Capítulo 3: La curiosidad mató al gato

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Llevo corriendo poco más de diez minutos sin descanso. Mi pecho sube y baja incesante mientras mi corazón se acelera con cada escalón que bajo. Parecen eternos ante mis ojos cargados de espanto y confusión. No hay nadie en los pasillos, todos están en el juego, dejando el interior del centro educativo desolado.

Esto es malo...

Se preguntarán cómo de estar buscando a Démian acabé en esta situación tan descabellada.

Pues ahí les va...

20 minutos antes :

Los salones están vacíos, los baños de chicos desiertos, los laboratorios cerrados con candado.

—¿Dónde se metió? —me pregunté a mi misma en un suspiro, ya estoy agotada, y ni siquiera he recorrido la mitad de la Universidad, solo el ala este.

Me detengo a pensar qué estoy haciendo con mi vida, ¿qué es lo que pretendo? Si lo encuentro solo me quedaré como un cuadro admirando su oscura belleza tallada por los mismos demonios. Las palabras ni siquiera saldrán de mi garganta de forma coherente. Esta ha sido una de mis impulsos más tontos e insufribles.

En tanto mis pensamientos de arrepentimiento fluyen una vibración se expande en mi cadera derecha obligándome a dar un leve respingo.

Saqué con pereza el celular de mi bolsillo donde en la pantalla resalta la cara de Milly.

—Hola —comencé a andar sin rumbo alguno.

Michel, ¿Dón...? Brandon... Ya!

—Espera, no te entiendo —tapé el oído contrario al que estoy hablando para poder comprender algo, parece exasperada.

Ven...! Brandon... Rápido!

—Milly, dame un segundo.

Comencé a dar vueltas como una abeja por el segundo piso buscando al menos tres rayas de cobertura, así la voz dejaría de escucharse robótica.

Después de un tiempo determinado yendo de un lado para otro decidí estacionarme en la puerta del baño de mujeres con toda la intención de entrar. Con la mano firme en el picaporte quedé petrificada al escuchar unas voces que se perciben lejanas debido a la puerta. Lo más inteligente para todos sería simplemente ignorarlo y entrar como Pedro por su casa, de todas maneras es lo normal cuando el baño es público, ¿Cierto?

¡Pues claro.!

El "pero" está en que una de esas voces la conozco demasiado bien para lo que en verdad querría.

Mi lado chismoso me impulsó a acercarme más a la puerta para tener una mejor audición de lo que sea que esté pasando ahí adentro.

—Me avergonzaste delante de todos. ¿Por qué?

Si no me equivoco ese tono demandante y autoritario tan particular pertenece a una sola persona...

—No le tengo porqué dar explicaciones Wesly.

Ese sonido ronco, pero suave a la vez, también supe reconocerlo de inmediato.

—Démian, sabes que para mí no eres un estudiante más, tenemos un trato diferente.

—Tu trato diferente me valen una mierda. Simplemente déjame solo

—Al menos podrías explicarme por qué defendiste a...

—No te tengo que dar explicaciones de nada —dijo pausado, perdiendo la calma.

—Pero, tú y yo somos pareja, no es justo que...

Estoy tan concentrada en su charla que al escuchar un fuerte golpe procedente del interior me sobresalté. Supuse por el contexto de la conversación que debió haberse tratado del puño de Démian impactando contra la pared o una de las puertas que dan al inodoro.

Démian GrayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora