Mientras más pasos daba, más sentía que estaba caminando hacía una guillotina. ¿Acaso realmente ese sería su final? ¿Cómo su vida podía terminar tan pronto?... Cuando solo no sabía que Kay cumplía años ese día...
- La querida ama esta muy tensa - murmuró Valdovino sobre su cabeza, el pequeño duende no lograba entender porque su dueña se comportaba de una manera tan rara.
Fiama soltó un gemido de resignación, no había nada que pudiera hacer, no había razones para negarse a ver a Kay. De alguna manera, su relación con Kay era bastante mejor que antes, tal vez tenía mucha suerte, no quería arruinarlo por algo como eso. Nunca hizo un intento por averiguar algo sobre Kay, con lo que sabía era más que suficiente. El Kay del libro jamás celebró su cumpleaños, se sabía que en el reino sus súbditos lo hacían como una forma de alabanza, más el nunca organizo un banquete en su honor o algo así, se encerraba en su habitación todo el día y nadie tenía permitido acercarsele, ni la misma Arabella, la niña a la que nombro como su propia hija.
No tenía ni un regalo preparado y Camille solo la envío con una sonrisa, diciéndole que estaría bien.
Nada estaba bien. Agitó la cabeza de un lado a otro tratando de quitarse la preocupación.
"Calmemonos, Kay jamás fue alguien tan materialista. Es la persona más indiferente hacía cualquier tipo de celebración... tal vez solo me llamo para hablar conmigo de algo, sí, no debe haber otra razón" poco a poco su cuerpo se volvió más liviano y pudo respirar con más tranquilidad.
Pronto llegaron al jardín y se encontró con el pelinegro. Se encontraba sentado mirando a la nada, bebiendo un poco de té. No había nada en su expresión que mostrará aunque sea un ápice de felicidad.
- He esperado mucho tiempo, pequeña be... - se cortó a si mismo, aclaro su garganta y la miro - Me dejaste esperando mucho tiempo.
- Lo lamento su majestad - la niña se inclinó y trató de dirigirle una mirada directa, sentía que si sus ojos se llegaban a encontrar, él sería capaz de ver que ella no supo nada hasta ese día.
La pelirroja se acomodó y esperó que le sirvieran el té. Aunque no tardó en sentir incomodidad al notar la mirada intensa del emperador.
- Su majestad, emm yo quería... - no sabía porque se sentía tan avergonzada, a cualquiera le puede pasar algo así, además, si alguien le hubiese informado con anticipación, habría preparado algo para decirle a Kay y un regalo, suspiró - Yo... lo felicito.
- ¿Por qué? - inquirió sin perder su tono indiferente.
La presión aumento sobre sus hombros - Por su cumpleaños.
- ¿Es así? - realmente parecía que no le importaba mucho, aunque un leve disgusto apareció tras sus ojos, pasó tan rápido que Fiama creyó imaginarlo - Bien, gracias.
La niña asintió, no sabía porque se sentía como si fuera una mala persona.
Kay por otro lado, notó de inmediato que la pelirroja no supo hasta hace mucho que ese día era su cumpleaños. De hecho nunca le gustó celebrarlo, solía ser ese día en que peor era tratado por sus hermanos. Pero este año se sintió un poco diferente. No de forma esplendorosa como muchos de seguro esperaban, sino algo íntimo, solo con quien le importaba. Esperaba recibir unas bonitas palabras de parte de su hija, es lo único que quería, sabía que no obtendría nada más de ella, y eso estaba bien. Sin embargo, al oír su voz monótona, incomoda por la situación, supo que no tenía espacio en la cabeza de aquella chiquitina.
No podía negar que le dolía no ser importante para Fiama, no era suficiente permanecer en su vida y tratar de cuidarla. Se había equivocado desde un principio y ahora estaba recibiendo su castigo.
Miró las delicias que hizo preparar, incluso estaba dispuesto a comer pastel con ella, para alguien como él, que no gustaba de los dulces, sería un algo enorme. No podía dejar su decepción en evidencia, así que solo se levantó y agradeció a la pequeña por las cortas palabras, le dijó que podía comer lo que quisiera y debía regresar a su palacio. Se fue sin decir, ni hacer más.
<<Ohh, se siente como su aura se ha vuelto sombría, pobre cosita>> Deen habla como si de verdad lamentará lo que estaba pasando, algo que irritó a la niña.
Fiama no tenía apetito, por más que en la mesa hubieran varias cosas que llamaban su atención, bocadillos que comía siempre a escondidas de Camille, no quiso comer nada.
<<Siento lástima por el emperador, esta claro que quería celebrar este día contigo. Aunque es divertido verlo caminar como si lo hubieran rechazado>> ahí estaba la diversión usual tras sus palabras.
"Ay Deen, ¿cuando vas a dejar de burlarte de los demás?" preguntó rendida.
<<El día en que muera>> respondió con rapidez <<Aunque eso no es posible, los seres como yo perduramos en todo, así que la respuesta es un claro Nunca>>
"No tienes remedio"
<<Nop, no lo tengo>>
Pidió que los postres fuesen repartidos entre los sirvientes del palacio, si ninguno de los dos iba a comer, sería un desperdicio dejar que se dañen, así que solo quedaba la opción de cederlos. Se llevó tan solo un pedazo pequeño para su familiar, quien el algún momento se había quedado dormido, ni siquiera lo había notado.
Se apresuró en ir a su palacio y con las preguntas de Camille sobre si todo había salido bien nada más entrar por la puerta, su conciencia comenzó a pesar. Se encerró en su habitación y pidió no ser molestaba. Tal vez debería prepararle algún tipo de discurso o buscar un regalo para darle, estaba segura de que eso alegraría a Kay, al menos eso es lo que quería creer. Solo que jamás fue buena con las palabras, lo suyo no era la dulzura y elocuencia al hablar, no sabía bien y sobre el regalo, ¿que podía darle a Kay que no tuviese ya?. Como emperador, lo más seguro es que ya hubiese recibido un montón de cosas y seguía recibiendo más cosas desde la mañana, los nobles se habían apresurado en enviar sus presentes desde que el primer rayo de sol tocó el palacio, aunque Kay no celebrara el día, sería una vergüenza y una falta de cortesía no demostrar su respeto y cariño de alguna manera.
Fácilmente podía imaginar que tipo de cosas le habrá enviado la gente, y eso solo descomponía su rostro. Es decir, ella no tenía nada caro o bonito para dar.
¿Que debía hacer? Caminaba de una lado a otro tratando de que algo llegara a su cabeza.
<<¿Tanto te preocupa el emperador?>> preguntó Deen con seriedad, aunque con un tono más suave, esta vez no había ni un toque de burla.
"No es que me preocupe, es solo que... él se veía un poco triste cuando se fue... tal vez si quería algo de mi parte" murmura dejándose caer una vez más en el sillón.
El suspiro de Deen la sorprendió un poco, más se centra en ver que puede hacer, hasta que le llega una propuesta por parte del espíritu del fuego que no esperaba oír.
<<Te ayudare, crearemos una perla que contendrá una parte de mí, será algo así como un amuleto, pero también será útil para conocer los movimientos del emperador>> propone con confianza <<Si aceptas, debemos empezar ya. Ah, que tu familiar ayude, nos demoraremos menos si tenemos su apoyo, además de que si moldeas su magia con la tuya conseguiremos darle más resistencia>>
"¿Quieres que le pida ayuda a Valdo? El no sabe nada de ti"
<<¿Tienes miedo de como pueda reaccionar?>>
"Un poco" admitió algo avergonzada.
<<Estará bien Fi, el como tu familiar, no traicionará tu confianza y no te tratara diferente, confía en él y en mí>>
Fiama no lo pensó más, aceptó la propuesta de inmediato. Se apresuró en despertar al pequeño duende, que aún adormilado se unió de inmediato a la petición de su señora.
Con la ayuda de Valdovino era más fácil entrar en trance.
El pequeño duende se sintió un tanto extraño al conectar su alma con la de su dueña, ella siempre desprendió una energía diferente, pero era muy distinto cuando ingresaba a lo más profundo de su ser. Fiama dirigío a Valdo hacía aquella parte donde se encontraba Deen.
La llama se extendía con majestuosidad, los colores brillantes y el movimiento vibrante era algo magnético.
"Valdo, te presento a Deen" murmuró Fiama aun desconfiada.
<<Por fin nos conocemos>> la voz resonó casi como si tuviera un amplificador cerca, Deen solo trataba de divertirse, y porque no, causar algo de temor en el pequeño ser que iba acompañando a su contratista.
Valdo siguió mirándolo con curiosidad, no mostró ningún signo de nervios o miedo.
