Capítulo 61

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Narra Elián

Había pasado varios días, durante el fin de semana nos quedamos en casa, como habíamos acordado.
El pesado de Enzo se aparecía en la empresa todos los días con una jodida rosa. Siempre me tocaba acompañarlo hasta la salida y aclararle que no podía seguir haciendo eso.
Miré hacia la puerta cuando Matt la abrió.

── No me digas, Enzo está aquí otra vez, ¿no?

── Así es.

Resoplé ya cansado por la misma historia de siempre. Salí, ni nisiquiera lo dejé hablar ya que lo tomé del brazo y lo guié hasta la salida.

── Escucha, te enviaré tus trajes a la dirección que pusiste en el formulario, aquí no vuelvas más.

── ¿Qué? ¿Por qué?

── ¿En serio estás preguntando eso? ──Le quité la rosa de la mano── Te dije que dejaras de traerme esta mierda y seguiste, te dije que no podemos tener nada porque yo amo a Kilian y has seguido insistiendo, también te dije que solo vinieras aquí si era para que te llevaras tus trajes, pero has pasado olímpicamente de todo lo que te dije.

── Tú me gustas, si me dieras la oportunidad yo sé que también terminaría gustándote ──Me reí amargamente.

── Cuando una persona está enamorada, los demás no le llaman la atención, eso pasa conmigo, solo tengo ojos para mi pareja, los únicos detalles que me ponen feliz y nervioso como si fuera un adolescente son los que él me da, estas rosas que traes a mí no me provocan nada, ni siquiera me fijo cada vez que las traes ──Me acerqué a un basurero que había cerca── Te prohíbo la entrada a mi empresa ──Miré a los dos guardias que estaban en la puerta── Este señor ya no puede entrar, como entre, considérense despedidos.

── Entendido señor ──Miré a Enzo, que me miraba entre enojado y sorprendido.

── Tengo trabajo, chao.

Entré dentro.

── ¿Ya te deshiciste por fin de él? ──Me preguntó Cinthia acercándose con sus cosas ya que había terminado su turno.

── Sí, por fin, nunca había visto a alguien tan pesado ──Suspiré── Ya no volverá a molestar. En fin, saluda a los niños y a Connor de mi parte, que tengas buena tarde.

── Gracias cuñado, yo les digo. Hasta mañana.

Llegué a casa en la tarde. Me dí una ducha, me puse una ropa cómoda y me dejé caer en la cama a ver la televisión.

── Mmm, llegaste pronto hoy ──Dijo entrando mientras se quitaba la corbata.

── Sí, estoy cansado.

Se acercó y se agachó un poco. Tomé su cara con ambas manos y le seguí el beso.

── Haré de cenar, ¿qué te apetece?

── Espera a que me duche para ayudarte ──Dijo.

Esperé a que se duchara. Se vistió con la parte baja de un chándal y bajamos.
Nos servimos vino y empezamos a cocinar.

── Prueba esto ──Le pedí, así lo hizo.

── Está muy rico.

Sacó un postre de chocolate de la nevera que había hecho Maximiliana, ya que lo tomaríamos de postre.

── Bebé ──Cuando lo miré, manchó mi nariz con chocolate. Sonreí y me acerqué al plato que tenía chocolate. Mordí mi labio sonriendo y pasé mi dedo huntado por su pecho. Seguido de esto, me acerqué y lamí justo donde estaba el chocolate, pero de una manera muy sexi y lenta. Él no me quitaba el ojo de encima.
Al llegar a su cuello, me detuve ahí y me centré en dejarle algunas marcas── No lo soporto ──A las prisas bajó mi pantalón, me tomó por la cintura y me sentó en la mesa que había en la cocina.

── Puede vernos alguien.

── Será rápido ──Primero frotó su miembro en mi entrada y luego fue invadiéndome. Me tapé la boca cuando solté un gemido.
El descarado sonrió.
No tardamos mucho.
Escondió su cara en mi cuello mientras recuperábamos la respiración normal.
Subimos a la habitación para limpiarnos── ¿Cómo llevas lo de la boda?

── Bien. Ya tenemos el lugar donde la celebraremos, el banquete que se servirá, el grupo que tocará música y el día que la celebraremos. Me falta encargar las invitaciones para enviarlas a los invitados.

── De acuerdo. Ya estoy deseando casarme contigo.

Sonreí.

── Yo también lo estoy deseando.

── ¿Sabes qué nos falta? ──negué── Elegir el lugar a donde iremos de luna de miel.

── ¡Es verdad! ──Él sonrió.

── Yo me encargaré de eso, será una sorpresa para ti.

── Está bien.

Bajamos y continuamos con la cena.
Después de cenar, nos quedamos en el salón viendo la televisión.
Desperté en la cama, eso quiere decir que me quedé dormido en el sofá anoche.
Kilian, que acababa de despertar, me miró con una sonrisa.

── Buenos días bebé.

── Buenos días amor.

Besé su mejilla y bajé de la cama. Cada uno se fue a su empresa cuando nos arreglamos.

Durante el día no supe nada de Enzo, gracias al cielo. No quería verlo nunca más.

Me senté en la mesa de comer junto con el ordenador cuando llegué a casa.
Cuando Kilian llegó, parecía otro. Lanzó unas fotos a la mesa, fruncí el ceño mientras las miraba. Justo cuando iba a decirle que eran falsas, habló él:

── Coge tus cosas y vete.

── ¿Ni siquiera me vas a dejar explicarte?

── Sería un idiota si dejara que explicaras porque razón te estás besando con ese tipo y te fuiste a cenar con su familia. Quiero que te vayas.

Dicho eso, fue a su oficina y cerró la puerta de golpe.
Observé las fotos y solté un suspiro. Esta vez ni siquiera tenía ganas de llorar, pero sí tenía el corazón partido.
Todo es mi culpa, otra vez, debí decirle sobre el estúpido de Enzo.

Conquistando a un millonario Donde viven las historias. Descúbrelo ahora