Capítulo 67

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El trabajo de Herminio aminoraba con el pasar de los días, aunque claramente el hombre se notaba cansado, se alegraba de saber que ya no quedaba mucho para curar a las personas que habían sido afectadas por el extraño insomnio.

Un par de pasos tras la puerta llamaron su atención, levantó la mirada antes de que él caballero pidiera permiso para entrar, el hombre parecía exaltado, así que solo habló con rapidez.

Herminio no pudo evitar sorprenderse al escuchar las palabras del caballero y se levantó de golpe, casi pensando haber escuchado mal.

- ¿Su santidad... aquí? - preguntó solo para confirmar una vez más la identidad de quien esperaba a ser recibido.

- Así es, y hay una cosa más - continuó el caballero con nerviosismo - La princesa esta con él en estos momentos.

Aunque no era extraño que un miembro de la realeza recibiera a las personas, la princesa era demasiado joven para tal labor. Comenzó su ida hacía el sitio con una rapidez impresionante, ni había reparado en lo cansado que estaba cuando llegó.

La pequeña pelirroja estaba sentada en el trono con una mirada desinteresada y a la vez fría. El aura que proyectaba sólo podía decirse que era idéntica a la de su padre, viéndose tan seria, no parecía la misma niña que suele caminar por los pasillos con una tierna sonrisa.

El ambiente en el gran salón era realmente pesado y no lograba averiguar porque.

- Princesa, siento la demora - Herminio comentó con calma yendo hacía la niña, quien pareció cambiar su mirada al verlo, por una mucho más suave.

- Esta bien, lo mande a llamar cuando llegaron, pero no podíamos hacer esperar demasiado a los invitados - comentó con un toque sarcástico al final.

La vió hacer un gesto para levantarse del sitio, pero de inmediato se negó; Herminio jamás podría sentarse ahí, y no porque no quisiera, sino más bien porque lo sentía como una falta de respeto hacía su señor.

- Esta en el sitio correcto, su alteza.

Se fijó entonces en los caballeros encargados de su seguridad, los gemelos yacían uno a cada lado, parados con firmeza. No muy lejos, Camille y Ryu esperaban, listos para intervenir si algo llegase a suceder. Y al final Valdovino, quien estaba sentado en uno de los hombros de Ryu, incorporando un escudo sobre Fiama desde la lejanía, invisible al ojo humano.

Al final Herminio se colocó justo a un lado de la niña, y ya teniendo un panorama completo, pudo entender porque había un silencio sepulcral en el salón.

- Si te preguntas que sucedió... - comenzó a hablar la princesa como si nada - El hombre que está con su santidad me faltó al respeto, así que hice lo que creí correcto.

- N-o... es... así... - a penas podía hablar, la fuerza ejercida sobre él era asfixiante.

- Cierra la boca - los ojos de la niña se voltearon en su dirección, y su tono se volvió gélido - No te he dado permiso para hablar.

Entonces Herminio lo entendió, estaba usando su magia secundaria sobre el acompañante del arzobispo, utilizaba tanto la dominación física, como la mental. No había pasado mucho tiempo desde que había iniciado a usarla, así que los efectos secundarios no harían aparición sobre el sujeto.

- Princesa, le ruego que perdone a mi discípulo, aún es joven y torpe, no sabe bien como tratar a la realeza - el arzobispo habló sin miedo, pero manteniendo un tono bajo, esperando que su petición fuese cumplida. A la vez, estaba más que fascinado, aunque lo ocultaba con mucha facilidad; se veía aún más maravillosa que la última vez, más gloriosa que cualquiera que estuviera en el poder.

El destino de una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora