Capítulo 4

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Despierto a media noche por una pesadilla. Estoy agotada de no poder dormir al menos tres horas.

Camino por el pasillo del piso, adormilada. Me sorprendo llegar a la sala y ver a Jake despierto, leyendo un libro. Él también se sorprende cuando me ve.

—Pensé que estabas dormida.

—Eso fue antes de mi pesadilla —me siento a su lado y él pasa un brazo por mis hombros, acercándome más a su cuerpo. Mi cabeza está sobre su pecho y me hago bolita, sintiéndome protegida en sus brazos.

—¿Pesadilla? —asiento, con los ojos cerrados— ¿Quieres hablar de eso?

—No es nada —besa mi coronilla y sonrío.

Nos quedamos en silencio, escuchando los truenos y las gotas de agua caer.

—¿En qué piensas? —pregunta en un susurro. Oigo el agua caer con más fuerza, los relámpagos iluminan aún más la sala. No sabía que en Londres siempre estaría nublado, de ser así hubiera elegido Bora Bora para vivir. No me gusta la lluvia, la odio. Es más, odio cuando...

—¿Kay? —Jake chasquea los dedos frente a mí rostro, haciendo que le preste atención.

—¿Eh? ¿Qué?

—¿En qué piensas? Estás más distraída que de costumbre.

—Oh, bueno, es que enterarse que probablemente tengas una familia y que tu madre te haya mentido toda tu vida es normal, ya sabes, lo que uno vive día a día.

—Contexto, por favor.

Me incorporo y me acomodo para quedar frente a él, cruzando las piernas sobre el sofá. Jake me imita y lo miro a los ojos. Me doy cuenta que en verdad le voy a contar lo que sucede, que quiero hacerlo. Qué confío en él.

Un pequeño rayo de esperanza crece en mí, porque si puedo confiar de nuevo significa que no todo está roto en mí, que puedo sanar y sentirme como siempre me sentí. Libre.

Entonces le cuento. Le cuento lo que sucedió con Harrison, la discusión con mi madre y le cuento que, probablemente, tenga familia.

—Entiendo, eso te tiene de malas —dice unos segundos después de estar en silencio. Parece más sorprendido que yo— . No te puedo aconsejar, no que decir, pero yo hablaría con mi madre. En busca de respuestas.

—¿Y si es verdad? No quiero pensar que me mintió, pero es inevitable. —se me cristalizan los ojos.

—Eso no lo sabes hasta preguntarle, y si es así debe haber una explicación. Para todo hay una respuesta, sólo debes saber que preguntar.

—Tengo miedo —admito— .No quiero pensar que toda mi vida fue una mierda y pudo haber sido mejor, no quiero pensar que pude haber tenido otra vida...

—¿No quieres una familia?

—No es eso, porque si quiero, pero eso implicaría que mi madre me haya mentido. Tal vez pude haber tenido una vida más feliz, una vida con menos problemas —me limpio una lágrima rebelde.

—¿Eres infeliz?

—Soy pesimista y no tengo gran control de mi vida. La felicidad viene y va para mi. Tuve momentos buenos con mi madre, pero los malos superan todos y cada uno de ellos.

— Puedo... preguntar ¿qué pasó? —pregunta con cautela y nuestros ojos se conectan. Medito sobre contarle de Cameron. Necesito hablar de esto con alguien, sino me va a seguir comiendo por dentro.

—¿Te acuerdas cuando te hablé sobre Atlanta? —asiente— Yo... tuve un problema allí.

—¿Qué? ¿Qué clase de problema?

—Había un chico, mi novio en ese entonces, él... —hago un gran esfuerzo por no llorar, la voz se me quiebra pero sigo:— Él me violó —y ya no resisto. Me suelto a llorar, lloro lo que no lloré aquel día que no me salían las lágrimas, joder, era mi primera vez y me la arrebataron. Me arrebataron una parte de mi... — .Me hirió físicamente y ahora estoy marcada.

Bajo un poco el pantalón chándal, lo suficiente para que mis heridas en los muslos sean visibles. Él me sube el pantalón y me mira con los ojos llorosos. Jake tira de mi muñeca y me atrae a su pecho, agarro en un puño su camiseta y sigo llorando. Sus brazos estaban sobre mi espalda, acariciándome.

—Llora, no te preocupes por nada. Desahogate o seguirás sintiendo que te ahogas por dentro. Llorar limpia el alma.

—Estoy rota —niego con la cabeza, que comienza a doler— .Me siento en un ciclo que nunca terminará.

—Vas a salir de esta, creéme.

—¿Por qué?

—Porque las personas como tú, brillan hasta cuando están rotas.



Aspen y Isaac entran a la cocina. Son las nueve de la mañana y dentro de poco tienen que ir a sus clases. Nos miran y se sirven una taza de café.

Miro a Jake y él voltea hacía mí, me da una pequeña sonrisa y luego sigue mirando su móvil.

Luego de contarle sobre Cameron, las cosas estuvieron algo tensas, me quedé dormida en sus brazos mientras me consolaba. Fueron las mejores horas de sueño que tuve hasta ahora. Sentí que me saqué un peso de encima y que puedo estar un poco más tranquila. Pero eso no significa que de repente volveré a sentirme de maravilla.

Aspen me da una de sus tantas estúpidas sonrisas y ruedo los ojos.

—¿Cómo has dormido, Princesa? —se sienta a mi lado, rozando su hombro con mi brazo. Isaac se sienta al lado de Jake, quedando frente a mí.

—Dormí como un bebé —finjo una sonrisa y muerdo mi tostada.

—¿Anoche no escucharon como un chirrido? —Isaac frunce las cejas— No lo sé, era como si alguien no pudiera respirar.

Mi rostro se calienta y escondo mi vergüenza bebiendo mi café e inmediatamente veo a Jake, quien reprime una sonrisa ante la manera en la que Isaac describió mi forma de llorar. En cierto modo, hasta a mí me dió gracia.

—Yo no escuché nada —dice Aspen, un poco distraído.

—Es que cuando tu duermes ni un terremoto te puede despertar.

Aspen se encoge de hombros y no contesta. Isaac olvida el tema y los tres se ponen de pie para ir a sus clases. 

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