'Claro, un gusto conocerte' le mostró una tierna sonrisa 'Eres el espíritu del fuego ¿o no?'
<<Vaya, eres valiente, muchos ya estarían arrodillados y rogando porque no les haga daño>>
'Bueno, siendo cobarde no podría proteger a mi ama' aclaro con obviedad.
Deen dejó escapar una risa <<Es cierto, dices las palabras correctas, me agradas>>
Fiama creyó que tendría problemas debido a la personalidad arrogante de Deen y a la postura defensiva de Valdo, le quitó un peso de encima ver que podían llevarse bien. Siempre quisó decirle a Valdo sobre la relación que tenía con Deen, aunque temía un poco que el duende lo fuese a tachar de peligroso. Nunca imaginó que los presentaría para crear un regalo para el emperador. Al parecer, en verdad estaba desesperada.
Deen le explicó lo que debían hacer y de inmediato se colocaron en sus posiciones, cada uno en una esquina, creando un triángulo. Un pedazo de las llamas de Deen se desprendió y termino en el centro, empezó a brillar y los tres comenzaron a darle forma.
***
El anochecer había llegado, Kay dormía sobre el sillón y una botella en el piso a su lado era la prueba de que había estado bebiendo.
Mikhe le comentó sobre los regalos que había recibido, así como quien los había enviado y que cada objeto fue revisado para su seguridad. Kay no le presto mucha atención; cada año le encargaba a Mikhe la misma tarea, ver que se envió y guardarlos en una habitación según el valor y uso, luego de eso, lo más caro lo revendía en otros reinos y usaba el dinero para la gente de Intravella, quería erradicar de una vez la pobreza, es lo mínimo que podía hacer como líder. Aunque ese día no estaba de humor como para pensar en los usos de aquellos regalos vacíos, realmente no le importaba a los nobles y lo sabía, ellos solo buscaban quedar bien con él, es por eso que casi no hacía uso de joyas o ropas que ellos enviaban. No sabía porque parecía que alguien hubiera pisoteado su corazón con todas las formas posibles, en realidad, sí sabía, la única persona de quien quería recibir una felicitación era su hija.
¿Cuando fue que ella se abrió paso en su corazón? Recordaba bien que al principio la odiaba, por más que no tuviera contacto con Liza, estuvo enamorado de ella por varios años. Él sabía bien que con el tiempo esos sentimientos se convirtieron en amargura y soledad, estaba deseoso por ser amado, más nunca ocurrió. En algún momento solo quedó un vacío en su pecho que no se llenaba con nada. Cuando se entero de que Liza estaba embarazada no sintió nada, no hubo ni un poco de alegría, tal vez algo de envidia por ver como si podía amar a alguien más y como ese alguien más era amado. En ocasiones veía de lejos a su reina, ella acariciaba su barriga con cariño, le hablaba con dulzura y se dedicaba a cantarle las canciones de su pueblo. Liza en verdad amaba a su hija, aún cuando la pequeña también tenía sus genes.
Y luego su esposa murió, ella dió su vida por Fiama. Después, por primera vez en mucho tiempo, volvió a sentir dolor, el verla muerta, fue un golpe duro, no podía decir que la seguía amando para ese entonces, pero tal vez la costumbre por verla o el pequeño cariño que aún conservaba sin darse cuenta, tal vez aquello fue lo que lo hizo sentir dolor.
Fiama no era su prioridad en un principio, la dejaba a cargo de los sirvientes porque si Liza quería que siguiera con vida, entonces la mantendría con vida. Pero una vez que la vió, solo pudo pensar en lo mucho que le quedaba a su reina por delante, tal vez con un poco más de tiempo, ella finalmente lo hubiese aceptado, se aferraba a esa idea y no pudo evitar odiar a la niña, ella era la responsable por la pérdida sufrida. Y luego entendió que no, conforme pasaba su tiempo con la pequeña, verla crecer, le hizo entender que el único culpable allí era él. Si hubiese dejado a más magos aquel día, a una partera con mucha más experiencia, todo habría salido mejor.
- Su majestad - la voz de Mikhe lo hizo despertar, no sabía cuánto tiempo había estado allí acostado sin hacer nada, solo pensando, pero la ebriedad se había perdido, solo quedaba un leve mareo, así que debió ser bastante tiempo.
- Estoy cansado Mikhe, sea lo que sea que necesites ven a decírmelo mañana - un hombre que aun no estaba por completo en sus cinco sentidos, no servía para mucho, aunque eso no se lo dijo.
