaban un gran resplandor, de caderas anchas, con unas hermosas piernas largas y con una cintura esbelta.
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El destino de una princesa
FantasiEleonor vivía una vida común hasta que un accidente de tránsito cambiaría todo. Cuando despierta ya nada es lo mismo, ella ha reencarnado como una princesa del libro que leyó minutos antes de morir. Está destinada a ser asesinada, pero se prometió a...