Capítulo 11

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Con sorpresa pero con el mismo entusiasmo que yo, intentó seguirme el beso, y digo intentó porque en realidad yo me lo estaba comiendo. Se rió con mi boca sobre la suya, sonreí y me separé un poco para verlo.

── Lo siento ──sentí mis mejillas arder aún más que antes── Tenía ganas de hacer esto desde que nos conocimos.

── No lo sientas, al contrario, me encanta, pero no te desesperes tanto porque a este paso te vas a quedar sin oxígeno ──acarició mi mejilla y luego posó sus manos en mi cintura, yo estaba encima de él con una pierna a cada lado── Yo no me iré a ninguna parte ──asentí y solté aire intentando calmar mi impulsividad.

── ¡Al diablo!, no puedo controlar las ganas de tocarte y que me toques ──solté rápidamente y llevé las manos al borde de su camiseta, sonrió muy juguetón y me ayudó a quitársela para luego él quitarme la que yo tenía puesta. Volví a besarlo, mordí su labio sin hacerle daño y descendí por su barbilla, me detuve en su cuello, el cual besé, mordisquee y succioné arrancándole un gemido que me hizo sonreír. Mordí mi labio porque agarró mi culo con fuerza, me acerqué a su boca sonriendo.

── ¿Estás seguro de lo que estás haciendo? Luego no podré parar.

── Estoy muy seguro ──admití── Deseo esto.

── Elián, yo no te quiero solo para un rato, yo te quiero para siempre y solo para mí.

── Te acuestas con más hombres ──dije recordando lo que su hermano había dicho aquella vez, pensar en ello me produjo malestar.

── Desde aquella noche que nos conocimos, te prometo que no he estado con nadie, no hago más que pensar en ti, soy todo tuyo ──sonreí al escucharlo y lo besé.

── Bien, porque yo tampoco te quiero solo para un rato ──esta vez fue él, el que sonrió, apretó su agarre en mi cintura y giró dejándome debajo. 

── Te voy a dar lo que tanto quieres ──sonreí satisfecho.

── Creí que iba a tener que suplicarte.

── Estoy para complacerte en todo, pequeño ──me besó como si el que quisiera comerme esta vez fuera él. 
Descendió por mi pecho hasta llegar al pantalón del pijama, el cual bajó junto con el calzoncillo. Que ahora él tuviera el mando me puso nervioso y me dió vergüenza. Se puso de rodillas en medio de mis piernas y mordió su labio sin dejar de mirar mi cuerpo entero. 

── Deja de mirarme así ──lo empujé por el pecho con el pié. 

── No, porque me encanta lo que estoy viendo. 

── Cínico, ¿no ves que me da vergüenza? 

── Tendrás que acostumbrarte, porque no solo te devoraré con la mirada todos los días ──se bajó de la cama y se acercó a la mesa de noche, de ahí sacó lo que me pareció ser un gel lubricante y un condón, dejó ambas cosas en la cama y terminó de desvestirse, me fue imposible no morder mi labio── Eres un pequeño goloso ──aparté la mirada de su miembro y lo miré sonrojado, el calor en mi cuerpo había aumentado, me dolía la erección que tenía. Se acomodó en medio de mis piernas otra vez── De ahora en adelante, esto es todo tuyo ──miré nuevamente su erección, su miembro estaba hinchado y apuntando hacia arriba, tenía claro que me dolería un poco, lo tenía más grande que Lorenzo, pero me alegró mucho saber que ahora era todo mío.
Untó su dedo índice con gel y lo llevó a la entrada de mi ano, empezó a dilatar este y yo a soltar pequeños gemidos. 
Cuando metió un segundo dedo, me curve un poco hacia arriba y moví mi cuerpo a la vez que él movía sus dedos. 
Gruñí molesto cuando los sacó, por lo que él sonrió.

Conquistando a un millonario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora