Démian Gray
Desde que ocupé mi lugar en el salón no he podido parar de analizarlo disimuladamente. No por atracción física, es su aura, la energía que transmite, es tan única y diferente que no sé como definarla. Aunque no lo voy a negar, es muy atractivo.
Para empezar, su mirada. Sus ojos son de color negro intenso, a penas se pueden distinguir sus pupilas del iris, es penetrante, nada dulce ni acogedora, todo lo contrario, te invita a alejarte, a no verle por más de cuatro segundos. Su nariz es casi perfecta, excepto por una pequeñísima desviación en el tabique que a simple vista no se percibe. Sus labios son gruesos y rosados, ese contraste lo logra gracias a su piel blanca. Su cabello es casi tan oscuro como sus ojos, despeinado y abundante. Como dato extra, huele muy bien, está usando un perfume dulce pero varonil.
—Mitchel —la profesora de Literatura llamó mi atención sacándome de mi hipnósis.
—¿Sí? —algunas risas se escucharon a mi alrededor, supuse que por mi acento.
Seamos realistas, se están riendo porque te has estado pajeando mentalmente con el tipo guapo de la clase.
¡Cállate, maldita conciencia!
Automáticamente me ruboricé ante mis pervertidos pensamientos.
—Me imagino que estás prestando atención —se acercó a paso lento hacia mi mesa.
—Por-por supuesto —no pude evitar tartamudear, en realidad no había escuchado absolutamente nada desde que empezó. Me gustan los números, este tipo de materias las veo innecesarias para Administración de empresas, la carrera que quiero ejercer.
—Entonces supongo que no tendrás ningún problema en decirme el libro que estamos estudiando este curso —sonrió, de manera que una comisura se elevó más que otra.
Es el primer día y ya una profesora me odia. ¡Felicidades Michel te mereces un premio!
Le eché un vistazo fugaz al pizarrón dónde en letras grandes está anotado el título del libro.
—La Letra Escarlata —respondí con total confianza de mi respuesta, aunque un presentimiento me advierte que no escaparé tan fácil.
—Es correcto —aprobó con un asentimiento de cabeza y se devolvió al centro del salón.
Michel -1 Profesora- 0
—De paso podrías decirme el nombre del autor —volvió a dirigirse hacia mí mientras rebusca algo en una pila de papeles.
—¿Yo? —inquirí nerviosa.
—Por supuesto, Mitchel. Tienes muy buenas referencias de tu antigua escuela. Sería una pena manchar tu expediente con una pregunta tan simple ¿No crees? —en sus manos está mi expediente.
La profesora Wesly es una mujer de treinta y tantos años, cabello rubio teñido, cuerpo voluptuoso y unos ojos cafés preciosos, y ahora agreguemosle descarada, literalmente está jugando con mi futuro solo porque no le agrado desde el instante en que me presenté.
Tendrían que haber visto su cara de: ¿Y esta tabla de dónde salió?
Todos me observan, no sé definir si solo esperan una respuesta para continuar con la clase o lo que quieren es presenciar mi humillante error como los jóvenes burlones que son.
Intenté hacer memoria de en qué momento pude haber escuchado el nombre del autor pero mi cerebro está en blanco.
—Edgar Allan Poe —dije el primer nombre que se me vino a la mente.
Mal Michel, muy mal.
Estruendosas carcajadas estallaron en el pequeño espacio. Alrededor de cuarenta personas burlándose... Riéndose de mí. Inclusive la chica gótica está ahogándose en su propia risa.
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Démian Gray
RomanceY sí. Sabía que era una pésima idea... Démian Gray es todo lo malo que representa la sociedad. Su personalidad es ese callejón oscuro al que nadie querría acercarse al anochecer. Su físico es una luz que encandila hasta lo más profundo de tus pupila...