Capítulo 17: ¿Y si hablamos de la luna?

1.1K 116 7
                                    

-¿Cuál es el plan?

-¿Tengo que repetirlo por cuarta vez? ¿Es en serio?

-En la tercera ocasión tampoco le vi la lógica.

-Nunca entiendes nada.

-Tal vez lo tuyo no es idear las cosas más inteligentes.

-Tú no eres inteligente.

-¿Perdón? Tú no asistes a la Universidad tanto como yo. Te vas por ahí a matar gente.

-Tú no matas gente.

-¡No quiero matar gente!

-Rompiste mi auto.

-¿Eso a que viene al tema?

-Ustedes, los que no matan gente, tienen algo que se llama remordimiento.

-No es mi culpa que me hayas perseguido con una navaja por todo South Central de noche. ¡Lo único que vi para salvar mi vida fue tu auto!

-Técnicamente te estaba ayudando.

-Vale, vale. Cuando tenga una duda en clase que la profesora me lance una navaja.

Okey, los pongo en contexto:

Desde aquel domingo, donde se celebró el último día del reencuentro de La Trinidad, ha pasado una semana y media. Una semana y media que ha sido como el recorrido de una montaña rusa.

Los primeros tres días Démian y yo continuamos sentados juntos en clase, como de costumbre sin tener algún tipo de contacto. Lo sorprendente fue que en la clase de Literatura se haya presentado un señor mayor como nuestro nuevo profesor de Literatura. Al exigirle explicaciones a Démian del por qué Cruella de Vil se fue, puesto que el siempre tiene algo que ver con todo lo raro que pasa, solo dijo:

-No lo sé ni me importa -avanzaba rápido por el pasillo con el inocente intento de perderme entre la ola de estudiantes.

-¿No te importa? Démian, incluso tuvieron una especie de relación bastante larga. ¿No llegaste a tenerle un poco de aprecio? -artículé casi sin aliento, trotando y evitando chocar con las personas para poder alcanzarlo.

-No. Solo hacía mi investigación personal -respondió seco.

-Eso no parecía cuando le hiciste una escena de celos en el baño -me burlé posicionándome a su lado tropezando con mis pies.

-¿Te sientes orgullosa de espiar a la gente en los baños, Mitchel? -enarcó una ceja sonriente.

-¡Quería hacer pis! No me culpes -mentí.

Demasiada información.

A partir de ese día hizo algo que jamás esperé. De haber sido en otra situación hubiese sido muy romántico.

Yo dormía plácidamente. Mi almohada acariciaba mi cara al igual que él hilo de saliva que se escapó de mis labios. Mi sueño se vio interrumpido por una piedrita (o eso creo) que aterrizó justo en mi ojo, que por suerte estaba cerrado. Abrí los párpados perezosamente con toda intención de volver a cerrarlos, hasta que una de las cortinas masajeó mi tobillo. Quedé sentada en la cama. La adrenalina eliminó cualquier ganas de seguir soñando con Justin Bieber. Empujé la tela de mi vista para encontrarme con la ventana de mi habitación abierta.

Palidecí al microsegundo. Lo primero que pasó por mi mente fue que iba a morir sin haber tenido más de dos encuentros pasionales.

Ustedes me entienden.

-Eres aún más fea durmiendo -oí a mis espaldas.

Me giré con un grito ahogado. Mi impulso fue coger un peluche y lanzárselo justo a la cara. Sé que pudo haberlo esquivado pero se dejó golpear.

Démian GrayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora