Capítulo 35

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Abrazo fuertemente a Jake. No lo quiero soltar, no quiero soltar a ninguno de los chicos. Así que también me aferro a Isaac y Tripp como si la vida dependiera de ello. Sé que se irán una semana pero eso es mucho tiempo para mí, así que no puedo evitar exagerar.

—Diana, déjalos respirar —ladea una sonrisa y yo sorbo mi nariz.

—¿Estás llorando? —Tripp frunce el ceño y Jake sonríe.

—Claro que está llorando —le doy un golpe juguetón en el hombro y todos ríen— .También te extrañaré.

—Por supuesto que lo harán —quito las lágrimas que siguen cayendo— .¿Quien les hará tortitas y se asegurará que coman comida de verdad?

—Pues yo podría fi...

—¡No, nadie más lo hará! —interrumpo a Tripp y cubro mi rostro para que no me vean llorar.

—¿Está en sus días del mes? —oigo que susurra el último que habló a no se quien.

—Puede ser —miro enojada a Jake que me sonríe inocente— .¡Miren la hora! Hay que irse o no llegaremos al avión.

—Ricos y en vuelo comercial —murmuro mientras veo como sujetan todas sus maletas. Aunque prefiero que vuelen en comercial y no en un jet privado, si les sucediera lo mismo que a Aspen y a mí... no sabría qué hacer con mi vida.

En la mañana nos despertamos con una resaca de los mil demonios. Un par de duchas y muchas aspirinas ayudaron en gran parte. En la tarde no salimos del piso, solo Tripp para ir a hacer sus maletas pero luego volvió, y nos quedamos todos juntos, hablando de cosas triviales y todo eso. La noche vino y aquí estamos.

—Prometanme que me llamarán todas las noches antes de dormir.

—Hay diferencia horaria, Kayla.

—Me llaman igual —hago un gesto despreocupado y les doy un beso en la mejilla a cada uno— .Cuidense, ¿Sí?

—Estaremos bien —Jake besa mi frente, Isaac mi coronilla y Tripp mi mejilla.

Salen del piso y Aspen cierra la puerta detrás de ellos, suspiro y me siento en el sofá, sin saber qué hacer.

—¿Qué quieres cenar? —me pregunta y parece que él tampoco sabe qué hacer.

—Pizza está bien —me rasco la nuca— .Iré a darme un baño.

—Mhm.

Vuelvo a suspirar y me pongo de pie para ir al baño. Enciendo la regadera y me despojo de mi ropa antes de entrar. Al acabar mi caliente y relajante baño, me quiero abofetear mentalmente por no buscar una maldita toalla antes de entrar.

Dios mío y la virgen santísima. Mi rostro se sonroja con anticipación y muerdo mi labio inferior antes de gritar: ¡Aspen!

Oigo sus pasos acercarse —¿Mhm?

Olvidé la toalla.

—¿Otra vez?

—Sólo pásamela —trato de mantenerme firme, juro que sí, pero la idea de estar nuevamente desnuda frente a él me pone nerviosa y ansiosa por alguna razón.

Bien —oigo que se aleja pero vuelve enseguida. Abre la puerta lentamente y se acerca a la regadera, la cortina cubre mi cuerpo siendo la única barrera entre nosotros. Estoy por salir cuando su voz me detiene— .¡Quédate ahí!

Suelto una carcajada y me quedo quieta —¿Por?—pregunto, fingiendo inocencia. No eres tan inocente como quieres fingir, se burla mi conciencia y ruedo los ojos.

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