- Lamento molestarlo su majestad. Pero alguien vino a verlo... - Mikhe hablaba con suavidad, casi como si se dirigiera a un niño.
- No quiero ver a nadie - interrumpió sin pensarlo, no estaba de humor para tratar con otros.
Mikhe resopló, el emperador en ocasiones ciertamente era como un niño - Es la princesa, su majestad. La princesa Fiama vino a verlo.
Mantuvo los ojos cerrados por un momento, repetía en su cabeza las palabras dichas por Mikhe y las analizó de a poco, creyendo haber escuchado mal. Se sentó de inmediato y miró la puerta con expectativa.
- Hazla pasar - respondió esta vez con un tono más sobrio y serio.
Mikhe ingresó primero, tal y como dijó, Fiama estaba detrás de él, llevaba el mismo vestido que en la mañana, aunque su cabello estaba algo revuelto, parecía que había salido con prisas, pues se notaba que no lo había alcanzado a cepillar. En su expresión había cierto alivio.
- Buenas noches, su majestad - la pequeña lo reverenció y se acercó para sentarse a su lado, sin quererlo tropezó con la botella de la que Kay había estado tomando antes, el ni siquiera se la terminó pues parte del líquido se derramó en el suelo - ¡Ah! ¡Lo lamento su majestad, disculpeme!
Kay tenía prioridades y no se trataba de la cara alfombra que terminó manchada, no le interesaba, habían varias más que podían reemplazarlas, pero viendo la preocupación en los ojitos de la pequeña y las disculpas que salían de su boca tuvo que actuar de inmediato, con un movimiento de su mano el líquido se desprendió de la tela y flotaba en el aire, lo colocó en la botella una vez más y le pidió a Mikhe que la deshechara.
- En verdad lo siento, debí fijarme por donde caminaba - murmuró apenada.
- Esta bien, fue mi error dejarla ahí - le restó importancia y le hizo una seña para que se sentará y le dijera de una vez el porque de su presencia.
Un olor algo dulce llenaba la habitación, el aroma del licor se había esparcido y Fiama arrugaba la nariz sintiendo un poco de molestia. Kay no dijo nada, más bien abrió las ventanas con una ventisca esperando que la pelirroja se sintiese más cómoda.
- ¿Y bien? ¿En que puedo ayudarte?
- Bueno yo, quería disculparme por- ...
- La alfombra no importa, ya no tienes que disculparte - dijó algo irritado, un objeto no importaba tanto.
- No es por eso - Fiama volvió a hablar un poco más alto - Me quería disculpar por lo que pasó en la mañana... - ella desvió la mirada tratando de ocultar la culpabilidad - La verdad es que no sabía que hoy era una fecha tan importante, quería darle unas palabras sinceras de mi parte pero no supe bien qué decir.
Kay apenas sonrió, había estado pensándolo demasiado, ella sólo era una niña, ¿que cosas podía decirle alguien de su edad? Tan solo aquello que había escuchado de otros. Suspiró, estaba exigiéndole demasiado a la pelirroja, ella debía actuar como quisiera y ya.
- Esta bien, no te preocupes por eso, no es tan importante en realidad - dijó pasándose las manos por la cara y recostandose contra el respaldo del mueble.
- Es triste que piense así - contestó con el ceño fruncido - Hoy es su cumpleaños, así que debería celebrarlo con una gran fiesta, con mucha comida, con regalos y con las personas que más quiere.
La sonrisa en el rostro de Kay aumento, le divertía un poco verla hablar de forma tan vehemente - No me gustan las fiestas, ni los regalos. Y no tengo tengo muchos seres queridos.
Fiama se quedó callada por un instante, es cierto que Kay era solitario, pero tenía gente a su lado, con ellos debía de ser más que suficiente.
- Hoy solo quería que una persona me felictara - esta vez clavó su mirada en ella.
Entendió de inmediato el mensaje y un rubor cubrió sus tiernas mejillas - F-Felicidades, su majestad. Desde el fondo de mi corazón, le deseo lo mejor para este año y los que están por venir.
Ahí estaba, la alegría que comenzaba a desbordarse, le gustaba, eso era lo que quería, nada más.
- Gracias, pequeña - dijó acariciando con sumo cuidado su cabeza y aumentando así el sonrojo de la niña. Ella en verdad era tierna - Me alegra que me desees no morir.
Fiama abrió los ojos y lo observó sorprendida por esas palabras.
Él casi que quisó reír, sin embargo no lo hizo, solo la observó con algo de burla en sus ojos.
- Jamas desee algo así, bueno, no quiero decir que estaría bien que muera - aclaró para que no hubieran malinterpretaciones - Pero cuando alguien piensa en los deseos de cumpleaños, uno piensa en cosas bonitas, no la... muerte.
Finalmente no pudo contenerse más, Kay empezó a reír, sin poderlo evitar, la risa salió desde lo más profundo de su garganta, y por un momento se alegro de que en realidad no había olvidado lo que era reír. Fiama se quedó sin palabras al oírlo, su risa era algo pegajosa, de esas que solo de escucharlas te alegran el día, pero también era bonita, tal vez porque provenía de alguien que nunca reía. Era sonora pues llenó toda la habitación con ella.
De apoco se calmó a sí mismo, carraspeó y tomó algo de aire una vez que estuvo más tranquilo, trató de adoptar la seriedad que lo caracterizaba, y aunque lo hizo, el ambiente se tornó más relajado - Bueno, piénsalo bien. Estamos celebrando que no morí este año - era extraño tener una conversación casual con ella, pero le gustaba.
La niña apartó la mirada, aún no creía que había escuchado a aquel hombre indiferente reir - Es otra forma de verlo... solo que es otra forma muy sombría de verlo - sacudió un poco la cabeza - De todos modos... hay algo que me gustaría darle.
Los ojos de Kay brillaron con curiosidad, dándole un toque más dulce del que jamás se le había visto.
- ¿Es un regalo? - tuvo que aguantar la emoción que quería escapar por su garganta.
Fiama asintió, del bolsillo de su falda sacó una pequeña perla, la apretaba con fuerza, acercó su mano hacía él y entonces la reveló.
- Es una perla creada a base de mi magia. Si alguna vez está en problemas, sólo tiene que romperla y yo iré con usted de inmediato, es un amuleto para que este a salvo - explicó con seriedad - No lo olvide, solo puede romperla si esta en un grave problema - enfatizó.
El color dorado predominaba mezclado con toques rojos y blancos, en el centro habia un punto azulado. La energía parecía estar viva, se movía con una delicadeza casi hipnotizante, casi como las flamas cuando iban con libertad.
- Gracias - su voz era baja, era fácil notar que estaba conmovido, le gustaba el significado que le había dado la niña, el podía defenderse solo y sin embargo, ella esperaba ayudarlo alguna vez si llegaba a tener problemas, eso era muy lindo.
- Y algo más...
Estaba por preguntar que otra cosa tenía para darle, pues tenía más que suficiente con el detalle que Fiama había tenido con él. La niña no le dió ni tiempo para recuperarse cuando se levantó en el sillón, se acercó a él y lo abrazó, así sin más. Lo apretó lo mejor que pudo, el hombre era demasiado grande para rodearlo con sus brazos, así que se aferró a sus ropas. Y por si fuera poco, sintió como ella dejaba un beso llano sobre su frente, dejándolo sentir la calidez que no había sentido en mucho tiempo.
- La próxima vez hagamos una fiesta con las personas que le importan.
Una sonrisa floreció en los labios de la pequeña, ella volvió a abrazarlo y Kay solo deseo que ese momento durará para siempre.
***
Fiiiiiii... ¿¿¿cómo puedes ser tan linda??? 🥺🥺🥺🥺 ay la amo ❤❤
Este es el primer acercamiento que tienen como padre e hija, trate de hacerlo lo más lindo posible, espero que les haya gustado leerlo porque yo adore escribirlo 🥰 ya era hora de que Kay recibiera un poquito de amor xd
Al igual que ustedes, no me gustaba Kay al principio, sin embargo, mientras más he ido desarrollando el personaje, me fue imposible seguir pensando de la misma manera. Hoy solo queda desearle un feliz cumpleaños a nuestro emperador, les mando un apapacho🫂 porque ando sentimental por Kay y Fi, los leo en el próximo capítulo 😚☺
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El destino de una princesa
FantasíaEleonor vivía una vida común hasta que un accidente de tránsito cambiaría todo. Cuando despierta ya nada es lo mismo, ella ha reencarnado como una princesa del libro que leyó minutos antes de morir. Está destinada a ser asesinada, pero se prometió a...